domingo, 31 de mayo de 2020

Sobre religión y cultura contemporánea

Leda Luss Luyken, Wikimedia Commons


Por Juan Manuel Otero Barrigón // La posmodernidad significó un cambio de tendencia respecto a la modernidad, signada por la secularización y el desencantamiento del mundo. La crisis del racionalismo propició el resurgimiento de una mentalidad premoderna, dispuesta a abrazar nuevamente los elementos mágicos, místicos y míticos, que parecían haber sido borrados del panorama cultural de Occidente. Con su desconfianza hacia el racionalismo, su fragmentación del discurso y su ruptura con la tradición, la inquietud religiosa afloró nuevamente, como salida posible a la nueva situación plural, dispersa y mutable que actualmente transitamos. Por eso fenomenólogos como Juan Martín Velasco sugieren que el “misticismo posmoderno” demuestra la insatisfacción de las personas ante la cultura tecnocientífica sofocante que hoy nos domina. El retorno de lo religioso se ha constituido así como espacio en el que se plasma el malestar hacia la modernidad. De ahí que algunos hayan propuesto la aparición de una “religiosidad posmoderna”.