sábado, 20 de junio de 2020

Sobre creencias y fundamentalismos




Por Juan Manuel Otero Barrigón // La historia nos enseña que un único punto de vista es siempre insuficiente para abarcar toda la complejidad de la realidad. Es por eso que la intolerancia a la singularidad de la experiencia ajena suele ser expresión de emprobrecimiento intelectual y convivencial entre las personas y los grupos humanos. El autoritarismo es consustancial con los fundamentalismos, los integrismos y los fanatismos; incluso también con los totalitarismos lingüísticos, étnicos, políticos, y culturales, que desde antaño confundieron expandirse con universalizarse. En el fondo, persevera la tentación de querer ser como Dios (Gn 3,5), y aquellas construcciones humanas –sobre todo las ideológicas- que pretenden adueñarse de la radicalidad del Misterio. A menudo, y cuando son tomadas demasiado seriamente, las creencias pueden convertirse en un corset mental y espiritual, volverse tóxicas. No es lo mismo tener creencias a ser tenido por ellas. El fundamentalista es así, un poseso: viviendo bajo el influjo tirano de sus propias proyecciones.

lunes, 8 de junio de 2020

Sobre ciertos usos políticos actuales de la religión

Pintura: Jeff Wheeler, “Photo Op (for the Christians)”, acrílico sobre papel.

⚠️ Algunas reflexiones 

✔ La psicosociología enseña que la religión crea significado en la vida de las personas al permitir articular valores sobre cómo nos relacionamos con los demás. No obstante, así como la religión puede facilitar lazos de unión, en ocasiones también puede ser una fuente de divisiones y discordias, sobre todo si es utilizada para fines sectoriales, como ocurre por ejemplo en los procesos de consolidación de ciertas facciones políticas. Cuando suficientes personas perciben, o llegan a estar convencidas, de que los elementos tradicionales del tejido social están en riesgo, la señalización religiosa mediante el uso de símbolos e imágenes puede ayudar a algunos líderes autoritarios a cimentar su poder. De esta manera, se edifican una imagen como protectores de la fe y enemigos de cualquier extraño que ponga en riesgo la tradición.

✔ Tomemos un pequeño ejemplo. En Rusia, este fenómeno se trasluce en los esfuerzos del presidente Vladimir Putin para fortalecer una alianza estratégica con la Iglesia Ortodoxa Rusa. Putin se presenta no solo como un líder al mando, sino también como un ruso devoto religioso. Cuando aparece en público sin camisa, la gran cruz que lleva alrededor del cuello siempre es visible. Mientras tanto, la Iglesia promueve los valores morales tradicionales y mantiene una distancia del resto de la comunidad cristiana ortodoxa mundial, separando así al "verdaderamente ruso" del extraño sospechoso. Putin se beneficia de esta dinámica de adentro hacia afuera para avanzar en su objetivo de devolver a Rusia a su pasada gloria imperial. En esta línea, distintos cientistas políticos ilustran que al justificar la incursión rusa en Crimea, Putin argumentó que la región tenía "importancia sacra para Rusia, como el Monte del Templo en Jerusalén para los seguidores del Islam y el judaísmo". De este modo, defender y expandir el territorio ruso es una oferta mucho más tentadora si se encuadra dentro de la defensa de lo sagrado.

✔ Una dinámica similar suele señalarse en la India, donde el control del poder del primer ministro Narendra Modi se basa en gran parte en su aceptación de una versión del nacionalismo hindú que eleva a los hindúes como personas "verdaderamente indias" y destaca a los musulmanes como extraños. Al igual que PutinModi se envuelve en imágenes religiosas. En tiempos electorales, hace visitas de alto perfil a templos hindúes remotos. Y para acentuar este rasgo, nunca viste de verde, ya que este color está asociado tradicionalmente con el Islam.

✔ En Latinoamérica, la influencia de la llamada "Teología de la Prosperidad" del pastor brasileño Edir Macedo se propuso convertir al Brasil en un Estado religioso y gobernar con mano firme y mesiánica. Lo consiguió el año pasado con el triunfo de Jair Bolsonaro. Mientras que en Bolivia, donde se produjo el levantamiento militar que terminó con la remoción del presidente constitucional Evo Morales, el factor religioso también cumplió un rol fundamental. Son recordadas las postales de la autoproclamada presidenta Jeanine Añez y Fernando Camacho, quienes aparecieron en el Palacio Quemado con Biblias gigantes.

✔ En los últimos días, las reflexiones en torno al tema recobraron ímpetu renovado a raíz de la fotografía de Trump en su visita a la histórica iglesia de San Juan, donde alzó una Biblia para las cámaras, buscando mostrarse a sí mismo como cristiano devoto. Esta actitud provocó el repudio de ministros y sacerdotes de todo el espectro cristiano, entre ellos el del fraile franciscano Daniel P. Horan, para quien la fotografía "es la imagen de un hombre que no tiene idea de lo que es una Biblia, una iglesia, o fe en cualquier cosa que no sea él mismo". Horan fue aún más contundente: "No vamos a tolerar esta burla de nuestra fe para perpetuar su agenda racista". Valga recordar que en su momento el mismo Trump se había negado (para ocultar su ignorancia) a nombrar un pasaje favorito de la Biblia, declarando inclusive que nunca sintió la necesidad de buscar el perdón de Dios por sus equivocaciones.

Pese a ello, si hay que atenerse a las encuestas de opinión pública, los cristianos blancos constituyen el núcleo de la base de Trump. Según los analistas, una forma en que Trump sostiene este apoyo es haciendo declaraciones estridentes en sus actos de campaña, melodía para los oídos de quienes sueñan con un retorno a tiempos mejores: "Vamos a ganar otra victoria monumental para la fe y la familia, Dios y el país, la bandera y la libertad".

✔ En su último libro "Taking America Back for God", los sociólogos Andrew Whitehead y Samuel Perry sostienen que muchos de los partidarios cristianos blancos de Trump lo ven como su salvador tan esperado, no solo el protector de la religión tradicional, sino también el defensor de un pasado, de todo un estilo de vida. Por su parte, Steve Hassan, ex miembro de la Iglesia de la Unificación (secta Moon) y uno de los especialistas estadounidenses más conocidos en torno al fenómeno de los Cultos, publicó hace algunos meses "The Cult of Trump: A Leading Cult Expert Explains How the President Uses Mind Control" (aún sin traducción al español). Allí sostiene que existen estrechos paralelismos entre el fenómeno Trump y la psicodinámica de los grupos abusivos. Y aunque las equivalencias implícitas en su tesis pudieran resultar polémicas para quienes trabajamos en este tema, la obra no deja de ser un interesante disparador para reflexionar sobre la imbricación de ciertos discursos políticos con discursos religiosos de corte sectario.

✔ En esa edad dorada imaginada, los hombres blancos llevaban la batuta, las familias iban a la iglesia todos los domingos y los extranjeros sabían perfectamente cuál era su lugar en la sociedad. Un deseo profundamente arraigado de un regreso a ese pasado puede haber sido la razón por la cual el eslogan trumpiano "Make America Great Again" demostró ser tan potente. Como argumentó en su momento el sociólogo de la religión Philip Gorski, esa frase puede interpretarse en el sentido de "hacer que el cristianismo blanco vuelva a ser culturalmente dominante".

✔ Tal como puede advertirse con claridad en el caso de Trump, cuando la religión es políticamente manoseada puede devenir en un arma usada para reforzar las diferencias entre los partidarios propios y los oponentes. Haciéndose pasar por el defensor de una versión particular de un pasado glorioso, se persigue el apoyo a través de la denigración del extraño, afirmando la utilitaria dicotomía de "Nosotros vs Ellos". La construcción de una realidad sobre dicho eje tiende a reflejar la dinamitación de cualquier intento por establecer una cultura sobre bases verdaderamente colaborativas, que sea capaz de nutrirse, mediante el reconocimiento, del aporte de los diferentes. Así como también manifiesta la eclosión de mitos socialmente excluyentes, desterrando de sus narrativas al otro estigmatizado, incomprensible, separado por tantísimos muros.

Juan Manuel Otero Barrigón