miércoles, 14 de noviembre de 2018

Reflexiones a propósito de Jonestown (#4)

Ilustración: Shagrat

Por Juan Manuel Otero Barrigón // Se escribieron innumerables páginas intentando “diagnosticar” la personalidad de Jim Jones. Tarea compleja, ya que la certeza diagnóstica es difícil de lograr, dado que, y como muchos otros líderes de culto, nunca llegó a ser examinado psicológicamente. A las dificultades de hacer un diagnóstico preciso se añaden las circunstancias especiales bajo las cuales llegó a profundizar su cuadro psicopatológico. Es habitual, que a medida que el estado psicológico del líder se deteriora, la paranoia y la mentalidad de asedio vayan en aumento. En las últimas semanas, Jones solía dar sermones y arengas interminables, pasando un promedio de seis horas diarias hablando por altoparlante, con el fin de ser escuchado y obedecido por los habitantes de Jonestown. Para profesores como Gary Maynard, J. Jones podría haber sufrido un desorden severo de personalidad narcicista. Otros autores sugieren una personalidad marcadamente psicopática. El liderazgo de Jones, basado en el auto engrandecimiento, la explotación de los miembros del culto, la acumulación de dinero y la indulgencia sexual, se vio en riesgo cuando se sintió acorralado por las autoridades. En estos casos, no es infrecuente que los líderes de culto (incluidos, entre ellos, algunos psicópatas), viendo impedida su posibilidad de huir, escojan impulsivamente el suicidio y se lleven a otros con él, si es que ellos ya no pueden sostener la vida que tenían.

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