sábado, 1 de diciembre de 2018

Familiares de víctimas de grupos abusivos (#1)


Por Juan Manuel Otero Barrigón // El abordaje terapéutico a familiares de víctimas de grupos sectarios abusivos supone considerar algunos aspectos inherentes al impacto que estas situaciones tienen en el grupo familiar. Se trata de un tema de suma importancia en la clínica de estos casos, por lo cual, con el correr del tiempo, le dedicaremos varias reflexiones. Uno de los puntos centrales consiste en valorar las diversas reacciones que padres, hermanos, y otras personas cercanas al círculo de la víctima, suelen experimentar habitualmente frente a estas situaciones. Fundamentalmente, dichas reacciones podrían resumirse en cinco: sensación de desamparo ("no hay nada que podamos hacer, este es un problema demasiado grande para nosotros"), sensación de aislamiento ("estamos solos, nadie puede entender realmente lo que estamos viviendo"), disgusto ("¿cómo puede ser posible que nuestro hijo nos pague de esta manera todo lo que hicimos por él?"), sentimiento de culpa ("algo muy malo debemos haber hecho como padres para estar en esta situación"), y frustración ("no podemos encontrar una solución rápida y fácil a este problema"). Comúnmente, toda familia suele identificarse predominantemente en su vivenciar, con alguna de estas cinco experiencias  ; no obstante, en algunos casos, puede reconocerse incluso más de una.  Desde nuestro lugar de terapeutas, lo importante es prestar atención, inicialmente, a la narrativa de la familia, con el fin de identificarla, ya que esto suele hablarnos de su particular modo de encarar el conflicto. Algo que, sin duda alguna, tiene suma relevancia en su estrategia de acercamiento al ser querido involucrado con el grupo, ya sea pasada, presente, o futura, por lo cual resulta clave trabajar en este aspecto para no dificultar esos intentos espontáneos de ayuda, y por supuesto también, nuestra labor de asistencia. 

domingo, 18 de noviembre de 2018

Reflexiones a propósito de #Jonestown (7)

Memorial a las víctimas de Jonestown en Oakland, California

Por Juan Manuel Otero Barrigón // Hoy, cuando se cumplen 40 años de la tragedia de Guyana, cerramos este hilo de pensamientos sobre el caso Jonestown con algunas palabras finales. Muchos líderes de culto, como Charles Manson, Shoko Asahara, Warren Jeffs, Keith Raniere (y aún tantos líderes políticos totalitarios del pasado y la actualidad) trabajan para sacar lo peor de sus seguidores, exaltar sus miedos y consolidar así su poder. J.Jones supo, inicialmente, apelar a lo mejor de los miembros del Templo del Pueblo, convirtiendo al grupo en una comunidad eficiente y solidaria. Convocó a los mejores amigos y familias para que pudieran compartir el trabajo por delante. Esto es visible aún hoy, cuatro décadas despúes de los acontecimientos, cuando muchos ex miembros de la iglesia permanecen en contacto, cuidándose unos a otros, y conmemorando aquellas fechas significativas que marcaron a fuego la tragedia compartida. Varios de aquellos sobrevivientes, conservan la memoria perenne de sus amigos fallecidos, mientras recuerdan con rencor y desprecio la espiral de locura en la que J.Jones se fue sumiendo, arrastrando consigo a todos los demás. Otros, más distantes y críticos como Jeannie Mills, reflexionaron sacando conclusiones personales sobre lo vivido: “Cuando encuentres la gente más amistosa que hayas conocido, que te introduce al más adorable grupo que jamás hayas encontrado, y encuentras que su líder es la persona más inspirada, cuidadosa, compasiva y comprensiva que hayas conocido, y en ese momento te enteras de que la causa del grupo es algo que nunca habías esperado que pudiera ser encarada, y todo esto suena demasiado bueno para ser cierto –probablemente es demasiado bueno para ser cierto-. No dejes tu educación, tus esperanzas y ambiciones para seguir un espejismo”. Son, podemos ver, distintas impresiones que reflejan una misma herida. Ya que detrás del “caso” y sus análisis, siempre laten fuerte historias de vida singulares; historias de búsquedas, de anhelos, de conquistas, de nostalgias, de alegrías, y por supuesto también, de muchísimo dolor.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Reflexiones a propósito de #Jonestown (6)


Por Juan Manuel Otero Barrigón // El montaje ficcional de la vida en Jonestown no estaba dado por la insinceridad de los miembros del Templo del Pueblo, sino por la teatralización que J. Jones exhibía al gran público, con el fin de demostrar que estaba construyendo un paraíso en la tierra. La participación conjunta en las actividades comunitarias, la camaradería y el compañerismo entre los habitantes de la Comuna se vivían con alegría, intensidad y compromiso, especialmente al comienzo, cuando la utopía estaba aún en ciernes. Sin embargo, como hábil simulador, Jones sabía aprovechar cada oportunidad para exhibirse ante las cámaras y así mostrarse “como uno más” , compartiendo las mismas tareas extenuantes que el resto de los miembros del grupo, aunque sólo por poco tiempo. “Cada foto era una puesta en escena”, relata una ex miembro sobreviviente, “su poco tiempo dedicado a los trabajos físicos era sólo para ser visto”. Jonestown se edificó, así, como un proyecto colectivo, pero los mayores sacrificios descansaron en las espaldas de esos hombres y mujeres comunes que tradujeron aquellos sueños en esfuerzo cotidiano. Con el tiempo, el humor y las expectativas grupales comenzaron a decaer, el paraíso se tornó asfixiante, y el clima de paranoia fue copando el aire todos respiraban.

viernes, 16 de noviembre de 2018

Reflexiones a propósito de #Jonestown (5)


Por Juan Manuel Otero Barrigón // Muchas de las personas que se unieron al Templo del Pueblo lo hicieron porque creían sinceramente en el cambio social. Este cambio idealista parecía inminente dado que la sociedad estadounidense de la época estaba definida por una gran desigualdad, aún mayor que la actual, siendo este un aspecto continuamente exaltado en los extensos discursos de J.Jones. Por lo general, los cultos con contenido religioso (que no son todos los cultos), comparten una característica similar: tienden a desmovilizar políticamente. Esto no es lo que ocurrió en el Templo del Pueblo, cuyo ideario combinaba aspectos del cristianismo pentecostal con fuertes convicciones socialistas. Jones, incluso, llegó a trabar relación con ciertas personalidades políticas de la época, como fue el caso del influyente Harvey Milk, famoso político y activista que se convirtió en el primer hombre abiertamente homosexual en ocupar un cargo público en el país del Norte. Otros eventos en la historia compartieron similares procesos y resultados a los ocurridos en Guyana. Simplemente varían en alcance e impacto. Así como el discurso de un líder de culto puede encontrar una entrada a través de experiencias nocivas de la vida en general, otro también puede entrar por la puerta de aquello que es más amado y anhelado. Esto es, esencialmente, lo que sucedió con aquellos que se vieron seducidos por la figura de J. Jones.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Reflexiones a propósito de Jonestown (#4)

Ilustración: Shagrat

Por Juan Manuel Otero Barrigón // Se escribieron innumerables páginas intentando “diagnosticar” la personalidad de Jim Jones. Tarea compleja, ya que la certeza diagnóstica es difícil de lograr, dado que, y como muchos otros líderes de culto, nunca llegó a ser examinado psicológicamente. A las dificultades de hacer un diagnóstico preciso se añaden las circunstancias especiales bajo las cuales llegó a profundizar su cuadro psicopatológico. Es habitual, que a medida que el estado psicológico del líder se deteriora, la paranoia y la mentalidad de asedio vayan en aumento. En las últimas semanas, Jones solía dar sermones y arengas interminables, pasando un promedio de seis horas diarias hablando por altoparlante, con el fin de ser escuchado y obedecido por los habitantes de Jonestown. Para profesores como Gary Maynard, J. Jones podría haber sufrido un desorden severo de personalidad narcicista. Otros autores sugieren una personalidad marcadamente psicopática. El liderazgo de Jones, basado en el auto engrandecimiento, la explotación de los miembros del culto, la acumulación de dinero y la indulgencia sexual, se vio en riesgo cuando se sintió acorralado por las autoridades. En estos casos, no es infrecuente que los líderes de culto (incluidos, entre ellos, algunos psicópatas), viendo impedida su posibilidad de huir, escojan impulsivamente el suicidio y se lleven a otros con él, si es que ellos ya no pueden sostener la vida que tenían.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Reflexiones a propósito de Jonestown (#3)


Por Juan Manuel Otero Barrigón// Toda simplificación suele dificultar la comprensión de fenómenos complejos, cuyas raíces se asientan sobre causas múltiples. Así, por ejemplo, la adhesión de tantos hombres y mujeres al Templo del Pueblo no puede atribuirse, con “el diario del lunes”, a su exclusiva situación emocional o a sus carencias personales de base. Eso no supone desestimar esos factores, sino evitar considerarlos como únicos. La emergencia y la expansión de este culto se sirvió de la habilidad de Jim Jones para tocar fibras muy profundas en el ambiente sociocultural y político del momento, algo que los escritos de psicólogos sociales, sociólogos e historiadores suelen explicar muy bien. El Templo del Pueblo supo funcionar , así, y durante muchos años previos a su desenlace trágico, como un refugio para cientos de mujeres y hombres que encontraron allí una reivindicación a sus reclamos políticos, sociales y existenciales. La densidad humana de esas experiencias personales no pueden reducirse a criterios clínicos o, peor aún, psicopatológicos. Son voces, que en un clima de indiferencia, anhelaban ser escuchadas, y que acabaron encontrando al receptor menos deseado.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Reflexiones a propósito de Jonestown (#2)

“Welcome To Jonestown", pintura al óleo por Teresa Gordon

Por Juan Manuel Otero Barrigón // Pocos casos generaron bibliografía tan abundante como el de Jonestown, tanto académica como divulgativa, si bien con rigurosidad dispar. Algunos de los mejores trabajos a la fecha son, sin duda alguna, “Raven”, de Tim Reiterman (1982); “A thousand lives”, de Julia Scheeres (2011); y “The Road to Jonestown” (2017), del investigador Jeff Guinn. Obras estas que fueron valoradas incluso por algunos ex miembros sobrevivientes de la tragedia, entre otras cosas, como precisas crónicas de la vida cotidiana en el Templo del Pueblo, evitando el habitual sensacionalismo que puebla otros escritos. De cierto modo, el disparador que encendió la mayoría de las reflexiones psicodinámicas sobre el caso a lo largo de estas cuatro décadas, podría sintetizarse en la pregunta: ¿Cómo fue posible?. Y valga decir que, la respuesta desde la Salud Mental, necesariamente atravesará, transversalmente, distintas disciplinas, siendo las principales: la psicología social, la psicología de la religión, la psicopatología, la psicología forense, la psicología clínica y comunitaria, y el vasto campo de estudios en torno a la estructuración de la subjetividad.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Reflexiones a propósito de Jonestown (#1)


Por Juan Manuel Otero Barrigón// Está próximo a cumplirse el 40 aniversario del suceso que sirvió de punto de partida a la investigación psicológica profunda en torno al fenómeno sectario. Me refiero a la tragedia de Guyana, ocurrida el 18 de Noviembre de 1978. Ese día se quitaron la vida casi un millar de personas, un tercio de ellas menores de edad criadas en la Comunidad de Jonestown, instigadas por su líder Jim Jones, un verdadero paradigma de la figura del líder de culto. En rigor, lo ocurrido en Guyana fue una mezcla de suicidio con asesinato en masa, ya que muchos de quienes fallecieron aquel día (incluyendo a la totalidad de aquellos niños y niñas) fueron presionados casi a punta de pistola para que aceptaran dar el paso y consumaran, así, "un suicidio revolucionario en protesta por las condiciones de un mundo inhumano", tal como expresó Jones en ese fatídico momento. El caso Guyana resulta un disparador interesante para reflexionar sobre distintos aspectos de este tema tan complejo. Empecemos por uno, guiados por la siguiente afirmación: lo ocurrido en Guyana constituye la excepción y no la regla. En su enorme mayoría, los cultos no alcanzan los extremos del Templo del Pueblo. No todos los cultos son iguales, y dentro del amplio abanico de este tipo de grupos, el caso de Jonestown se ubica en uno de los extremos, lo que lo singulariza como un caso verdaderamente atípico.

viernes, 2 de noviembre de 2018

Nuevo Curso (intensivo) de 1 día

"Abuso emocional y manipulación psicológica en grupos sectarios".

Fecha: Sábado 10 de Noviembre. 14 a 19hs. En la sede de la Red de Estudios Religare.

(incluye Coffe Break, certificado de asistencia y envío de bibliografía vía email)

Consultas&Inscripciones: jmobarrigon@gmail.com

domingo, 28 de octubre de 2018

Espejitos de colores



Por Juan Manuel Otero Barrigón // Entre las numerosas creencias equivocadas que pueblan la comprensión del fenómeno sectario encontramos el relativo al secretismo de estos grupos. De acuerdo con esta falsa creencia, los grupos sectarios abusivos actuarían en las sombras, a puertas cerradas, al mejor estilo de las sociedades secretas o iniciáticas de la antiguedad. No obstante, lo cierto es que el secretismo de los grupos abusivos está lejos de relacionarse con su status público social. Los grupos abusivos se publicitan más o menos abiertamente, divulgando sus actividades y propuestas frente a la sociedad vasta, aprovechando con suma habilidad el abanico de posibilidades que hoy día promueven las nuevas tecnologías. El auténtico secretismo de los grupos sectarios abusivos no debe buscarse en su apariencia arcana, sino en el doble juego que supone, implícitamente, su dinámica grupal. Frente a la sociedad abierta, la difusión edulcorada de sus idearios y de sus actividades. Frente a los potenciales miembros, la progresiva  revelación de los compromisos y exigencias que el grupo demandará. Todo miembro de un grupo sectario abusivo atraviesa una experiencia fundante, la experiencia del engaño. Engaño respecto a los verdaderos fines del grupo, engaño frente las obligaciones que este impondrá, y engaño respecto a las paulatinas renuncias que los integrantes se verán impulsados a asumir en aras de pertenecer. El secretismo, por tanto, reside allí, donde el grupo no se revela a sí mismo tal como es, sino aparentando ser algo distinto para seducir a sus potenciales víctimas con sus espejitos de colores.

Documental: "Paradise Lost"


Nos acercamos a los 40 años de la tragedia de Jonestown, y es una buena oportunidad para comenzar a refrescar algunos de los acontecimientos que signaron el conocido caso. "Paradise Lost" (2007) es un largometraje híbrido de documental y drama, que rastrea con detalle los últimos cinco días de la comunidad hasta el momento del horroroso final: el asesinato / suicidio en masa del Templo del Pueblo de Jim Jones el 18 de noviembre de 1978. Dirigido por Tim Wolochatiuk.




miércoles, 12 de septiembre de 2018

Síntomas de la "neurosis colectiva" (Víktor Frankl)


Síntomas de la "neurosis colectiva" (por Víktor Frankl)

(...) Las dos últimas conferencias sobre psicoterapia han tratado sobre dos síntomas de la enfermedad de nuestro tiempo: el primero es el fatalismo; el segundo, lo que yo he denominado «actitud provisional ante la existencia». Estos dos síntomas se complementan en cierto modo entre sí, uno guarda una cierta relación con otro. Una persona fatalista piensa que no es posible luchar contra el destino, ya que éste es demasiado poderoso. La persona que adopta una actitud provisional, por su parte, opina que no es necesario organizar el futuro, pues nunca se sabe lo que va a suceder mañana. Actuar pensando en el porvenir, hacer planes, vivir sabiendo adonde va, todo esto le parece innecesario e ilógico, y sólo se preocupa de una cosa: de vivir al día.
 
Hoy vamos a hablar de otro síntoma, el tercero en relación con la neurosis colectiva, si es que tenemos realmente derecho a dar al concepto de la neurosis un sentido colectivo (ya hemos comentado anteriormente hasta qué punto está esto justificado). Este tercer síntoma es el pensamiento colectivista, que desde hace ya tiempo se está desarrollando cada vez más. Pero es necesario tener cuidado para no interpretar mal el concepto del pensamiento colectivista o, dicho en un sentido más general, el colectivismo. Quiero prevenir —nunca se insistirá demasiado— contra la posibilidad de traducir la raíz «colectivo» en la palabra colectivismo como comunidad o sociedad; con ello nos estaríamos refiriendo a lo opuesto de lo que estamos pensando, la masa.

No es lo mismo la sociedad o la comunidad que la masa. La diferencia más interesante, por lo que se refiere a nuestro tema, está en la relación de ambas, la comunidad y la masa, con la individualidad del hombre, o mejor dicho, con su personalidad, con su existencia como persona. Así, la comunidad necesita a los distintos individuos, al igual que, por el contrario, todo individuo necesita la comunidad para poderse realizar a sí mismo, es decir, para poder ser persona. Pero no sucede lo mismo en el caso de la masa. En ésta no se puede destacar ni desarrollar nunca una personalidad humana, ni siquiera la simple individualidad de una persona. La masa no acepta la individualidad, pues ésta sólo le causa molestias. Por ello, lucha contra las individualidades, las oprime, les roba su libertad, se las recorta a favor de la igualdad; se nivelan las individualidades y las personalidades desaparecen siguiendo una tendencia hacia la nivelación: éste es, en la masa, el destino de la libertad personal; lo que se busca es una igualdad lo más impersonal posible. Pero, ¿qué
sucede con el tercer aspecto relacionado con todo esto, qué sucede con la fraternidad? Pues bien, se degenera, se convierte en un instinto gregario.

¿Cómo llega el hombre, el hombre medio de hoy, que se caracteriza —por no decir que está marcado—por los síntomas neuróticos de la humanidad actual, a caer en un modo de pensar colectivista? Esto se debe, sobre todo, a que le tiene miedo a la responsabilidad, y ésta es siempre muy personal. Ha sido de nuevo en la guerra, en las tropas, donde el hombre ha aprendido, ha tenido que aprender a dejarse llevar, a dejarse arrastrar, tal como suelen expresarse tales personas. En estas situaciones lo que importa es no llamar la atención por nada, pasar desapercibido cueste lo que cueste, integrarse en la masa. Hoy se mantiene todavía esta actitud. Pero, ¿qué se hace realmente? No se introduce uno en la masa, sino que se hunde en ella, se renuncia a sí mismo como persona.

Porque —y esto no debemos olvidarlo nunca— la masa es impersonal. Y sólo las personas tienen libertad y responsabilidad. Por ello, sólo las personas, debido a sus decisiones libres y a sus actos responsables, pueden ser culpables o tener méritos. Un grupo impersonal nunca puede ser culpable, y no existe, por tanto, nada parecido a la culpabilidad colectiva. Quien juzga de forma global, colectiva, o quien condena a una colectividad, sólo busca su comodidad, e intenta, sobre todo, eximirse a sí mismo de la responsabilidad que va unida a todos los juicios o condenas.

Si nos preguntamos ahora qué tipos de personas son las que —al parecer debido a su carácter— tienden a realizar tales generalizaciones, llegamos al cuarto y último síntoma de la enfermedad de nuestro tiempo: el fanatismo. Éste tiene una cierta relación con el colectivismo, anteriormente tratado: mientras que la persona con un pensamiento colectivista olvida su propia personalidad, el fanático pasa por alto la personalidad de los individuos que no piensan como él, no admite un modo de pensar distinto al suyo; lo único que acepta es su propia opinión. Pero el fanático ni siquiera tiene una opinión propia, sino que «le tiene» a él la opinión pública. Esto es lo que hace que el fanatismo sea tan peligroso: el que la opinión pública se apodere tan fácilmente de los fanáticos y que ciertos individuos se puedan apoderar también con facilidad de la opinión pública. Estos individuos son los gobernantes o, mejor dicho, un gobernante, un dirigente. Se puede entender así lo que se dice que exclamó Hitler durante una conversación: « ¡Qué suerte para los gobernantes que las personas no piensen, sino que prefieran que les den todo pensado!» Los caracteres fanáticos no son para los psiquiatras algo desconocido y desacostumbrado. 

El ministerio de Justicia noruego estableció hace años una comisión psiquiátrica, que se encargó de examinar clínicamente a más de 60.000 partidarios de Quisling. ¿Cuál fue el resultado? Que el porcentaje de paralíticos, paranoicos y psicópatas paranoides entre tales fanáticos era, en promedio, dos veces y media mayor que entre la población noruega corriente. Vemos, pues, que no se trata tanto, como se piensa recientemente tan a menudo, de someter a los políticos a reconocimientos psiquiátricos regulares. Aparte de que es dudoso que se pudieran realizar, estos tratamientos psiquiátricos llegarían demasiado tarde. Habría que haber sometido a un reconocimiento psiquiátrico
anteriormente, en su momento, a aquellos con cuya ayuda y sobre cuyas espaldas han escalado hasta su posterior liderazgo los políticos en cuestión. Volviendo de nuevo al fanatismo y recordando que hemos dicho que el fanático ignora la personalidad, esto es, la libertad de decisión y la dignidad humana de las personas que no piensan como él, se me ocurren otras palabras de Hitler, quien dijo en cierta ocasión que la política es un juego en el que están permitidos todos los trucos. En mi opinión, no hay nada tan característico del fanático como el hecho de que para él todo se convierte en un simple truco, en un simple medio para conseguir un fin. Piensa que el fin justifica los medios. Pero existen medios que pueden degradar el fin. Y existe también algo que nunca se debería degradar y convertir en un simple medio. Kant lo sabía perfectamente: el hombre no debe ser degradado nunca a un simple medio para conseguir un fin. Pero esto sucede continuamente, y sobre todo en la política fanática, que no se detiene ni ante los hombres, sino que los incluye en sus objetivos políticos. A través de esta política fanática, se politiza al hombre, cuando sería mucho más importante lo contrario: que se humanizara la política.

La opinión pública, de la que decíamos anteriormente que se apodera en gran medida de las personas fanáticas, cristaliza también en forma de frases hechas. Éstas provocan, nada más ser lanzadas a la masa, una especie de reacción en cadena, una reacción psicológica que es mucho más peligrosa que la reacción en cadena física en que se basa el mecanismo de la bomba atómica, pues este mecanismo, esta reacción en cadena no habría comenzado si no le hubiera precedido la reacción psicológica en cadena; si una masa, el hombre de la masa, no hubiera sido atacado, por así decirlo, por la frase hecha. Qué razón tenía Karl Kraus al decir: «Si la humanidad no tuviera frases hechas, no necesitaría armas.» En lo que concierne a la bomba atómica, Einstein acertó a decir: «El problema no es la bomba atómica, el problema es el corazón del hombre.» Llegamos aquí al final de nuestra conferencia sobre los síntomas de la neurosis colectiva o de la enfermedad de nuestro tiempo. En sentido figurado, pero sólo en sentido figurado, se puede hablar de una epidemia psíquica, sobre todo en lo referente al fanatismo. Lo que caracteriza a las epidemias psíquicas en contraposición a las somáticas es simplemente una cosa, que les da su carácter amenazante: las epidemias psíquicas no son sólo, como las somáticas, una consecuencia más o menos inevitable de la guerra, sino que, por desgracia, son también una posible causa de guerra. Por ello, la lucha contra estas epidemias debe ser el objetivo más urgente de la higiene psíquica.

Preguntémonos ahora cuánto se han propagado estos síntomas de la neurosis colectiva. Yo propuse en cierta ocasión a mis colaboradores realizar a tal efecto una prueba con personas que no eran neuróticas en el estricto sentido clínico de la palabra, para lo que se utilizaron los tests más modernos. La pregunta relacionada con el primer síntoma, es decir, con la actitud provisional ante la existencia, era: « ¿Cree usted que no hay que organizar el futuro porque va a estallar la bomba atómica y nada tiene entonces sentido?» La pregunta sobre el segundo síntoma, esto es, la actitud fatalista ante la vida, decía: « ¿Piensa usted que el hombre no es al fin y al cabo nada más que un juguete a merced de las fuerzas y poderes exteriores e interiores?» En relación con el síntoma del pensamiento colectivista les preguntamos: « ¿Cree usted que lo más importante es no llamar la atención?» Y por último, esta pregunta capciosa —tengo que admitirlo— sobre el fanatismo: « ¿Cree usted que una persona que quiere lo mejor está autorizada a utilizar cualquier medio que le parezca adecuado?» A través de este test se pudo comprobar que entre las personas examinadas sólo una estaba libre de los cuatro síntomas de la neurosis colectiva, mientras que más de la mitad presentaban al menos tres de los cuatro síntomas.

Sabemos que no sólo un conflicto psíquico, sino también uno espiritual, por ejemplo, un conflicto de
conciencia, puede provocar una neurosis. Se comprende así que la persona que es capaz de tener un conflicto de conciencia está inmunizada contra el fanatismo, contra la neurosis colectiva. Y, a la inversa, si alguien que sufre una neurosis colectiva, por ejemplo, un político fanático, es capaz de escuchar la voz de su conciencia y de dejarse influir por ella, entonces puede superar también su neurosis colectiva.

Hace ya algunos años hablé sobre este tema en un congreso de médicos, al que asistían, entre otros, algunos colegas que vivían en un país sometido a un régimen totalitario. Al finalizar la conferencia se acercaron a mí y me dijeron: «Conocemos muy bien todo lo que usted ha comentado. Debe usted saber que nosotros lo denominamos la enfermedad de los funcionarios. Muchos funcionarios del partido, con el tiempo, enferman de los nervios debido a la creciente carga de su conciencia; pero entonces se curan de su fanatismo político

Fuente: "La psicoterapia al alcance de todos", Herder, Barcelona, 1995

sábado, 1 de septiembre de 2018

Psicología Junguiana de las Masas (#1)


Por Dr. Néstor Eduardo Costa (analista junguiano) // Me ha parecido oportuno e interesante, dada la situación de nuestro país, sin con ello pretender hacer política ni mucho menos, traer a colación una reflexión de Jung sobre el tema de la participación de alguien en el denominado fenómeno de masas. Qué pasa con ese sujeto, integrante de una multitud. Para este autor, se trata de la identificación de un individuo con un número de personas que viven, en cuanto grupo, una experiencia colectiva de transformación.Dicha experiencia tiene lugar a un nivel de consciencia más bajo que el de la vivencia individual. 
Es un hecho indiscutible, que cuando se junta mucha gente, unida por un estado de ánimo común, de ese grupo, resulta un alma colectiva que está por debajo del nivel del individuo. El estar unido a muchos otros, tiene una gran fuerza de sugestión y es muy factible que el individuo que forma parte de esa masa se identifique con ella, a punto tal, que si la muchedumbre se propone algo, aunque sea inmoral, ese individuo lo acepte. Y algo notable, como parte de la masa ese sujeto no siente responsabilidad alguna, porque se ha identificado plenamente con ella, pero tampoco miedo.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Sobre las tensiones discursivas interdisciplinarias



Por Juan Manuel Otero Barrigón // El abordaje psicodinámico de los grupos “sectarios” no puede eludir, sin empobrecerse, la reflexión crítica que sobre el tema han practicado la antropología y la sociología de la religión. Existe una tensión discursiva en torno a la categoría “secta” entre las tres disciplinas. La mirada psicológica no puede desentenderse de la utilización que se ha hecho, históricamente, de dicho vocablo, en orden a estigmatizar a grupos socialmente minoritarios, sobre todo de origen religioso. Sin embargo, cierto es que lo que unos y otros denominan “secta” difiere en su alcance y significado. De allí que, muchos estudiosos en el ámbito de la salud mental, y para sortear estas tensiones, hayan elegido apelar al uso de otras expresiones, más psicologizadas, pero que conservan, en su esencia, el sentido profundo de lo que como psicólogos nos compete . Denominaciones como “grupos abusivos”, “grupos coercitivos” o “grupos de manipulación psicológica”, son algunos ejemplos de esto último.

viernes, 18 de mayo de 2018

La trampa del ego divinizado


La trampa del ego divinizado,

por Juan Manuel Otero Barrigón

Vamos a referirnos ahora a una de las dificultades más difíciles de advertir en la búsqueda espiritual.

Prácticamente, no existe tradición que no haya aludido a la necesidad de mantener a raya el ego, sino incluso de suprimirlo, como paso previo a todo proceso de auténtico despertar. El célebre filósofo y divulgador Alan Watts definía en su libro al ego como una estructura social, más bien una ficción, enraizada en una concepción dualista del hombre y la realidad Ficción que nos mantiene sumidos en una falsa conciencia problemática, a la cual nuestro spiritual entertainer denominaba la Gran Mentira Social. La liberación, en dicho sentido, no supondría sino la toma de distancia de nuestro estilo egocéntrico de conciencia, aquel que nos mantiene amarrados a Maya, en tanto velo fabricado por los condicionamientos impuestos por las instituciones sociales. Liberación cuyo fin no sería destruir al ego, sino más bien, sobrepasarlo, trascenderlo, para descubrir que aquel a quien tan seriamente solíamos considerar, no encubre, sino en el fondo, más que un juego que decidimos jugar solemnemente.

Como parte de esta ilusión sostenida por los numerosos condicionamientos en los que nos vemos atrapados, solemos correr el riesgo de echarnos a descansar en nuestros aparentes logros, engordando nuestro ego para sumergirnos más profundamente en las marañas de esa red de la que, inicialmente, decíamos querer escapar.

Así, y a medida que dedicamos más y más tiempo al camino elegido, se va edificando, en muchos casos, la fortaleza de un ego, que adornado ahora con laureles, comienza a sentirse cada vez más satisfecho consigo mismo, quedando sujeto a una profunda hipnosis, cuya voz repite, una y otra vez, “haz alcanzado la meta”.

De esta manera, la estructura de personalidad marcadamente egoica, se encierra en sus propios conceptos espirituales e ideas, construyendo una armadura invulnerable a toda “influencia exterior”.

Refugiados en su propia órbita narcisista, los egos divinizados se distancian de los demás, mostrándose invulnerables y autosuficientes, renuentes a toda retroalimentación positiva con el medio circundante.

Disociado progresivamente del auténtico sendero de individuación, el ego divinizado busca ser otro, alguien distinto, cada vez más lejos de convertirse en quien realmente es.

Su peregrinaje hacia la autoentronización emparenta al ego divinizado con la afección característica de aquel individuo que padece el “síndrome del iluminado”. Personas que sienten tener una mirada única de la vida, y que, considerándose de algún modo excepcionales, se creen con el derecho de moralizar aquí y allá, condenado todo lo que creen equivocado, rechazando cualquier tipo de ayuda por parte de otros, y atribuyéndose la potestad de indicar a los demás “el camino correcto a seguir”.

La trampa del ego divinizado es tal, que de a poco va minando la calidad de los vínculos con los demás, ya que la sensación, es que el resto de las personas no se encuentran a la propia altura. El ego divinizado las mira desde arriba, parado sobre un pedestal de plástico, creyendo haber alcanzado una meta, que más que nunca, lo elude.

Así, el ego divinizado es el opuesto no complementario de la auténtica apertura al mundo que acontece a quien comienza a saborear los frutos del camino transitado conscientemente. Alegría, comprensión, compasión, desprendimiento, autodependencia, generosidad, y tantas otras cualidades que brotan desde lo más íntimo como resultado de todo caminar despierto. Tesoros inaccesibles para quien, despistado, se enreda en las telarañas de la autoimportancia y el mérito propio.

A menudo, el mariposeo espiritual al que nos referirnos al hablar de la espiritualidad chatarra, suele ser una ruta directa hacia la divinización del ego. Buscando incesantemente nuevas teorías, participando de más y más talleres y cursos, leyendo más y más libros, se pueden ir creando las condiciones para el autoengaño, ya que difícilmente se haya podido dedicar el tiempo necesario para metabolizar pacientemente las riquezas descubiertas. “¡Pero si es que yo dedico tanto tiempo a la vida espiritual!”, se queja, ofendido, el ego divinizado.

Y es que atrapado en la mera afirmación de sí mismo, el ego divinizado y sus exigencias, sólo ocultan tras la fachada de una nobleza y contemplación tan neuróticas, el rostro más fiero de las vanidades.

viernes, 11 de mayo de 2018

Sobre Nxivm y Keith Raniere

Keith Raniere

Así trabaja la secta que “marca a fuego” a las esclavas sexuales

El caso fue revelado tras una investigación del New York Times: “NXIVM” era más que un grupo de autoayuda. Según la organización, sus cursos estaban diseñados para traer mayor autorrealización al eliminar barreras psicológicas y emocionales. En su página web, Nxivm (que se pronuncia nexium), se describe como una "comunidad guiada por principios humanitarios que busca empoderar a la gente y responder preguntas fundamentales sobre qué significa ser humano".

Para el FBI, sin embargo, no era más que “una pirámide de sumisión y de explotación sexual y laboral”. Esta multitudinaria secta, que llegó a estar integrada por 16.000 personas desde 1998, ocultaba una sociedad aún más secreta que convertía a sus miembros femeninos en objetos sexuales y las marcaba a fuego con la iniciales del líder, Keith Raniere. Tras la iniciación, comenzaba para estas chicas una existencia denominada por el FBI como “espeluznante

El hombre, de 57, fue arrestado tras descubrirse que las integrantes de su secta, todas mujeres, eran en realidad su esclavas sexuales. Una de sus miembros era la actriz Allison Mack, de la serie televisiva “Smallville”, quien fue arrestada este fin de semana bajo cargos de tráfico sexual por reclutar mujeres para la secta.

Raniere -conocido dentro de la secta como “The Vanguard”- lideraba los “talleres de autoayuda” de NXIVM en Estados Unidos, México, Canadá y varios países de Sudamérica. Las asistentes debían una cuota de ingreso que alcanzaba los 5.000 dólares por un taller de cinco días y debían firmar acuerdos de confidencialidad.

Una vez que firmaban, comenzaba la pesadilla: ya no eran parte de una comunidad, sino las esclavas sexuales del propio Raniere. Con la ayuda de unas 15 a 20 mujeres con quienes tenía relaciones sexuales desde el comienzo, el hombre creó en 2015 un pequeño grupo ultrasecreto llamado "DOS", un acrónimo de una frase en latín que podría traducirse como "Señor de las mujeres obedientes".

Este grupo estaba totalmente integrado por mujeres y con varios niveles de "esclavas" y "amas". Las esclavas tenían la obligación de reclutar a su vez a otras esclavas, sobre todo de NXIVM. Se suponía que las esclavas se convirtieran en maestras reclutando a sus propias esclavas, quienes luego deberían servir no solamente a sus propias maestras sino también a las maestras de los niveles superiores en la pirámide DOS.

Para entrar en DOS, las mujeres debían entregar videos, fotos e información sexual comprometedora que luego era utilizada para chantajearlas si querían abandonar la organización o si denunciaban sus secretos. Una vez adentro, también eran obligadas a firmar acuerdos para ceder activos o la tenencia de sus hijos a Raniere si rompían el silencio.

Las esclavas debían realizar tareas domésticas para las amas, responder a mensajes rápidamente de día o de noche y tener sexo con Raniere cuando se les pedía. También debían mantener dietas de menos de mil calorías diarias porque a Raniere le gustaban las mujeres muy delgadas. En las ceremonias que se llevaban a cabo bajo el más absoluto secreto (pero que eran filmadas), las víctimas eran marcadas en su región pélvica con un lápiz cauterizador. La marca tenía las iniciales de Raniere.

Le pidieron a cada una de las mujeres que se desnudara y se acostara sobre una mesa de masaje, mientras otras tres mujeres sujetaban sus piernas y hombros”, relata el NYT. “Según una de ellas, su ama, una integrante de alto nivel de Nxivm llamada Lauren Salzman, les ordenó que dijeran: ‘Ama, por favor, márcame; será un honor’. Una doctora procedió a usar un cauterizador para marcar como un herraje un símbolo debajo de la cadera, un procedimiento que duró entre 20 y 30 minutos. Durante horas, gritos y el olor a carne chamuscada llenaron la habitación”.

Luego de la renuncia pública de una "esclava" de DOS y la publicación de un artículo del New York Times en octubre pasado sobre la sociedad secreta, Raniere huyó a México con una adinerada "heredera". Finalmente, fue arrestado en Puerto Vallarta, deportado a Estados Unidos y acusado de tráfico sexual y trabajo forzado, y podría ser condenado a un mínimo de 15 años de cárcel y un máximo de cadena perpetua.

"Raniere mostró un asqueroso abuso de poder en sus esfuerzos para denigrar y manipular mujeres que consideraba como sus esclavas sexuales", dijo el jefe del FBI en Nueva York, William Sweeney, tras arrestar al hombre. "Supuestamente participó en actos horrorosos marcando y quemando a sus miembros, con la cooperación de otras mujeres que operaban dentro de este sistema piramidal poco ortodoxo".

Sarah Edmondson, de 40 años, es una de las esclavas que pudo escapar antes del arresto de Raniere. Aseguró a la prensa que cuando le marcaron debajo de la cadera las iniciales del líder "fue el momento más doloroso y traumático" de su vida. La mujer aseguró haber conocido dentro de Nxivm a muchas mujeres que le afirmaron que no podían comer más de 800 calorías al día porque al líder no le gustan las mujeres gordas.

Una de las personas más informadas sobre el tema es la actriz estadounidense Catherine Oxenberg, protagonista de la mítica serie "Dinastía". Su hija, India, de 26 años, todavía forma parte de la secta y no desea salir. Una de las mujeres que pudo escapar le contó a Oxenberg que "India estaba en una mala situación" y que le dijo "que no iba a comer durante tres días para tratar de corregir su comportamiento". Oxenberg no sabe nada de India desde octubre, cuando su hija publicó en su cuenta de Facebook: "Estoy absolutamente bien, genial en realidad. Nunca me pondría a mí o a la gente que quiero en peligro".

Publicado originalmente en http://www.lavoz901.com.ar, 28 de Abril de 2018

viernes, 4 de mayo de 2018

El Complejo de Pueblo Elegido


"El Complejo de Pueblo Elegido"

por Juan Manuel Otero Barrigón

Todo camino espiritual sincero se encuentra, en algún momento, con la necesidad articular los frutos de su recorrido con alguna contribución social desinteresada que ayude a elevar el nivel de consciencia de los demás. Es la dimensión esencialmente comunitaria de la vida espiritual, aspecto que los hindúes conocen bien, y que ellos ubican dentro de la noción de karma yoga.

En algunos casos, la esencia misma de dicho camino de crecimiento interior discurre por las vías de la vida comunitaria, esto es, por la fuerte identificación y sentido de pertenencia del individuo para con un grupo.

Cuando los grupos espirituales, cualquiera sea su origen y creencias, proponen una disciplina que, respetando la autonomía y libertad de sus miembros, les permite avanzar en pos de su autorrealización, y los ayuda además a constituirse en factores positivos para el prójimo, podemos concluir que estamos ante un grupo psicológicamente sano.

Sin embargo, en otras oportunidades, nos encontramos con grupos que, cerrados en sí mismos, y convencidos de su superioridad espiritual respecto a los demás, se atrincheran dentro de los límites de las pretendidas verdades descubiertas, las cuales consideran vedadas para aquellos que no pertenecen al grupo. Es muy diferente creer que uno está transitando el camino correcto para sí mismo, a asumir la convicción de que ese camino o comunidad a la que se pertenece, es “la elegida”.

Los grupos y comunidades poseídos por el “Complejo de Pueblo Elegido”, instrumentan dinámicas que tienden a separar a aquellos que pertenecen de quienes no pertenecen, motivados por la necesidad de proteger la pureza espiritual que atribuyen al grupo, frente a la amenaza de “contaminación” exterior.

Por tal motivo, proyectan su Sombra afuera, siendo este un mecanismo homeostático por medio del cual el grupo consolida su cohesión, al tiempo que le permite dar forma al “chivo expiatorio” que justificará su alejamiento de un mundo concebido como pernicioso y degradante.

Impera, aquí, la lógica maniquea de buenos/malos, salvados/condenados, santos/pecadores que simplifica la realidad, pero que otorga, en el mismo proceso, la tranquilidad de artificio que supone la convicción de “estar del lado correcto de la vida”.

En un mundo colmado de incertidumbres como el que habitamos, la necesidad de sentirnos seguros y reconocidos puede ser muy fuerte. Al punto tal que muchas personas pueden estar dispuestas a renunciar a importantes cuotas de libertad y autodependencia, si de “pertenecer” y “formar parte” se trata.

El “Complejo de Pueblo Elegido” va minando, progresivamente, la apertura dinámica, creativa y flexible del grupo para con su entorno, encerrándolo en actitudes rigoristas e intransigentes, que torna a sus miembros inflexibles y severos hacia los demás, pese a que, ellos juren, sólo los motiva el amor al prójimo.

Funcionan, psicológicamente, de manera estereotipada, sin posibilidad de interrelación dialéctica con el mundo, lo que conduce al grupo al autocentramiento en su propia y exclusiva lógica, y por ende, a la clausura de intercambios enriquecedores con la sociedad.

Creerse parte del “Pueblo Elegido” otorga a los componentes del grupo la convicción de estar frente a una misión importante que cumplir, frente a un Destino y una Tarea, parodia colectiva del Viaje del Héroe del que nos hablaran mitólogos como Joseph Campbell.

Sofocada la individualidad de sus integrantes, se interrumpe el viaje interior de la psique, que requiere, para su buen despliegue y desarrollo, confrontarse sin velos con las propias zonas oscuras de la personalidad.

Encerrados en su propia burbuja, los miembros del Pueblo Elegido vagan con mapas mojados por un desierto sin límites, sintiéndose herederos de una Tierra Prometida, que esperándolos en ningún lugar, sólo ellos, en sus ensueños colectivos, creen conocer.

viernes, 27 de abril de 2018

Sobre "Wild Wild Country"



Por Juan Manuel Otero Barrigón // La reciente serie documental "Wild Wild Country" ( Maclain Way, Chapman Way, 2018) es una genialidad narrativa de poco más de seis horas de duración, en torno a la historia del gurú indio Bhagwan Shree Rajneesh (más conocido en Occidente como Osho), y en especial de su comuna, que desde su nacimiento en Poona, a medidados de la década de los 70, comenzó a abrazar a muchísimos buscadores espirituales de Europa, Estados Unidos, y Oceanía. En 1981, Rajneesh y sus sannyasins decidieron asentarse en el estado norteamericano de Óregon, donde el culto estableció una comunidad internacional (Rajneeshpuram) que creció de manera fenomenal, alterando los nervios del conservador poblado de Antelope y con el tiempo también, de gran parte de la pacata sociedad estadounidense. El trabajo de los hermanos Way reúne un impresionante material de archivo, tanto fílmico como fotográfico, que acompañado de las bellísimas ilustraciones que guían momentos claves de la narración, convierten a la obra en una experiencial visual súper potente. El guión está maravillosamente construido y equilibrado, alternando entre dos grandes momentos. La primera parte del documental nos muestra como los seguidores de Rajneesh lograron construir una ciudad en funcionamiento muy rápidamente partiendo de la nada y en medio de la nada, movidos por la sola devoción al gurú, y por la pasión revolucionaria de quienes están embarcados en un definitivo viaje de transformación consciente. Las autoridades que los persiguen no se presentan como ángeles: sospechosos y farisaicos, intentan torcer las reglas para expulsar a los sannyasins de lo que consideran una violación a su status quo. A lo largo de esta primera parte, es difícil no simpatizar con la comuna y con su espíritu. Sin embargo, lentamente, el foco de atención narrativa comienza a deslizarse con fuerza creciente sobre la figura de Ma Anand Sheela, la asistente personal de Rajneesh y quien en la práctica, llevaba realmente la batuta de las principales decisiones de la organización. Si bien los documentalistas nos la presentan al mismo inicio de su relato, es a partir de la segunda mitad de la película donde su influencia cobra verdadera dimensión. Astuta, ambiciosa, y con marcados rasgos psicopáticos, Sheela está dispuesta a todo con tal de defender a la que considera la razón de su vida. Y si a lo largo de los primeros tres capítulos a uno le costaba entender los motivos de tanto ensañamiento contra la comunidad de sannyasins, los últimos tres nos develan más explícitamente su Sombra, junto a las razones que explican el naufragio de la utopía. El documental también se centra durante un buen rato en la acusación de "secta" que, en su tiempo, recayó sobre el grupo por parte de la mayoría de los medios de comunicación y de algunos activistas anticultos. En ese sentido, continúa con la tendencia actual de otros documentales similares en torno a movimientos filosófico/religiosos que eclosionaron por la misma época ("Hare Krishna!, de John Griesser o "Silo", de Leandro Bartoletti, son algunos ejemplos). Pero los cuestionamientos a Osho no sólo provenían de la incomprensión tendenciosa de sectores desinformados. Sociólogos de la religión como Bob Mullan, ya habían planteado que "sin duda, Rajneesh es ecléctico, usurpador de verdades, medias verdades de las grandes tradiciones. A menudo también es superficial, inexacto, falso y extremadamente contradictorio". Otros, como el profesor de estudios religiosos Hugh Urban, ponían el énfasis en la capacidad marketinera de Rajneesh, quien fue capaz de crear un camino espiritual que, pese a su diatriba rebelde, estaba muy en sintonía con las condiciones socioeconómicas del consumismo capitalista imperante. Pese a todo, para sus seguidores actuales, y especialmente para muchos de aquellos que compartieron su vida junto al gurú, la verdadera historia de aquellos años sigue sin contarse. El recuerdo de esos tiempos compartidos sigue conmoviendo corazones y provocando una dorada nostalgia en muchas personas. Un ex residente de Rajneeshpuram al que entrevisté tiempo atrás, lo supo sintetizar de esta manera: "Fue algo asombroso aquello que vivimos y, en muchos sentidos, somos el legado de que eso realmente sucedió".

El Trailer



viernes, 6 de abril de 2018

viernes, 23 de marzo de 2018

Podcast: La juventud de un líder de culto


Interesante podcast del programa radial "True Crime" (Estados Unidos), analizando el peso de la temprana juventud de Charles Manson en su itinerario posterior. Fue grabado el 19 de Noviembre de 2017, apenas un día antes del fallecimiento del líder de culto. Participan: Jim Clemente (perfilador criminal del FBI), Laura Richards (analista de conducta criminal de la Scotland Yard), y Lisa Zambetti (directora de casting de "Criminal Minds", de la CBS).

Víctimas de la "Familia Manson"

Infografía sobre el líder de culto (clic para ampliar)


Tres películas volverán a contar la historia del asesinato de Sharon Tate, por Natalia Tzrenko

En agosto de 2019 se cumplirán cincuenta años del asesinato de la actriz Sharon Tate cometido por Charles Manson y sus seguidores. Y aunque ya en otras oportunidades Hollywood retrató las muertes de la por entonces esposa del director Roman Polanski y de sus amigos Abigail Folger, Jay Sebring, Wojciech Frykowsk y Steven Parent, como en la serie ya cancelada Aquarius en la que David Duchovny interpretaba a un detective al acecho de la secta de Manson, 2018 parece ser el año en el que la industria del cine decidió volver a rescatar esa historia de las crónicas policiales para llevarla a la gran pantalla.

Al proyecto de más alto perfil, la ya anunciada película de Quentin Tarantino en la que Margot Robbie podría interpretar a Tate, se acaban de sumar un par más que contarán la tragedia ocurrida en Los Ángeles en 1969 de maneras bastante diferentes. Y, teniendo en cuenta los conflictos más recientes de Tarantino que lo involucraron con las denuncias de Uma Thurman contra Harvey Weinstein y su pasada defensa de Polanski en relación a su condena por violación de una menor, tal vez las nuevas películas sobre los crímenes de Manson corran con alguna ventaja.

Uno de los proyectos, un thriller de terror llamado The Haunting of Sharon Tate tendrá como protagonista a Hillary Duff -como ella misma anunció en Instagram- en el papel de la actriz y contará los últimos días de su vida desde su perspectiva.

Además, ayer la publicación especializada The Hollywood Reporter confirmó que Matt Smith, el príncipe Philip en The Crown , interpretará a Charles Manson en el film Charlie Says, que será dirigido por Mary Harron, una especialista en la mente criminal. Harron fue la realizadora de Psicópata americano, con Christian Bale y, más recientemente, la serie Alias Grace, basada en la novela de Margaret Atwood. En el caso de Charlie Says, Harron y su guionista, Guinevere Turner, se enfocarán en los crímenes del clan Manson desde la perspectiva de una de sus integrantes femeninas, Leslie Van Houten.

viernes, 16 de marzo de 2018

The Three Personality Disorders Prevalent in Religious Environments




The Three Personality Disorders Prevalent in Religious Environments,

por Christine Hammond

If only churches, synagogues, and mosques were safe places for people to learn about God and grow spiritually. But sadly, many are not. Rather, they can become safe places for three of the most intense personality disorders. Regardless of the religious belief system that a person subscribes to, these three disorders can be found within the leadership structure of many religious organizations.

Why? Because followers of the organization come with an honest desire to grow spiritually, fellowship with other like believers, and worship God. They are not suspecting to be taken advantage of, lied to, manipulated, and coerced. They expect this behavior outside of the religious institute not inside it.

Here are the three personality disorders prevalent in religious institutions and how to identify them:

1) Anti-Social Personality Disorder (Sociopath/Psychopath). This is the most dangerous of the bunch because Anti-Social Personality Disorder (ASPD) is the most difficult to identify and the most treacherous. ASPDs frequently wear a variety of masks and have the ability to be chameleon like in nature. This allows them to make commitments (which they have no intention of carrying out) while actually doing the opposite. Their ability to deceive is so excellent that even when caught, they are able to talk their way out of anything. The best evidence of an ASPD is the wake of destroyed relationships in their past. If they will stab one person in the back, they will do it to another without any remorse. The danger in confronting ASPDs is that they are highly revengeful and will stop at nothing until a person is completely destroyed. This personality can be violent when provoked.

2) Narcissistic Personality Disorder. A person with Narcissistic Personality Disorder (NPD) loves to be the center of attention. Religious environments provide a great place for NPDs to be treated superior whether or not they deserve it. Many times they will appear to listen to the advice of others, but their actions do not reinforce it. NPDs believe they have a special relationship with God and therefore should be in complete control. Often, they will degrade, discount, or dismiss those who are not entirely loyal to them. It is easy to pick out the NPD because they are the most charming of the disorders with an unusual ability to appear harmless, caring, and generous. But at the heart of a NPD is a deeply insecure person who will stop at nothing to protect their image and fend off any embarrassment. NPDs can be confronted but only in very small doses and surrounded by excessive praise.

3) Obsessive-Compulsive Personality Disorder. Obsessive-Compulsive Personality Disorder (OCPD) is not the same as Obsessive Compulsive Disorder (OCD). This article explains the difference: http://pro.psychcentral.com/exhausted-woman/2016/05/difference-between-obsessive-compulsive-personality-disorder-and-obsessive-compulsive-disorder/. In religious circles, OCPDs are very legalistic about the rules and order to the point that they miss the real meaning behind worship. Ironically, OCPDs claim they are not dogmatic but their actions and treatment of those living outside of the rules proves otherwise. There is no compromise with OCPDs, everything is either black or white and they are the principle determining factor as to who falls into which category. By appearance, OCPDs are easily recognizable as they always look very put together and are impeccably groomed. Confronting them can be very successful if it is presented as a better and more efficient way. But be prepared to have a long exhausting analytical discussion.

Having an understanding of these personality disorders and how they thrive in religious environments helps to prevent becoming entangled with them.

viernes, 2 de marzo de 2018

Ladrones del yo

Pintura: "Alter Ego", por Flamur Miftari


   Ladrones del Yo, por Juan José Millás

Hace poco, en una mesa redonda sobre la identidad, nadie sabía decir a ciencia cierta en qué consistía ser yo. Finalmente, uno de los participantes señaló: “De la identidad cabría decir lo mismo que san Agustín afirmaba acerca del tiempo: ‘Si me preguntas qué es, no lo sé, pero si no me lo preguntas lo sé’”. Ignoramos, pues, quiénes somos a ciencia cierta, pero en el fondo de nuestro corazón todos tenemos la impresión de ser alguien. Todos, menos uno del público, según el cual la identidad era un traje del que nos cambiamos a nuestra conveniencia. “No somos los mismos —aseguró— en casa o en la oficina, con nuestros hijos o con nuestros amigos, por la mañana o por la tarde”.

Me pareció sugerente esta hipótesis, según la cual nos asomábamos a la ventana y al mismo tiempo de averiguar si convenía coger el abrigo o la gabardina, decidíamos disfrazarnos de funcionarios o de esposos. Pero seguramente, aunque ingeniosa, la idea no era cierta. Por debajo de esas circunstancias, hay una identidad que las recorre a todas. Ser uno, en otras palabras, no consiste en no ser dos, sino en haber construido a todos los que somos con materiales propios. Más de 100.000 españoles, según las estadísticas, viven atrapados en sectas destructivas. Se las llama así para diferenciarlas de las sectas cuyo grado de institucionalización es tal que han merecido recibir el nombre de religiones (el cristianismo fue en sus orígenes una secta).

Ahí tienen ustedes 100.000 casos de identidades enajenadas, alienadas (que viene de alien: otro), de personalidades construidas con materiales ajenos a los verdaderos intereses del sujeto que los sufre. O sea, que no somos nadie, pero somos algo. Y cuando no somos lo que debemos, algún fusible salta en nuestro interior como una voz de alarma. La identidad, la identidad. Si me preguntas en qué consiste, no lo sé, pero si no me lo preguntas lo sé. Las sectas destructivas viven de secuestrar identidades. Ellas saben quién eres tú porque han robado muchos “yoes”.

Fuente del texto: https://www.clarin.com/revista-enie/literatura/ladrones_0_rJA1F9EOz.html

viernes, 9 de febrero de 2018

Invitación: Curso


Curso introductorio de un (1) día. Requisitos de inscripción pueden solicitarse a religareredbsas@gmail.com o bien, a jmobarrigon@gmail.com

Programa del evento disponible en: https://www.facebook.com/events/179395142794606/

viernes, 26 de enero de 2018

Avatares de la relación maestro/discípulo

"Maestro y discípulo", por Bill Liger

Cinco errores a evitar en la relación con el maestro, por Fabrice Midal

La relación maestro-discípulo está en el corazón de muchos senderos espirituales y religiosos. Comparto este fragmento de un escrito de Fabrice Midal, enseñante budista francés contemporáneo, que si bien está dirigido primariamente al ámbito del budismo zen, plantea cuestiones que bien pueden reflejarse en contextos no budistas, a propósito de algunos de los riesgos que un planteamiento inadecuado que dicha relación pueden conllevar.

(El fragmento cuya traducción presento ha sido extraído del libro de Fabrice Midal “Pourquoi n'y a-t-il pas de chemin spirituel possible sans un Maître ?”, Editions du Grand Est 2009)

La tradición Zen posee esta del la máxima: “Si te encuentras con el buda mátalo”. El Buda no puede residir al exterior de si mismo. Olvidando que el Buda o el maestro son en primer lugar el espacio de la inteligencia que reside en si mismo, se hacen ídolos. El camino budista no consiste de ninguna manera en adorar al maestro como un ser extraordinario, sino en entrar en relación con él porque os muestre un camino que, conduciéndote cerca de ti, te trae al mundo.

Todos los errores de perspectiva vienen del olvido de que lo esencial está aquí. He aquí algunos.

Convertirlo en un ícono

El primer error es percibir al maestro a la manera que tienen los adolescentes de considerar su actor fetiche o su cantante preferido – un modelo con el que identificarse que les da seguridad sobre aquello que su existencia tiene de frágil e incierto. Está de un lado el héroe lejano, soporte de todas las proyecciones, y del otro uno mismo que está separado.

Esta idealización es un obstáculo a cualquier comprensión real del dharma. Se sorprendería mucho los adeptos de esta adulación al señalar cuanto en ella encierra de agresión en la contemplación de su objeto. Sin embargo, ¿que puede ser peor para un ser humano que extirparlo así de la esfera terrestre? Le es negada la menor posibilidad de existencia, se le condena al suplicio que se infringió a si mismo el rey Midas: todo lo que él tocaba se trasformaba en oro, para él no hay ni humor, ni error posible, ni humanidad. Lleno de ironía (o de perversidad) este despiadado aislamiento que es instituido reclama el amor más puro y es acompañado de declaraciones chillonas – desmentidas sin embargo solo por el tono de la voz que las pronuncia.

Recordemos que, en realidad, la relación al maestro consiste en deshacer toda tentativa de separarse de él y de las enseñanzas para descubrir la unidad primordial que existe entre él y nosotros.

Convertirlo en una especie de padre

Segundo extravío: percibir al maestro como aquel que tiene respuesta para todo y comportarse, a su lado, como un niño que rehúsa crecer.

He visto numerosas personas, en centros de meditación, que quieren ver a su maestro para preguntarle: "¿Tengo que comprar esta casa”, “Mi hijo no es amable, ¿qué debo de hacer?”, “Mi marido no quiere hacer lo que yo deseo ...”, o “¿Qué trabajo tengo que hacer?”. El maestro se convierte en profesor, consejero conyugal o financiero, psicólogo. Estas personas generalmente suelen finalmente irse, decepcionadas del dharma, sin darse cuenta de que no es una relación al dharma lo que ellas buscan.

La confusión con una figura paterna puede adoptar formas más complejas a poco que una herida narcisista profunda les haga pantalla. La relación afectiva toma entonces para el estudiante un lugar desmesurado en una modulación dramática desplazada. Una confusión así se superpone a todos los planos, impidiendo poder distinguir verdaderamente lo que es del orden neurótico – de una relación pues puramente fantaseada – del juego viviente de la realidad.

Más complicado todavía: algunos buscan asegurarse sobre el amor del maestro, o cuando menos de un lugar, manifestando la más completa sumisión hacia él, abandonando su propia decencia, y esperando amarrarlo así.

Recordemos que el maestro no está ahí para infantilizar a sus estudiantes sino, al contrario, para empujarles a asumir sus propias responsabilidades, a tomar su propias decisiones. No está para responder a todas las preguntas, sino para permitir arriesgarse a ser más libres.

La falta de reconocimiento

El tercer error consiste en considerar al maestro según lo que él os aporta. Tomáis aquello que os gusta, dejáis aquello que no os conviene – sin verdadero reconocimiento hacia él y sin tomar en serio sus instrucciones. Dicho de otra forma, acaparáis la experiencia de la apertura que hacéis conceptualizándola para insertarla en vuestro sistema de pensamiento. Más o menos consciente y sistemática esta actitud apunta a atrapar o rechazar vuestra vulnerabilidad y lo incognoscible propio de toda experiencia. Os separáis así de vuestro propio corazón en lugar de dejarlo llorar – como se dice de que “la viña llora” cuando en primavera la subida de sabia hace llenarse de gotitas los sarmientos.

El maestro no es un bibliotecario que os da el libro que habéis reservado, el os trasmite su propia experiencia, su propio camino, su corazón. Sin responder a esto, sin desarrollar una forma de reconocimiento y de ardor, es imposible en el fondo oír y vivir la enseñanza. Solo la gratitud corta el egoísmo y os une al maestro.

Viendo como el maestro esta él mismo al servicio de la situación, como constantemente busca ayudarnos, se pone de manifiesto que la relación más adecuada a mantener con él es servirle a nuestra vez – es decir servir la visión que lo inspira. Se participa entonces al mismo destino.

La posición histérica

El cuarto callejón sin salida es la histeria. La persona histérica se maravilla de la existencia del maestro, le canta alabanzas, cae desmayada ante su presencia. Puede incluso lograr hacerse pasar por un modelo, por el ejemplo del estudiante perfecto, hacer que alrededor de ella nadie se sienta a la altura. Solo ella sabe de lo que él tiene necesidad, solo ella lo ama. Pero la intensidad pasional en la que está atrapada no tiene nada que ver con una relación autentica. El histérico no busca de ninguna manera encontrar la persona del maestro, no tiene nada que hacer con su enseñanza – incluso si puede tener necesidad de imaginarlo grandioso y de decirlo. “Lo que la histérica quiere, explica Lacan, digo esto para aquellos que no tienen vocación, debe ahí de haber muchos – es un maestro. Esto es de todo punto claro. Es incluso la cuestión que hace falta plantearse de si no es de ahí de donde parte la invención de un maestro. Ella quiere que el otro sea un maestro, que sepa muchas cosas, pero igualmente que no sepa bastante para no creer que ella es el precio supremo de todo su saber. Dicho de otra manera, quiere un maestro sobre la que ella reine. Ella reina, y el no gobierna.

Lo que puede ser que tema por encima de todo una persona así, es ser amada, y que de esa forma el dharma se convierta en real – pues el dharma es el espacio del amor liberado y benevolente. Su actitud apunta a preservarla de la posibilidad de ser alcanzada y hecha, por el amor, vulnerable. En su figura más terrible, la histérica quiere ser la Ley, atraparla, poseerla. Lo cual es propiamente imposible. Es por esta razón la antípoda del maestro – que es la Ley por que sabe que es ella quien le sostiene y en lo que consintió.

Creer que el maestro sabe

Otro gran error, paradójico a primera vista, es creer que el maestro detenta un saber definitivo. Verdaderamente el maestro no sabe nada. Pensar que el maestro detenta un saber que os haría falta es un forma de necedad. Verdaderamente nadie, absolutamente nadie, puede saber cualquier cosa. Esta es una de las más profundas verdades humanas.

Se pueden saber cosas – que París es la capital de Francia, que 2 y 2 son cuatro – pero en cuanto a lo esencial, en cuanto a la existencia misma, en cuanto al “gran asunto” de la vida y la muerte del cual habla el Zen, ningún saber del orden de la certeza es posible. Pero como una verdad así es abisal, espantosa, para obtener seguridad se proyecta sobre el otro la posesión del saber. Se huye así de nuestra propia finitud, allí donde el camino consiste en reconocerla y en tener nuestra oportunidad.

Cada vez que considero que alguno “sabe”, estoy al punto de ilusionarme. Nadie sabe, Reconocerlo, hacer el duelo del hecho de que otro sepa por mi, está en el centro del camino budista.

Es posible exponer esto de otra forma: lo que el maestro sabe, realmente lo sabemos también nosotros – simplemente lo hemos perdido de vista. Pero la prueba de que lo sabemos es que tan pronto como lo dice, reconocemos su proposición como verdadera. ¿Cómo podríamos reconocerla si no la conociésemos ya?

No teísmo

Los cinco callejones sin salida descritos aquí se sostienen todos sobre la dificultad en articular correctamente al maestro externo – el ser humano que encontramos – y el maestro interno – la sabiduría que espontáneamente existe en nosotros. El papel del primero es liberar al segundo, incitarlo a manifestarse en la vida de sus estudiantes. Este lugar corta de cuajo el riesgo de hacer del maestro un ídolo -y el budismo, como toda tradición espiritual, está enteramente apuntalado sobre la preocupación de evitar a cualquier precio este riesgo fatal.

El maestro no está fundamentalmente fuera de vosotros. Lo encontráis a la vez como persona y en la apertura que ya está en vosotros – y que él os muestra. La verdadera relación con el maestro consiste, por esta razón, en uniros a él, en ser Uno con él – y de ninguna forma en colocarlo al exterior de vosotros como un héroe o un dios. Esto es incluso lo esencial de la relación a Buda en la tradición no-teísta que es el budismo. Ningún Dios, ningún salvador.

El sentido de la práctica es comprender que nosotros no estamos jamas separados de la apertura que nos ha presentado el maestro. Ella reside en la palma de nuestra mano. La relación con la persona del maestro es entonces más simple, ni idolatría ni voluntad de posesión sino amor simple y benevolente.