domingo, 30 de julio de 2017

Sobre lobos con piel de oveja...

El sacerdote argentino Julio Cesar Grassi, condenado por abuso deshonesto y corrupción de menores

"Sobre lobos con piel de oveja...", por Juan Manuel Otero Barrigón*

Pensar psicodinámicamente las perversiones ha resultado, para muchos, una tarea compleja. Esto, debido a la impresión de tratarse de un tema con mayor incumbencia para médicos psiquiatras o forenses, que para partidarios de una psicología profunda. No obstante, no se le puede reprochar a Freud que no haya considerado el asunto, dado que ya desde sus Tres ensayos publicados en 1905, disponemos de un bagaje de conocimientos muy amplios sobre la vida sexual y sus variedades. En su época, además, estaba de moda el estudio de las perversiones, algo que demuestra la publicación de las obras de Kraff Ebbing (1893) y de Havelock Ellis (1897). Quizás, como aventuró alguna vez Mauricio Abadi (1977), dicha dificultad resida en el hecho de que las perversiones han sufrido la misma mala prensa que tuvo el sexo, asumiendo el papel de chivo emisario de todo el rechazo que el hombre – y especialmente el hombre de aquella época – sentía por la sexualidad.

Por otra parte, siempre se ha insistido como propio de la perversión su carácter transgresor respecto a la ley. El psicoanálisis ha mostrado que tanto esta, como la autoridad y la prohibición, se revelan para el perverso como pura convención de fachada. Sin embargo, la falta de especificación en este sentido, derivó en que en repetidas ocasiones se terminara confundiendo a la perversión con las psicopatías, cuando se trata en realidad de categorías que provienen de campos referenciales diferentes. La perversión desde el psicoanálisis, y la psicopatía, fundamentalmente, de la clasificación del DSM y de una profusa historia en la ciencia médica psiquiátrica.

Un estudio clásico en la materia, fue el publicado en 1923 por Hans Sachs, “Génesis de las perversiones”, donde intentaba explicar su mecanismo, postulando, muy resumidamente, la presencia de un yo débil que, incapaz de lidiar éxitosamente con todas las pulsiones, y para fortalecerse y poder lograrlo, haría suya una fantasía cargada por una pulsión parcial, otorgándole el acceso a la motilidad. Dicho enfoque encuadraba así en la idea de “pulsiones del ello cuya intensa y fuerte exigencia de alguna manera somete y doblega al yo”. Miradas alternativas propusieron luego que la fuerza que se revela en la conducta del perverso surge, no de su sometimiento al ello, sino al superyó, hablando siempre en términos de instancias. La huida por angustia de castración ante un comportamiento genital, desembocaría en su sustitución por otro, más aceptable desde el punto de vista de su superyó, y de naturaleza pregenital e infantil.

La perversión es, junto con la neurosis y la psicosis, una de las tres estructuras psíquicas inconscientes en las cuales el ser humano puede establecerse como sujeto del discurso y como agente de su acto. Como señala Andre Serge (1999), “la existencia de las perversiones plantea, con una evidente provocación, una cuestión que apunta a la esencia misma de la sociedad humana. En efecto, sólo los neuróticos forman sociedad: el síntoma neurótico no es sólo un sufrimiento singular, sino también la matriz del lazo que reúne a los hombres alrededor de unas reglas comunes. Por eso en Moisés y el monoteísmo, Freud no vacila en tratar la religión (y especialmente la religión cristiana) como el síntoma por excelencia. Los perversos abordan el lazo social por otra vía: micro-sociedades de amos, amistosas, redes fundadas sobre una especie de pactos o de contratos que hoy en día no han sido todavía verdaderamente estudiados, pero en las que se puede subrayar que lo que aparece en la base del lazo es el fantasma y no el síntoma, y que la exigencia de singularidad prevalece siempre sobre la de comunidad y se opone a cualquier idea de universalidad”.

Ahora bien, y sin postergar la importancia de las reflexiones que el psicoanálisis aportó en relación al tema y sus esfuerzos por correr el estudio de las perversiones de la esfera de la moral y del poder punitivo, a la cual durante tanto tiempo el término había estado ligado, nos referiremos a un tipo particular de personalidad perversa, que usualmente tiende a refugiarse en variado tipo de instituciones. Hablamos, concretamente del perverso pederasta, esos lobos con piel de oveja. Con tal fin, nos centraremos aquí, puntualmente, en los pederastas que actúan en el interior de distintas instituciones religiosas, como ha venido quedado al descubierto a lo largo del último tiempo.

Sabido es, por la divulgación mediática de casos de abuso en los últimos años, que los aspectos más graves de la perversión de la experiencia religiosa se encuentran en personalidades que suelen gozar de cierto prestigio social y/o en su grupo de referencia, magnificando así las dimensiones del escándalo toda vez que saltan a la luz. La perversión se expresa aquí en la utilización que el sujeto hace de otras personas para obtener de ellas un beneficio personal. Si la sexualidad infantil, decía Freud, es perversa: entonces en este estadio queda anclado el pedófilo. Para este, es el “cuerpo” del niño lo que vale, en tanto puro objeto de goce mortífero, que no considera su condición de sujeto. En casos graves, el perverso puede llegar a considerar que su acción es bienhechora. Valga aquí el ejemplo de aquel gurú argentino, emulador del Sai Baba hindú, y que fuera condenado por abuso sexual a menores, para quien, de acuerdo a los testimonios trascendidos, la ocasión del abuso ayudaba a sus discípulos a llegar más rápido a la “iluminación”. El psicoanalista Paul Claude Racamier los llamaría perversos narcisistas. Lo más incomprensible se expresa cuando el perverso niega haber cometido la acción que se le endilga, pudiendo advertirse una disociación tan masiva que él mismo desmiente lo que ha hecho, o está tan insensibilizado en la dimensión concreta, que no valora moralmente el daño que ha cometido. Su pulsión de dominio es más fuerte, incontrolable.

Tal como señala Jordi Font (1999), la organización narcisista de la perversión intenta crear un compromiso en el cual se someta la parte sana del yo a la parte destructiva, a cambio de ofrecer placer y una aparente tranquilidad. Todo, en aras de evitar las ansiedades catastróficas que podrían conducir al malestar psíquico intolerable.

Dado el mecanismo de desmentida, fundador del inconsciente en la estructura perversa, el perverso se revela, cuando es inteligente, como un argumentador y retórico temible, habilísimo para manipular el valor de la verdad del discurso que enuncia. Su universo subjetivo se encuentra disociado en dos lugares y discursos cuya contradicción no impide su coexistencia. Por un lado, la escena pública, por el otro, la escena privada. La primera, lugar en el que las leyes, los usos, las costumbres y las convenciones sociales son respetados y defendidos con celo aguerrido. La segunda, por el contrario, lugar de la verdad escondida, del secreto compartido con la madre, que desmiente la precedente.

La experiencia religiosa puede ser vivida por personalidades perversas, más allá de la evidente contradicción que hay entre lo que significa una religiosidad plena y sana y las conductas perversas de la persona que expresa su religiosidad con actuaciones en sintonía con dicha psicopatología, rayanas muchas veces con lo criminal.

Desde una perspectiva junguiana, el poder ejercido por el perverso supone una manifestación de la Sombra como sadismo, y quien lo ejerce, convierte en objeto a sus víctimas, tratándolas como objetos de su deseo y su control. La amenaza del ofensor irrumpe, tras lo cual lo cual, el victimario retrocede a una apariencia cotidiana para mostrarse protector y dispensador de todo cuidado, algo que desconcierta aún más a la víctima. La investidura paterna que con frecuencia exhibe el perverso en el interior de instituciones religiosas sume a su víctima en una situación de perplejidad estresante, perpetuando su indefensión.

Si, como sugería Jung, “la sombra sólo resulta peligrosa cuando no le prestamos la debida atención...", su desconocimiento puede derivar en el avasallamiento de los derechos del semejante, agravándose la situación cuando la víctima se encuentra al cuidado de su victimario.

Por otra parte, comúnmente aflora en el debate la supuesta relación entre las normas celibatarias de algunas organizaciones religiosas con los episodios de abuso sexual deshonesto. Si bien es cierto que contextos religiosos de fuerte inhibición sexual, cuando van de la mano de un pobre desarrollo emocional de sus miembros, son dables de impulsar vías distorsionadas de descarga pulsional, las estadísticas indican que la mayor prevalencia de abusos a menores ocurren en contextos intrafamiliares, en circunstancias en las cuales el individuo no estaría impedido de vivir libremente su sexualidad. Resulta, por ello, sumamente desacertado establecer una relación directa entre el celibato con los casos de pederastia, como algunos han pretendido sugerir. Así y todo, es sabido que aquellas profesiones que se desarrollan en contacto con menores de edad, suelen ser comúnmente elegidas por el pederasta, y que, desafortunadamente, algunas instituciones religiosas han solido actuar de elemento protector de sus ministros, llevando al pederasta a considerar más conveniente caer en manos del tribunal religioso que del tribunal civil. Los impulsos pedófilos suelen aparecer en la adolescencia y en los primeros años de juventud, por lo cual, cuando uno inicia su formación como ministro religioso, ya suele albergar estos estímulos. En estos casos puntuales, el celibato puede complicar aún más la situación, ya que dicha norma disciplinar no posibilita una salida diferente a las necesidades sexuales del pedófilo, agudizando su estrés psicológico con consecuencias lamentables. Esto no implica, como podemos ver, que la norma celibataria “per sé” sea causa de abusos por parte de ministros religiosos. Sino por el contrario, en ocasiones, un factor agravante y/o disparador, en personalidades psicoafectivamente inmaduras y patológicamente predispuestas. Según algunos estudios, entre los religiosos existe la misma proporción de heterosexuales, homosexuales y pedófilos "que entre la población general". Trabajos como el del académico e investigador Philip Jenkins en su libro “Pedofilia y sacerdocio” (2001) también han provisto conclusiones en este mismo sentido. Por otra parte, desde el estallido de los casos de abuso a menores por parte de sacerdotes católicos, distintos episcopados en todo el mundo decidieron incorporar exámenes psicológicos a aquellos sacerdotes que vayan a desarrollar su ministerio en contacto con menores. Esta es una medida positiva y necesaria, atendiendo a la multidimensionalidad que nos constituye como seres humanos, y a partir de la cual toda religiosidad que aspire a su plenitud necesita ser vehiculizada mediante un adecuado desarrollo psicoemocional. Finalmente, el clima de secreto y el aislacionismo ideológico inherente a algunas organizaciones religiosas, también es un factor que puede contribuir a perpetuar situaciones de abuso con el paso del tiempo. Algo que puede verse reflejado en los numerosos casos de abuso que, en los últimos años, trascendieron mediáticamente involucrando a ciertos grupos con características sectarias.

Al momento de escribir estas líneas, los medios de comunicación difunden la amarga noticia de abusos ocurridos en un instituto religioso mendocino. De los murmullos invisibles de tiempos pasados, a la actual y cada vez más notoria exposición pública de este tipo de casos, la necesidad de diferenciar psicopatología de actos delictivos se nos impone siempre como fundamental, en aras de proteger los derechos de los más vulnerables.

Si bien no hay que confundir el registro de la atracción sexual con el del crimen sexual, lo cual supone distinguir la pedofilia de la pederastia (este último término en referencia a aquel que no sólo desea, sino que además concreta el abuso de menores), cualquier pedófilo podría, dadas las circunstancias, pasar al acto, constituyéndose así en personalidad de riesgo. La posibilidad de lo aberrante, por tanto, late ahí, no pudiendo por ello disociarse lo psicodinámico de sus posibles implicaciones sociales y comunitarias.

*Artículo publicado originalmente en la edición número 30 de la revista El Psicoanalítico

Bibliografía
Abadi, M & Kury, J. (1977). A propósito del tema perversiones. Revista Imago. Número 5, 6-13.
Dvoskin, Hugo. (2005). Poder y perversión…y obediencia. Imago Agenda. Recuperado de: http://www.imagoagenda.com
Font, Jordi. Religión, psicopatología y salud mental. Editorial Paidós, Barcelona, 1999.
Garriga, J & De Benito, E. (2010). ¿Es insano el celibato? Diario El País. Recuperado de: http://www.elpais.com/
Peisajovich, Mónica. (2011). Abuso sexual infantil y pedofilia. Imago Agenda. Recuperado de: http://www.imagoagenda.com
Sachs, Hans. (1923). Sobre la génesis de las perversiones. En Revista Imago. Número 5, 14-23.
André, Serge. La significación de la pedofilia. Conferencia en Lausanne, 8 de Junio de 1999. Traducción: Guillermo Rubio.
Vaccaro, Sonia. Sombra y violencia familiar. Ponencia realizada en el 6to simposio de Pensamiento Junguiano, 22 de Septiembre de 2001. Recuperado de: http://www.fundacion-jung.com.ar


"El angelito Grassioso", de Cadena Perpetua

sábado, 22 de julio de 2017

Síndrome de Jerusalén


Ciudad antigua, llena de historia, centro de disputas, de victorias, de conquistas, de Biblia y de personajes. Jerusalén, al principio de su historia, era una ciudad sin murallas y no tenía el significado que tiene hoy.

por Gina Halabe

Estudios y escritos históricos muestran cómo desde Abraham se habla de la ciudad. Y la historia va hasta la conquista de Jebusea (nombre que se le daba entonces) por David, quien convirtió a la ciudad en la capital de su reino y la renombró “Ir David” (Ciudad de David) ; posteriormente el sucesor de David, su hijo Salomón, amplió la ciudad moviendo sus murallas y construyendo el Primer Gran Templo de los judíos.

Luego fue la capital del reino de Yehudá, cuando tras la muerte de Salomón el reino de Israel se divide en dos, luego vienen las conquistas de diferentes grandes imperios y los exilios del pueblo, dejando a Jerusalén como una ciudad destruída. Posteriormente, gracias a los reyes persas Dario y Ciro se permite el retorno de los judíos a la gran ciudad y su reconstrucción. Pero es con los romanos que la ciudad nuevamente se queda como una ciudad destruida y el orgullo e identidad de los judíos se pone en juego.

La ciudad ha pasado por diferentes conquistas y conflictos, no solamente desde la época antigua o la época bíblica.

Se convirtió en el centro de las 3 grandes religiones, la judía, la musulmana y la cristiana. Para muchos es el centro del mundo. Despierta grandes pasiones en los más creyentes y las más grandes emociones, llevando a algunos a tener alucinaciones.

El Síndrome Jerusalén es una enfermedad mental generada por la emoción, la pasión y la nostalgia que despierta la ciudad en los más apasionados, haciendo que se presenten alucinaciones, las personas actúen o se sientan algún personaje bíblico y que incluso prediquen públicamente según mensajes de la Biblia.


Para los judíos que padecen esta enfermedad los personajes del Antiguo Testamento y los mensajes del mismo para ser predicados son muy recurrentes, y para los cristianos lo son los del Nuevo Testamento. Llega a tal punto la enfermedad que las personas que lo padecen van vestidos como en la época antigua, con túnicas.

Los psiquiatras dicen que es un comportamiento totalmente melodramático público, pues a veces su vestimenta la improvisan con sábanas del hotel donde se hospedan, ¿se pueden imaginar?

Una turista irlandesa acudió al hospital de Jerusalén diciendo que iba a dar a luz a Jesús, pero no estaba embarazada; o un turista canadiense que se creía Sansón e intento romper con los puños los bloques del Kotel, el Muro de los Lamentos.

Esta es una enfermedad que según Moshé Kalian, un experto en el tema, viene acompañada de un antecedente en los pacientes que la padecen en su país de origen y Jerusalén es el escenario donde surgen las alucinaciones.

Cada año el Ministerio de Salud de Israel reporta alrededor de 50 casos del síndrome Jerusalén.

La mayor parte de los pacientes que sufren esta enfermedad son atendidos en el Centro de Salud Mental Kfar Shaul y al terminar su tratamiento regresan a sus países de origen como si nada hubiera pasado. Así de sorprendente y temporal resulta este síndrome, que convierte a Jerusalén en el centro de las pasiones más fuertes.

(Texto extraído de: https://www.enlacejudio.com)

sábado, 15 de julio de 2017

Fotografías (2)


Fotografía propagandística del culto apocalíptico japonés "Aum Shinrikyō" (Verdad Suprema) con la cual buscaban atraer nuevos seguidores. En la imagen, el líder Shoko Asahara, quien aseguraba ser al mismo tiempo Cristo y el primer "iluminado" desde los tiempos del Buddha. También presumía de poder levitar. Asahara cayó en desgracia en 1995, despúes de comprobarse que fue el ideólogo de los atentados con gas sarín en el subte de Tokyo, con el cual el grupo pretendía "acelerar la llegada del Armagedón". Está preso desde entonces.



Una de las poquísimas fotografías que se conocen de Marío Darío Indij, alias "Maestro Mehir", el ex profesor de artes marciales que lideraba un culto de inspiración new age en las sierras cordobesas. Prófugo desde el año 2011, está denunciado por abuso sexual por algunos ex miembros del grupo. Misógino , había escrito un libro llamado "Brujas", que hubiera puesto colorado hasta al mismo Schopenhauer. Según trascendidos periodísticos, en aquel escrito explicaba que "las mujeres son seres totalmente despreciables, preocupados sólo por extraer el semen de los hombres y conseguir un sostén económico, a costa de, después, arruinarles la vida. Las brujas tienen malos olores, hablan de manera vulgar, carecen de inteligencia, son origen de todas las formas de perversión, consumistas, con tendencias lésbicas y vampirizan todo lo que tocan". En el año 2014, sus seguidores anunciaron que Mehir falleció en la provincia de Mendoza, y presentaron un certificado de defunción. Sin embargo, la Interpol mantiene su pedido de captura.


Susan Atkins, Patricia Krenwinkel y Leslie van Houten, "las chicas Manson", en 1970, yendo a declarar al tribunal que las condenó por el asesinato, entre otras varias personas, de la actriz Sharon Tate, esposa del director de cine Roman Polanski. Vivían en una comuna hippie en el rancho Spahn, a las fueras de Los Ángeles. Formaban "La Familia", el culto desde el cual Charles Manson pronosticaba una guerra racial inminente a la que llamaba Helter Skelter. Según van Houten, por aquella época, "todo lo que hacíamos era escuchar The White Album de The Beatles y leer el libro bíblico de las Revelaciones".

viernes, 7 de julio de 2017

Cine (4): The Source Family


"The Source Family" es un documental estrenado en el año 2012 y dirigido por Jodi Wille y Maria Demopoulos, que cuenta la historia del líder espiritual Jim Baker (mejor conocido como "Padre Yod" o "Ya Ho Wha") y su culto acuariano, en plena revolución contracultural de los años 60´. Con epicentro en el restaurante vegano Source, en Sunset Strip, el lugar supo convertirse en una pasarela por la que pasaba gente como John Lennon, Marlon Brando, y Frank Zappa, entre otras celebridades. Devenido gurú y con multitud de seguidores, Padre Yod se trasladó a vivir a una mansión de Beverly Hills, donde desarrolló una filosofía que mezclaba hippismo, orientalismo y espiritualidad new age, y donde formaría, además, su propio harén con 13 concubinas. La música era parte importante del culto, por lo que en 1973 dieron origen a un grupo llamado YahoWha 13, que llegó a editar una gran cantidad de discos (se dice que hasta 65), la mayoría grabados en un garaje y de tirada limitada, que se solían vender en el propio restaurante. Uno de los que participó ocasionalmente en este grupo fue el líder de la mítica banda garage The Seeds, Sky Saxon. La vida de Padre Yod terminó trágicamente en agosto de 1975, a raíz de un accidente deportivo. Sus seguidores, ahora dispersos, continuaron sus busquedas espirituales por caminos distintos, pero aún hoy mantienen vivo el legado de su viejo maestro espiritual a través de un sitio web.

Trailer

sábado, 1 de julio de 2017

Cómo piensan los cultos


Mini conferencia de Diane Benscoter, ex integrante de la Iglesia de la Unificación (moonies), en la cual explica, a partir de su experiencia personal, algunos aspectos de la lógica mediante la cual operan los cultos abusivos.