viernes, 22 de diciembre de 2017

Desvaríos


Por Juan Manuel Otero Barrigón // Algunos charlatanes que pululan por los medios no pierden ninguna oportunidad para involucrar "sectas" inexistentes en cuanto crimen, delito o misterio sin resolver se suceda por ahí. Lo hacen sin ningún tipo de formación en salud mental, experiencia, o estudio serio e interdisciplinar sobre un tema tan complejo, sino tan sólo partiendo de sus convicciones militantes y experiencias personales, que son siempre parciales y subjetivas.Lamentablemente, suelen tener mucho eco en espacios ávidos por el escándalo fácil y recelosos de lo que apunte a promover reflexiones más profundas sobre la realidad. Apelan a una prédica incendiaria para llevar agua para su molino, que no es sino el llamado a la sanción de una "urgente y necesaria ley antisectas que proteja a la población frente al accionar de grupos que cometen delitos aberrantes", y otros eslóganes tremendistas de ese estilo. Si no tienen pruebas de la relación entre los hechos que denuncian y el fenómeno sectario, no importa, la inventan, o cuando menos, la sugieren. Banalizan con su catastrofismo, y con sus ansías de figurar, un tema que para ser entendido, necesita ser abordado desde distintas aristas. Y abren la puerta a la caza de brujas de aquellos que no piensan como ellos, invistiéndose además con el rol de determinar, cúal grupo es sectario, y cúal no. Es decir juegan, como "representantes antisectas", un juego parecido al que denuncian, confundiéndose frecuentemente con sus enemigos.

viernes, 8 de diciembre de 2017

La atracción de los grupos abusivos


Recomendado corto animado, con voz y guión de Janja Lalich (estudiosa y profesora en sociología en la California State University), respecto a las principales razones que explican el atractivo de los grupos sectarios abusivos.   

viernes, 1 de diciembre de 2017

Documental: Charles Manson


Documental del ciclo "La noche temática" (2017) de la Televisión Española (TVE), en torno a la figura del líder de culto Charles Manson, fallecido hace una semana.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Murió Charles Manson


El líder del culto que sembró el horror en Beverly Hills a fines de los sesentas con el asesinato de varias personas, Charles Manson, murió el domingo a los 83 años.

Un portavoz del Departamento de Correcciones dijo que la muerte se produjo a las 8:13 pm de este domingo, según confirmación de NBC.

Manson estremeció a EEUU en agosto de 1969 con una sangrienta espiral de violencia en la que él y los seguidores de su culto, conocidos como "la familia Manson", asesinaron a siete personas para provocar una guerra racial.

Aquellos crímenes conmocionaron a la sociedad estadounidense y marcaron simbólicamente un punto y aparte en la contracultura de los años 60 y el movimiento hippie.

Entre los asesinados figuraba la actriz Sharon Tate, que estaba a punto de dar a luz a su primer hijo, fruto de su relación con el director Roman Polanski.

Tate fue apuñalada varias veces en su mansión de Hollywood junto a varios de sus amigos. Entre las víctimas estaban la Abigail Folger, heredera de una empresa de cafés, y el famoso peluquero Jay Sebring.

Los asesinos utilizaron la sangre de sus víctimas para escribir mensajes en las paredes, mientras seguían las instrucciones que creían escuchar en la canción "Helter Skelter", obra de The Beatles.

Manson sumaba centenares de sanciones por mal comportamiento en la cárcel, donde también se grabó en el entrecejo un tatuaje en forma de una cruz gamada.

El asesino en serie murió en un hospital de la localidad de Bakersfield, explicó a TMZ la hermana de la propia Tate tras recibir una llamada telefónica de oficiales de Corcoran State, la prisión donde permanecía encerrado Manson, que fue condenado en 1971 por su papel en la organización y planificación de los asesinatos perpetrados por sus seguidores.

Manson fue sentenciado a morir en la cámara de gas en 1971. La pena capital fue conmutada a cadena perpetua después de que los tribunales declararan inconstitucional castigar con la muerte a los reclusos en el estado de California.

Tras siete años en prisión fue declarado elegible para obtener la libertad condicional, pero le fue repetidamente denegada después de que autoridades concluyeran que era un preso aún muy peligroso.

En los últimos 20 años, Manson siempre se negó a comparecer en sus vistas para la libertad condicional y en una entrevista concedida a Vanity Fair en 2011 se describió como un hombre "mezquino, sucio, forajido y malo" y aseguró que fue condenado por "ser la voluntad de Dios".

En un reportaje publicado en 1970 por la revista Rolling Stone sobre los asesinatos perpetrados por "La familia", se le consideró entonces "el hombre vivo más peligroso".

Leslie Van Houten, la miembro más joven de ese clan, explicó en su momento que Manson les había "lavado el cerebro" con sexo, LSD, lecturas constantes de pasajes de la Biblia, repetidas escuchas del disco "White Album", de The Beatles, y otros textos sobre su deseo de lanzar una revolución.

Leslie Van Houten

En julio pasado se dio a conocer que la próxima película de Quentin Tarantino girará en torno a la figura de Manson y a los asesinatos de sus seguidores en California.

viernes, 17 de noviembre de 2017

La mística del ocultamiento

David Brandt Berg, fundador de "The Family International", y maestro en el arte del ocultamiento

Por Juan Manuel Otero Barrigón // Muchos líderes de culto tienen perfectamente asimilado un principio básico de la psicología social: la distancia física equivale a distancia psicológica. Juegan a calibrar, en base a ello, una distancia calculada respecto tanto de sus seguidores, como así también, de la misma cotidianeidad, con sus complejidades, dificultades y problemas. Esto los preserva no sólo de quedar expuestos ante la mirada de los demás frente a eventuales traspiés o equivocaciones, que como todo mortal, pudiesen tener; sino que por otro lado, permite revestirlos  de un aura especial, devenida como fruto de su alejamiento de las situaciones mundanas. El líder abusivo procura mantenerse siempre a un prudente margen de la realidad, cultivando un halo de misterio, secreto y santidad, que consolida su carisma, y acentúa su condición de "ser alguien especial", alejado de las banalidades, en contraste con la mayoría de los mortales. Esto se hace más evidente, incluso, en aquellos casos en los cuales el grupo (a instancias del líder) tiene establecidos "rituales" especiales celebrados en días y horarios concretos, en los cuales los discípulos pueden tener contacto directo con su maestro (físico, o al menos, visual),  para luego retornar este a su ostracismo místico. Logra despertar, con estos encuentros dosificados, todo tipo de fantasías entre los miembros del grupo, que lentamente comienzan a valorar esos escasos momentos compartidos como verdaderas teofanías con las que orgullosamente se sienten bendecidos. Algunos líderes llevan esta técnica más lejos, para establecer contacto con sus seguidores sólo mediante correspondencia, o a través de intermediarios, acentuando así, aún más, su condición cuasi divina. Sin embargo, esto último no es lo más común. Lo esencial, cualquiera sea el grado de lejanía que el líder cultive respecto de quienes lo sigan, es enfatizar, en todo momento, la inmensa distancia que separa su status del de las demás personas, al tiempo que consolidar, entre sus seguidores, la condición privilegiada que supone formar parte, junto a él, de una misma comunidad de elegidos. 

viernes, 10 de noviembre de 2017

Cuestionando a los "iluminados"


Una interesante reflexión de Jiddu Krishnamurti, respecto al pretendido aura de superioridad espiritual de ciertos "maestros" y "gurúes". 

viernes, 3 de noviembre de 2017

Totalitarismo e Imaginario

(hacer clic en la imagen para ampliar)

"El sujeto ideal del dominio totalitario no es el nazi convencido o el comunista convencido, sino personas para quienes la distinción entre hecho y ficción (es decir, la realidad de la experiencia) y la distinción entre lo verdadero y lo falso (es decir, las normas del pensamiento) ya no existe".

Hannah Arendt, "Los orígenes del totalitarismo" (1951)

viernes, 27 de octubre de 2017

Historias (1): las zapatillas de Heaven´s Gate


Entre las zapatillas que todo el mundo recuerda de su infancia no están las Nike Decade. Pero debe de haber algo detrás de ese modelo para que alguien sea capaz de pedir 6.000 dólares por unas, Frank Ocean le haga un guiño en uno de sus vídeos y se siga hablando de ellas casi 25 años después de su lanzamiento. Lo cuenta Kike Marina en el suplemento Tentaciones del diario español El País.

Todo comienza en 1997 cuando una pareja busca al encargado de unos almacenes de North County, San Diego, para pedirle 40 pares de zapatillas iguales. No necesitaba un producto demasiado técnico, la Decade era barata y podía conseguirse en grandes cantidades. Pagaron algo menos de 15 dólares por cada zapatilla y se llevaron tantas como pudieron; el resto serían enviadas directamente a una dirección que indicaron y que nadie en la tienda conocía, Rancho Santa Fe.

- Son muchas zapatillas ¿son para un equipo?

- Algo así.

No podían esperar mucho. Además de las zapatillas, debían comprar camisetas, pantalones negros, mantas y contratar un seguro contra abducciones. En unas semanas se acercaba a la Tierra el cometa Hale-Bopp, que según Marshall Applewhite escondía en su cola una nave alienígena que recogería las almas de unos pocos elegidos.

Aquellos dos tipos que buscaban 40 pares de Nike eran seguidores de Applewhite y estaban preparando el mayor suicidio colectivo de la historia de Estados Unidos. Marshall Applewhite, conocido como Do, lideraba una comunidad en un primer momento conocida como Iglesia Célibe para Erotómanos Anónimos que llegó a proponer la castración como método para acabar con las desigualdades. Todo en la comunidad era exactamente igual, desde el corte de pelo hasta el tamaño de los desayunos.



Gran parte de la vida de la comunidad se abastecía con donaciones de los miembros, que trabajaban para empresas externas. Una de las tareas por las que eran reconocidos era la creación de páginas web, algo que en 1997 era una muestra de apuesta por el futuro y que ha facilitado que las ideas de Applewhite sean conocidas hoy día; la página web del grupo sigue activa hoy día, exactamente igual que entonces. Ninguna empresa externa comunicó acciones extrañas en el desarrollo de sus trabajos. O al menos, nada que no suelan hacer los encargados de diseños de webs.

Las teorías de Applewhite mezclaban lecturas bíblicas con ciencia ficción clásica; sus enseñanzas iban del Apocalipsis a Arthur C. Clarke (el escritor, aunque hay un meteorito también llamado así que sería igualmente digno de Applewhite). Los extraterrestres se comunicaban con él a través de Star Trek, de donde venía parte del imaginario visual del grupo. Uniformados, los parches “Heaven´s Gate Away Team” les identificaban como miembros seleccionados para una misión importante, sus almas serían recogidas por una nave extraterrestre mientras los cuerpos, que ellos entendían como meros contenedores, debían quedarse en el rancho Santa Fe. Los cuerpos y las zapatillas, claro. Sus almas ascenderían (permítanme el condicional) en un nave extraterrestre para llevarles a un nivel superior de la evolución humana.


El 22 de marzo de 1997 el primer grupo de seguidores comenzaba el ritual que acabaría con sus vidas. Divididos en secciones, cada grupo se encargaba de eliminar rastros y tapar a los fallecidos con una manta morada antes de seguir ese mismo camino. Applewhite acabó con su vida o ascendió de nivel el 26 de marzo, una fecha que muchos relacionarán con otro gran evento relacionado con las zapatillas. El día siguiente las portadas hablaban del mayor caso de suicidio colectivo en la historia de Estados Unidos acompañado de fotos de aquellas zapatillas. Nike prefirió retirarlas del mercado antes de que comenzara la carrera por el morbo.

Saturday Night Live hizo su propio sketch mezclando el suceso de Heaven´s Gate con anuncio de Nike. Las referencias llegaron muchos años después hasta Family Guy o el mencionado clip de Frank Ocean. En 2007 Nike contactó con el skater Todd Jordan para ofrecerle una versión especial de la Dunk, una zapatilla de baloncesto que Nike había introducido en el skate. Sin explicar demasiado, Jordan eligió morado y negro por uno de sus primeros recuerdos asociado con las zapatillas. Nadie en la marca supo el verdadero motivo por el que Todd Jordan había elegido negro y morado hasta que alguien de prensa se lo preguntó en una entrevista. Aquellas zapatillas Nike negras, esa manta morada. Cuando saltó la noticia de que iban a ponerse a la venta unas zapatillas inspiradas en un suicidio colectivo, Nike las retiró del mercado.

Fuente: El País

viernes, 20 de octubre de 2017

Integrismo, fundamentalismo y fanatismo


"Integrismo, fundamentalismo y fanatismo", por Xavier Ternisien

En un momento en que el islam es sospechoso de estar intrínsecamente imbuido en todos los excesos, no es malo recordar que dos palabras, entre las más gastadas en la retórica de la demonización, vieron la luz en el interior de la esfera cristiana: el fundamentalismo y el integrismo. Una prueba –si fuera necesaria– de que ninguna religión es inmune al fanatismo.

El “fundamentalismo” nació en los Estados Unidos en el contexto del protestantismo. En 1919, los pastores presbiterianos, bautistas y metodistas fundaron la World’s Christian Fundamentals Association, para defender los puntos de la fe que les parecían “fundamentales”. Sostuvieron en particular una interpretación literal de la Biblia. Tomando al pie de la letra el relato de la creación del mundo en seis días en el Génesis, rechazaron las teorías de Darwin sobre los orígenes del hombre y sobre la evolución.

La palabra “integrismo” hizo su aparición en Francia, en el mundo católico. En 1907, el papa Pío X condenó en la encíclica Pascendi el “modernismo”, una escuela de pensamiento que reivindicaba el examen de los datos de la fe a la luz de las ciencias y de manera autónoma. Los adversarios más violentos de los modernistas se definieron como católicos “íntegros” porque defendían la “integridad” de la fe. Así fueron señalados por sus adversarios con el nombre de “integristas”.

En el contexto del catolicismo, el integrista es aquél que reclama para sí “la tradición, es decir, un vasto cuerpo doctrinal incluyendo a la vez las Escrituras y su interpretación fijada por la autoridad de los padres y los doctores de la Iglesia, los concilios y los papas. Podríamos decir que el integrismo fija, en un momento determinado, la interpretación de la Revelación. Por el contrario, hay en el fundamentalismo una voluntad de regreso a las fuentes, a una pureza original de la fe que se encontraría en las Escrituras, liberada de los matices de la tradición. De cierta manera, el fundamentalismo niega la mediación de una autoridad religiosa –clero, Iglesia, doctores de la ley– que interpone habitualmente una llave de interpretación entre el creyente y el texto revelado.

El concepto “fanatismo” es más antiguo pues se remonta al siglo XVII. Pero es en el siglo siguiente, en la “era de las luces”, que conoció su hora de gloria. La palabra viene de fanum, que significa “templo” en latín. Así, designa una actitud religiosa. Voltaire denunciaba este “hijo desnaturalizado de la religión”. Hay en el fanatismo una noción de exceso: el fanático es “animado por un celo exagerado por la religión”, según Littré.

Todos estos términos tienen, por lo tanto, una historia. Su transposición en otra época y, a fortiori, en la esfera de otra religión plantea inmediatamente un problema metodológico. A finales de los años setenta, los que llamamos orientalistas –arabistas en su mayoría y que abordan el hecho musulmán a partir del ángulo religioso– tienen que recurrir al concepto de “integrismo” para describir las evoluciones del mundo musulmán, agitado por la revolución iraní. Maxime Rodinson le da la definición siguiente “Aspiración de resolver en medio de la religión todos los problemas sociales y políticos y, simultáneamente, restaurar la integralidad de los dogmas”.

La dimensión política mezclada con la religiosa está presente en esta definición de integrismo. A inicios de los años ochenta, se produjo un vuelco mayor en los estudios sobre el islam cuando los especialistas en ciencias políticas asumen el hecho musulmán desde las herramientas de la sociología. De esta manera, forjan el término “islamismo”. En su libro aparecido en 1987 (L'Islamisme radical, editorial Hachette), Brunno Etienne vulgariza el concepto de “islam radical” con esta justificación: “Yo lo tomo en el sentido primero del término, la doctrina del islam en su raíz, y en el sentido americano, el islam políticamente radical, casi revolucionario”. El islamismo (o el islam radical) es, entonces, concebido como una ideología, un proyecto de sociedad que mezcla íntimamente las dimensiones religiosa, social y política.


Marca de estigmatización
Desgraciadamente, la palabra nos conduce a una confusión, en el amplio escenario, con el adjetivo “islámico” que significa en sí mismo “relacionado con el islam”. Este desliz de sentido es vivido por los musulmanes como una marca estigmatizadora: una librería islámica no es forzosamente islamista… Con todo, Olivier Roy subraya que los dos adjetivos “musulmán” e “islámico” no son siempre sinónimos: “Utilizo el término ‘musulmán’ para designar lo que está relacionado por un hecho (‘país musulmán’: país donde la mayoría de la población es musulmana) y el término ‘islámico’ para lo que está relacionado por una intención (‘estado islámico’: estado que hace del islam el fundamento y su legitimidad)”.

Hoy, los especialistas que constantan el declive (Gilles Kepel) o el fallo (Olivier Roy) del islam político recurren a nuevos conceptos para llevar revista de la evolución de las sociedades musulmanas: hablan de “post-islamismo” o de “neofundamentalismo”. Así pues, para Olivier Roy, el movimiento talibán puede ser calificado de “neofundamentalista”, en el sentido que se le da por la charia, el regreso a la literalidad del Corán, y a la sunna, pero que no tiene que ver con un proyecto político coherente.

Estos análisis son contrastados por múltiples islamólogos, como François Burgat y Alain Roussillon. Ellos reprochan a los politólogos haber recubierto el mundo musulmán de conceptos forjado por la sociología política occidental. Ellos habrían de alguna manera “inventado” o “construido” la categoría de islamismo, antes de profetizar su declive… Pero esto es lo que Olivier Roy replica: que los actores del islamismo, como el imán Khomeiny, han usado ellos mismos categorías políticas de origen occidental (este debate es expuesto en la revista Esprit, agosto-setiembre 2001).

Él sigue pensando que un cierto número de términos como “integrismo” o “fanatismo” están marcados por el contexto polémico que las vio nacer. Son peyorativos y desafiados como tales por aquellos a quienes se dirigen. Uno es siempre el integrista del otro… Los conceptos deben manejarse con prudencia. A veces pueden ser más peligrosos que las armas.

-Traducción: Hanzel José Zúñiga Valerio

viernes, 13 de octubre de 2017

Invitación


Curso introductorio de un (1) día. Requisitos de inscripción pueden solicitarse a religareredbsas@gmail.com o bien, a jmobarrigon@gmail.com

Programa del evento disponible en: http://psiembra.com.ar/articulo.asp?idarticulo=127

viernes, 6 de octubre de 2017

Miopía espiritual


Miopía espiritual, por Miguel Pastorino

Vivimos tiempos donde se ven por todas partes, posturas radicalizadas, fundamentalistas y fanatismos de toda índole. En la política, en la religión, en el deporte, en la educación, y en un sinfín de ámbitos de la vida social nos encontramos con una atrofia del pensamiento, que enferma a las personas e impide el diálogo social y la construcción de miradas más amplias sobre la realidad.

Muchos filósofos y analistas sociales coinciden en que el clima de nuestra época está marcado por la búsqueda de seguridad, de certezas y de identidad. Crecen toda clase de grupos intolerantes que se aplauden a sí mismos y no escuchan a quien tenga un matiz de discrepancia; hablan para sí mismos y para convencer a sus ya convencidos. Esta clase de fanatismos se ven tanto en política como en religión.

El fanático no soporta la idea de que el otro sea diferente o piense distinto y pretende con sus actitudes, salvarle de su equivocación. El fanático no tiene capacidad de autocrítica, no toma distancia de su modo de ver las cosas, ni de sus ideas.

El fanatismo es definido por el filósofo Francesc Torralba como “miopía espiritual”, porque se confunde la propia percepción de la realidad con una verdad universal que debe ser aceptada por todos.

Algunos fanatismos también se disfrazan de tolerancia y apertura, cuando en realidad imponen un relativismo dogmático que no acepta ningún disenso, porque no pueden aceptar que alguien defienda sus ideas o que tenga algunas certezas que esté dispuesto a defender. El relativismo dogmático es hijo del miedo, igual que el fundamentalismo, porque teme del diferente, teme que no pensemos todos de la misma forma. Por eso, aunque algunos grupos sean más fácilmente identificables con actitudes fanáticas, muchas veces quienes los critican con una agresividad injustificada, manifiestan la misma miopía, el mismo fanatismo que no acepta la diferencia.


Cuando nos encerramos en el fanatismo, olvidamos algo fundamental para el crecimiento personal y el progreso social: tener cerca a alguien que piensa distinto o en contra de lo que pienso, me enriquece, hace crecer y me obliga a pensar. Convivir con la diferencia nos obliga a repensarnos, a revisar nuestras convicciones, a pensar críticamente, a salir de nuestra comodidad, a ver con otros ojos la misma realidad.

Cuando pensamos que los demás, por la simple razón de pertenecer a otro partido político o a otra religión que no sea la mía, no tienen nada para aportarme, no dicen nunca la verdad, no tienen nunca razones que deban ser escuchadas, son siempre “sospechosos”, estamos ante la demonización del otro. Solo a través del diálogo y la comprensión del diferente podemos crecer como personas capaces de pensar libremente y de escuchar realmente a los demás.

La miopía espiritual en los cargos directivos

Cuando se tiene que liderar equipos o gobernar una institución, un peligro creciente es la estrechez mental que excluye la crítica externa, que no escucha a los que piensan distinto, que evita el disenso de todas las formas posibles, aunque venga de colaboradores y amigos que ofrecen su ayuda.

Cuando nos toca dirigir en una organización convivimos con muchos puntos ciegos que nos impiden ver la realidad y nos obstaculizan una lúcida toma de decisiones, haciendo que cualquier gestión se vea perjudicada en su eficiencia. Y es que cuando nos escuchamos solo a nosotros mismos y nos rodeamos de los que nos dicen a todo que “”, no nos cuestionan nada y se vuelven una prolongación de nosotros mismos, se atrofia la visión y se pierde la posibilidad de crecer.

La miopía espiritual en las instituciones se manifiesta cuando los que tienen que gobernar se rodean de los que los adulan y aprueban, alejándose de cualquier posibilidad de autocrítica, esquivando a todos los que puedan cuestionar el modo en que se hacen las cosas. A los “críticos” se les discrimina y se les trata de “neutralizar”, calificándolos como desleales o “infiltrados”, aunque sean los únicos que nos ayuden a pensar con mayor lucidez.


Progresivamente se pierde la perspectiva, y si en el peor de los casos, quien manda tiene baja autoestima, no soportara ninguna clase de sugerencias, salvo que confirmen sus propias ideas y obsesiones.

La dependencia económica es un factor que también fomenta esta miopía de quienes dirigen. Cuando los ingresos dependen de no hacer enojar al jefe, no se dirá lo que se piensa. Un ejemplo de ello puede verse en asesores políticos u organizacionales. Existen muy buenos equipos consultores, pero no siempre son independientes. ¿Cuántas veces quienes asesoran se limitan a aspectos técnicos sin cuestionar la visión de quien le contrata? Porque difícilmente uno escuchará asesores que le digan que está equivocado. Y es que escuchar todas las críticas supone cuestionar el propio desempeño y la propia visión.

El gran peligro de un liderazgo con esta miopía es que la organización que dirige se vuelve un anexo de su propio ego y no podrá ver más allá de sí mismo, creyendo que ha sido eficaz solo porque ha realizado sus propios caprichos sin ninguna demora.

Antídotos contra el fanatismo

Una de las cosas que pueden encontrarse en las actitudes fanáticas es la falta de alegría y de sentido del humor con los propios proyectos. Por ello el primer antídoto contra el fanatismo es el humor. Es muy sano para no vivir siempre enojado porque existen otros que piensan distinto. El humor nos ayuda a reírnos de nosotros mismos, a relativizar cosas que deben matizarse, y a vernos con una mirada más amplia.

Un segundo antídoto es aceptar al otro tal como es, sin querer que sea distinto ni que piense distinto, sino dejándolo ser, nos hace salir del propio hermetismo ideológico en el que muchas veces podemos vivir cómodamente. Aceptar al otro nos devuelve la paz que hemos perdido por no aceptar la realidad tal como es, y nos enriquece.

Aprender de los grandes maestros de la espiritualidad, porque los hombres y mujeres de todos los tiempos que marcaron el progreso filosófico, espiritual y cultural de la humanidad, fueron comprensivos y receptivos a escuchar lo distinto, dialogaban con todos sin excluir a nadie y estuvieron siempre dispuestos a repensarlo todo, sin miedo a equivocarse, sino conscientes que es necesario salir del propio ego para encontrarse realmente con el otro. Y es que quien está dispuesto a aprender, está dispuesto a escuchar y a cambiar.

Fuente original: Aleteia

viernes, 29 de septiembre de 2017

Evaluación escindida del accionar abusivo


Por Juan Manuel Otero Barrigón // Una vivencia muy común en aquellos que han sido sometidos a dinámicas de abuso psicológico y manipulación emocional consiste en alternar momentos de intenso enojo y reproche hacia el agresor, con otros signados por los sentimientos de culpa y justificación benevolente del accionar abusivo. Esto es, en gran medida, consecuencia del continuado proceso de seducción y frustración instrumentado,  al que me referí en otras oportunidades, y mediante el cual el líder abusivo pretende sostener a sus víctimas en una suerte de limbo emocional, totalmente desprovistas de seguridad yoica. La superación de esta mirada escindida de la figura del agresor es uno de los  objetivos terapéuticamente necesarios para posibilitar el progresivo quiebre del vínculo de dependencia otrora establecido.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Otra mirada crítica respecto a las "leyes antisectas"

Nota del autor del blog: con un espíritu similar al que hemos reflejado en otras publicaciones de este blog en torno a la promoción de las "leyes antisectas", compartimos este escrito del sociólogo italiano Massimo Introvigne que aporta nuevos elementos para enriquecer el debate. Pese a que diferimos respecto a los marcos conceptuales a partir de los cuales abordamos el fenómeno ya en sociología, ya en psicología de la religión, coincidimos respecto a lo nuclear de la reflexión aquí compartida, esto es, nuestro escepticismo frente a la bondad y conveniencia de legislaciones de estas características.  

Massimo Introvigne

La ley «anti-sectas» 9891 de Córdoba y sus fundamentos teóricos, por Massimo Introvigne

La Ley 9891 de la Provincia de Córdoba, en Argentina, se funda en la idea de que los adeptos de las «sectas» están sometidos a una «manipulación psicológica». Mi opinión es que la ley representa un peligro para la libertad religiosa y un ejemplo de intolerancia y discriminación, con riesgos muy concretos de persecución. Es por esta razón que es necesaria una premisa sobre los conceptos de intolerancia, discriminación y persecución.

En el año 2011 yo fui el Representante de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) para la lucha contra el racismo, la xenofobia y la discriminación contra los cristianos y los fieles de otras religiones: es decir, todas las religiones, excepto el islam y el judaísmo, ya que existían otros dos representantes OSCE contra el antisemitismo y la islamofobia. Los 57 Estados miembros de la OSCE (una organización soberana: Estados Unidos tiene un embajador en la OSCE así como tiene uno en la ONU) incluyen a todos los países de Europa, los que pertenecieron a la Unión Soviética, Estados Unidos, Canadá y Mongolia.

En la reunión final de los Ministros de Asuntos Exteriores de la OSCE, realizada el 5 y 6 de diciembre de 2011 en Vilnius, Lituania, Mons. Dominique Mamberti, en aquel entonces sub-secretario de Estado Vaticano para las relaciones con los Estados, aprobó «la actividad excepcional de la OSCE en 2011 contra la intolerancia religiosa». Se refería, en particular, a la Cumbre de Roma sobre la intolerancia contra los cristianos del 12 de septiembre de 2011.

La Cumbre de Roma introdujo un modelo que sostiene que la intolerancia religiosa procede con una lógica de declive, en tres etapas: intolerancia, discriminación, persecución. El modelo de Roma se refiere a los grupos cristianos, pero se puede aplicar a otros grupos también.

La intolerancia es un hecho cultural: un grupo es presentado como «malo», corrupto, un obstáculo a la felicidad y a la tranquilidad de los demás. La libertad del arte es fundamental. Pero podemos poner la cuestión: ¿puede el arte convertirse en instrumento de intolerancia? La crítica de la religión por el arte es legítima. Pero, ¿dónde están los límites? Por ejemplo, muchos cristianos consideraron ofensivo el Piss Christ de Andrés Serrano (1987: un crucifijo fue sumergido en la orina del artista). En Argentina es conocido el caso del importante artista León Ferrari (1920-2013). En el año 2004 el cardenal Bergoglio, hoy Papa Francisco, consideró ciertas obras de Ferrari como una «blasfemia que avergüenza a nuestra ciudad» y apoyó a una acción judicial contra el artista. El caso más dramático es el de Charlie Hebdo. Sin embargo, todos condenamos los atentados terroristas. Pero muchos, incluso el propio Papa Francisco, se preguntaron si ciertas viñetas contra los musulmanes – y había otras contra los cristianos – no eran también una expresión de intolerancia.

Todos somos afeccionados a la libertad de expresión. Pero la pregunta queda: ¿hay una expresión, un arte que no se puede aceptar porque promueve la intolerancia? Un ejemplo sería la película nazi de 1940, El judío Süß: una película técnicamente «bien hecha» pero realizada como promoción de la intolerancia antisemita nazi.

En el Modelo de Roma, a la intolerancia sigue la discriminación, que es un hecho jurídico. Si un grupo es malo, necesitamos de leyes para limitar sus actividades. De hecho, tanto en Europa como en el continente americano, hay leyes y decisiones judiciales que pretenden limitar la libertad de ciertos grupos religiosos.

En Francia y España existen leyes, más antiguas que la de Córdoba, contra grupos religiosos calificados de «sectas». La opinión pública tiene una idea generalmente negativa de las «sectas» y muchos electores apoyan las leyes «anti-sectas». Nuestra sociedad tiene una preocupación especial con respecto a los niños. Todos queremos que los niños sean protegidos contra todo tipo de abuso. Pero aquí también hay casos delicados. En Alemania, en 2014, 40 niños de la comunidad protestante fundamentalista de las Doces Tribus fueron presos y separados de sus familias. Los padres eran acusados de dar chirlos a sus niños, lo que es ilegal en Alemania.

El caso de las «sectas» confirma la noción de «pánico moral» del sociólogo sudafricano Stanley Cohen (1942-2013). El pánico moral nace de problemas reales y no imaginarios. Pero esos problemas son exagerados con estadísticas «folklóricas» y nacen estereotipos y generalizaciones.

Hay «sectas» responsables de crímenes horribles, como los suicidios y homicidios del Templo del Pueblo en 1978 en Guyana. Los pánicos morales no inventan a los problemas. Pero amplifican y generalizan. Los crímenes de una «secta» son imputados a otras docenas de «sectas», muchas de ellas inofensivas.

En 1998, en una investigación federal de los Estados Unidos, sugirió un modelo de cómo se desarrolla el pánico moral en relación a las «sectas»:

1. Se presentan ciertos grupos come «pseudo-religiosos» y se insiste en que las «sectas» no son religiones.
2.¿Por qué las «sectas» no son religiones? Porque, según el modelo, utilizan el lavado de cerebro, la persuasión oculta o la manipulación mental.
3. ¿Cómo sabemos que las «sectas» usan el lavado de cerebro? La mayoría de los académicos no aprueban esta teoría. Pero el modelo sugiere que no debemos creer a los académicos «apologistas de las sectas», sino debemos creer a las «victimas», es decir, a los antiguos miembros que han dejado la «secta».
4. Estudios sociológicos indican que la mayoría de los ex-miembros no se convierten en militantes antisectas y no se identifican con la noción de manipulación psicológica.

¿Cómo sabemos cuáles antiguos miembros de las «sectas» son confiables y tienen que ser escuchados? El modelo insiste que sólo las asociaciones antisectas son organizadas y confiables para elegir los antiguos miembros que nos dirán la «verdad» sobre la «secta».

La principal cuestión es si existe algo llamado lavado de cerebro o manipulación psicológica. El nombre «lavado de cerebro» fue creado en 1950 por el periodista y agente de la CIA Edward Hunter (1902-1978).

En la primera etapa, la teoría del lavado de cerebro fue utilizada como una forma de crítica a los comunistas chinos, rusos y coreanos, acusados de practicar «métodos terribles» para «lavar el cerebro» a sus víctimas. Dos académicos americanos, Edgar Schein y Robert JayLifton, interrogaron ampliamente a ex-prisioneros sometidos a prácticas de adoctrinamiento en los países comunistas y huidos en Occidente. Descubrieron que muy pocos de ellos realmente se convirtieron al comunismo. Muchos se declararon comunistas, pero cuando pudieron dejar la China o la Corea aseguraron que simularon las «conversiones» para quedar libres. Schein y Lifton concluyeron que existían fuertes presiones psicológicas comunistas, pero nada de «mágico» que garantizara el éxito de la conversión.

En una segunda fase, algunos psicólogos hostiles a las religiones proclamaron que las iglesias, en muchos casos, adoctrinan a sus seguidores de la misma manera que los comunistas. El psiquiatra inglés William Sargant (1907-1988), popularizó estas teorías. Pero pocas personas aceptaban ese tipo de crítica global de la religión, considerada una simple consecuencia de una manipulación psicológica.

La psicóloga norteamericana Margaret Singer (1921-2003) limitó la teoría de Sarganta sobre las «sectas». Según ella, las personas adhieren a las religiones más o menos libremente. Las «sectas» manipulan a sus adeptos practicándoles el lavado de cerebro. Eso requeriría necesariamente un «contra-lavado» de cerebro llamado «desprogramación». En general, los miembros de las sectas se sometían a eso no voluntariamente, después de haber sido secuestrados por profesionales contratados por sus padres. Al final, la desprogramación fue declarada ilegal en casi todos los países del mundo.

La teoría de Singer fue exportada con gran éxito en Europa, especialmente en Francia, en un contexto de gran preocupación por los crímenes de ciertas sectas, con las tragedias del Templo Solar (suicidios y homicidios colectivos repetidos en 1994, 1995 y 1997). Un psiquiatra francés, Jean-Marie Abgrall, trató de utilizar un fundamento de la teoría de Singer de naturaleza más psicoanalítica, argumentando que el adoctrinamiento de las sectas provoca fenómenos de regresión al estado infantil y de transferencia hacia la figura del gurú,similar a aquella dependencia en la niñez hacia los padres.

A él le fue objetado que para un freudiano ortodoxo el argumento no sirve para distinguir a las sectas de la religión en general, en cuanto para Freud estos fenómenos se encuentran en cualquier forma de religión.

La teoría del lavado de cerebro, llamado también manipulación psicológica, fue bien recibida en Europa e inspiró leyes, particularmente en Francia. Al contrario, en los Estados Unidos, la reacción de la mayoría de los académicos – y sin duda también de los abogados de movimientos bien organizados como Cienciología – era criticamente muy fuerte. Esas críticas han llevado, en primer lugar, a la comunidad académica y luego a los tribunales (a partir del caso de Steve Fishmanen 1990) a abandonar casi completamente esta teoría.

La teoría de Singer había inspirado en gran medida el informe parlamentario francés de 2006 y su homólogo belga, así como las primeras actividades de la Misión Interministerial de lucha contra las sectas [MILS], mientras su sucesor, la Misión Interministerial de vigilancia y lucha contra las sectas [MIVILUDES], adoptó una actitud más diferenciada: no rechaza el diálogo con expertos y no comparte enteramente las ideas del informe 2006 sobre la manipulación mental.

El desfase, entre Estados Unidos y Europa, pero especialmente Francia, generó un segundo tiempo, en Francia, de aquello que fueron las «guerras de sectas» norteamericanas, donde las asociaciones «antisectas» y los sociólogos que negaban la teoría del lavado de cerebro participaban asiduamente en casos de tribunales, donde los primeros acusaban a los segundos de estar a servicio y recibir sueldos de las sectas. Esta guerra aún no está totalmente terminada, pero también es verdad, que un diálogo continúa, por los menos en Estados Unidos, entre asociaciones para la defensa de las «víctimas» de las sectas, que finalmente reconocen que la teoría de Singer no es más aceptable científicamente, y los sociólogos están dispuestos a admitir que a veces habían exagerado en la defensa de la libertad religiosa y no fueron capaces de ver el carácter realmente perjudicial de ciertas formas de adoctrinamiento sectario.

La mayoría de los investigadores académicos convienen hoy día, en que el lavado de cerebro, llamado también «manipulación psicológica», como técnica mágica que sea capaz de cambiar completamente la personalidad, es totalmente un mito, hijo de la guerra fría y de las «guerras a las sectas». Pero que, por contraposición, existen movimientos religiosos que presentan su naturaleza y objetivos a aquellos que quieren convertir de forma fraudulenta y que ejercen sobre sus seguidores excesiva presión psicológica, que no es fácil distinguir inmediatamente la emoción y la intensidad que existen en muchas religiones, aunque es conveniente permanecer atentos.

El científico «apologista de las sectas», según el cual todos los nuevos movimientos religiosos son gentiles, simpáticos y respetuosos de la ley existe sólo en ciertas caricaturas de las asociaciones antisectas. Sabemos muy bien que hay movimientos religiosos peligrosos. Oponerse a las leyes antisectas, ¿implica que no se puede hacer nada contra los movimientos violentos o fraudulentos? No, por supuesto, pero es necesario aplicar las leyes generales. En muchos países no existen las leyes antisectas, pero algunos casos de violencia y de fraude fueron perseguidos y punidos aplicando leyes generales, sin poner en peligro la libertad religiosas con leyes especiales.

El mismo Michael Langone, uno de los líderes más respetados a nivel internacional del movimiento hostil a las «sectas», ha concluido que las leyes «antisectas» que existen en varios países son difíciles de aplicar y por otro lado son peligrosas para la libertad religiosa, porque en realidad, no hay ningún criterio aceptado por la investigación académica para distinguir las religiones de las «sectas» así como también la normal persuasión misionera – no siempre amigable – de la supuesta «manipulación psicológica».

También nos queda la imagen popular de las «sectas destructivas» que hacen esclavos a sus adeptos por la práctica de la llamada manipulación psicológica, que subsiste en los medios de comunicación, en películas como Holy Smoke (1999), en novelas y en series de televisión y también en los discursos políticos, a pesar de las críticas académicas.

Como el Papa Francisco dijo en su visita del 28 de julio de 2014 en una pequeña comunidad pentecostal italiana, que quizás sería clasificada entre las «sectas» en América Latina, decir «“Yo soy la iglesia, tú eres la secta”» es una «tentación» perpetua de las mayorías. Es necesario saber resistir a esa tentación.

Regresamos al modelo de Roma: intolerancia, discriminación, persecución. Si un grupo es malvado, y las leyes no lo detienen, existirán personas que recurrirán a la violencia. El 29 de enero de 1996, en un clima de fuertes polémicas sobre las «sectas» en Francia después del informe de una comisión parlamentaria de 1995, en París hubo un atentado con una bomba contra la Iglesia de la Unificación del reverendo coreano Sun Myung Moon (1920-2012), una de las «sectas» más controvertidas en esa época.

En Bolivia, campañas de prensa presentaron a los misioneros mormones como agentes de una «secta» al servicio del imperialismo norte-americano. El 24 de mayo de 1989 dos misioneros mormones, Jeffrey Brent Ball (1968-1989) y Todd Ray Wilson (1969-1989) fueron asesinados por el grupo terrorista de izquierda Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka. Asesinatos similares ocurrieron en Perú y Rusia.

En Italia el régimen fascista aprobó leyes contra los pentecostales, acusados de ser «sectas peligrosas para la pureza de la raza». El mismo Papa Francisco recuerda este episodio: «Y estas leyes fueron aprobadas por bautizados. Algunos de los que hicieron esta ley y algunos de los que persiguieron y denunciaron a los hermanos pentecostales porque eran “entusiastas”, casi “locos”, que arruinaban la raza, algunos eran católicos... Yo soy el pastor de los católicos: Les pido perdón por esto» (Papa Francisco, en ocasión de la visita a la Iglesia pentecostal de la Reconciliación, Caserta, 28 de julio de 2014).

A pesar de que, como otras religiones, intentaron inicialmente buscar un arreglo con el régimen fascista, 11.300 testigos de Jehová fueron llevados a los campos de concentración nazi, donde fueron identificados con triángulos púrpuras, como miembros de una «secta» peligrosa y no alemana. 1.490 fallecieron. A diferencia de los judíos y los gitanos, perseguidos por su etnia, los testigos de Jehová tenían la oportunidad de escapar de los campos de concentración renunciando a su religión. Pero muy pocos lo hicieron.

La espiral de intolerancia, discriminación y persecución puede ser aplicada históricamente a la persecución de muchos grupos. Los judíos en la Alemania nazi fueron víctimas de viñetas intolerantes y luego de leyes discriminatorias, y al final se llegó a Auschwitz. Y no sólo grupos religiosos. El modelo fue aplicado por la OSCE a los «Roma» y Sinti («gitanos»). En muchos Países los gitanos son víctimas de estereotipos («todos son ladrones») y luego de leyes discriminatorias, y al final también de violencias.

La libertad religiosa es un bien frágil. El declive llega fácilmente: se pasa de la intolerancia a la discriminación y de la discriminación a la persecución. Las declaraciones de nuestras Constituciones no son suficientes, si continúan actitudes de intolerancia.

Los grupos religiosos populares ya están protegidos por su popularidad. El test de nuestro compromiso con la libertad religiosa es considerar si – dentro del respecto de las leyes generales – protegemos a la libertad de los grupos que no son populares.

La estructura de la Ley 9891 pone en peligro el principio de libertad de conciencia y libertad de religión que está garantizado por el derecho internacional. Invariablemente, en mi experiencia, esos peligros siempre nacen de todos aquellos a) que han intentado introducir una distinción entre buenas religiones y malas sectas, y b) han fundado esta distinción sobre la noción del lavado de cerebro o manipulación psicológica.


Sobre el punto a) es precisamente lo que hace la Ley 9891 cuando introduce la distinción entre las religiones y las sectas, poniendo en peligro la libertad religiosa. En efecto, la secta de hoy es la religión de mañana, y ésta que se considera secta por sus opositores es una religión para sus miembros. Para cada uno, como ha escrito un eminente historiador de religiones, J. F. Mayer, «la secta es el otro». Muchos criterios propuestos para distinguir entre religiones y sectas son subjetivos o se basan sobre puntos de vista teológicos de una religión específica.

La ley debe ser objetiva y la ley del Estado laico no pude adoptar un solo punto de vista teológico, abierto u oculto, para distinguir las buenas o malas religiones. Los redactores de los fundamentos de la ley 9891 son conscientes de eso: es por ellos que piensan encontrar un fundamento objetivo de la distinción entre religiones legítimas y sectas en la noción de manipulación psicológica.

El artículo 3 de la ley nos explica que «entiéndese por Grupos que usan técnicas de manipulación psicológica: todas aquellas organizaciones, asociaciones o movimientos que exhiben una gran devoción o dedicación a una persona, idea o cosa y que emplean en su dinámica de captación o adoctrinamiento técnicas de persuasión coercitivas que propicien: (1) La destrucción de la personalidad previa del adepto o la dañen severamente, y (2) La destrucción total o severa de los lazos afectivos y de comunicación afectiva del adepto con su entorno social habitual y consigo mismo». Todos los cristianos «exhiben una gran devoción o dedicación» a Jesucristo y la devoción es un marco de toda religión. En cuanto a las «destrucción de la personalidad previa del adepto» leemos en la Carta a los Gálatas de San Pablo 2,20: « y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí». Aquí la personalidad previa, la vida previa es destruida y surge una nueva personalidad. Es el marco de toda conversión, que siempre es una metanoia, es decir un cambio de personalidad. Y quien se hace monje trapense, o monje budista, ¿acaso no experimenta «la destrucción total o severa de los lazos afectivos y de comunicación afectiva con su entorno social habitual»?

Toda la Ley 9891 es organizada de acuerdo con las ideas e la terminología de Margaret Singer. De dos expertos que los fundamentos de la ley mencionan, una, la misma Singer, ha sido criticada, no solamente por casi la unanimidad de especialistas sino asimismo, rechazada, en tanto que testigo experto en los procesos norteamericanos. Los jueces han considerado su actitud como no científica y partidaria (affaire Fishman, 1990, ver: http://www.leagle.com/decision/19901456743FSupp713_11345). El otro, Michael Langone, ha actualmente cambiado de opinión, y hoy él mismo considera las leyes como la Ley 9891 contrarias a la libertad religiosa e inútiles.

Como se dice en el caso Fishman, la manipulación psicológica no es un criterio objetivo para distinguir las sectas de las religiones. Aquellos que hablan de manipulación psicológica siguen, por consiguiente, una lógica contraria: ellos deciden que una experiencia religiosa es tan rara y totalmente extraña que ninguna persona razonable podría adherir voluntariamente. Por consiguiente, ellos declaran que aquellos que han adherido no pueden más que estar sometidos a una manipulación psicológica. Entonces, se introduce un criterio subjetivo y un enjuiciamiento del valor de las religiones. Estos criterios y juzgamientos no pueden tener lugar en los tribunales ni en los textos de las leyes.

Si permitimos al Estado que decida cuales grupos religiosos son buenos, son «religiones» y cuales son «sectas», con las mejores intenciones del mundo estamos preparando el totalitarismo de la novela Señor del mundo.

El Papa Francisco comentó el 19 de enero de 2015: «Hay un libro – perdónenme si hago publicidad –, quizás por el estilo puede resultar un poco pesado al principio, porque fue escrito en 1907 en Londres… Su autor vio este drama de la colonización ideológica en su tiempo y lo describió en su libro. Se titula Lord of the World, escrito en 1907. Su autor es Benson. Les aconsejo que lo lean».


Ya otra vez el Papa aconsejó este libro de Robert Hugh Benson (1871-1914). Benson nos describe un régimen perfectamente totalitario. El régimen del «Señor del mundo» se presenta como «moderno», «progresista» y favorable a la economía. Sin embargo, toda religión que no sea aprobada por el Estado está prohibida. Benson «casi como si fuese una profecía, imagina lo que sucederá» en nuestros días (Papa Francisco, 18 de noviembre de 2013).

El Señor del mundo se presentaba con una cara bastante simpática. Todos podían enriquecerse, divertirse. Como dice el Papa Francisco, se podían «hacer muchas cosas, cosas hermosas, pero adorar a Dios» sin el permiso del Estado «estaba prohibido». Y esa «prohibición de adoración» es una amenaza que regresa…

Massimo Introvigne *.

* Profesor de Sociología de la religión en la Universidad Pontificia Salesiana (UPS) de Turín, Italia y Coordinador del Observatorio de la libertad religiosa establecido por el Departamento Italiano de negocios extranjeros. Sirvió en 2011 de Representante de la OSCE (Organización para la seguridad) y la cooperación en Europa) para luchar contra el racismo, la xenofobia y de intolerancia y discriminación contra los cristianos y miembros de otras religiones.

viernes, 15 de septiembre de 2017

Isabella Tomasi y las "Cartas del Diablo"


Isabella Tomasi en una pintura de la época

En el siglo XVII, exactamente en 1676, Isabella Tomasi vivía en el convento de Palma di Montechiaro, en Sicilia, Italia. Una mañana despertó cubierta en tinta, miró sus manos manchadas y se alteró como si hubiese realizado algún crimen cuando vio sobre la mesa una serie de cartas. Eso no la tranquilizó.

Dice la leyenda que salió corriendo por el claustro, angustiada, sin entender qué había pasado, pero con una idea muy clara: Satanás había tomado su cuerpo para poner su fe a prueba, y había guiado su mano durante la escritura de las misivas.

Sus compañeras del convento benedictino creyeron la historia, a fin de cuentas, María Crocifissa della Concezione, como se llamaba realmente, jamás había demostrado algún tipo de comportamiento errático a sus 31 años. Las "Cartas del Diablo" permanecieron por muchos años en el convento, aunque solo una llegó hasta la actualidad. Hasta el momento nadie ni nada pudo descifrar su contenido, habían sido escritas en una lengua desconocida, una lengua, para algunos eruditos, que era la del mismísimo belcebú.

Desde aquella época a este tiempo, la carta fue analizada por lingüistas, estudiosos, filósofos, clérigos y hasta especialistas en criptografía. En 300 años, nadie pudo descifrar el misterio.

Un grupo de investigadores del Museo de Ludum (Italia) buscó utilizar las nuevas tecnologías para desentrañar el enigma. Utilizaron un algoritmo alojado en la Deep web (Internet profunda) para descifrarlo y lo lograron.

"Creemos que este algoritmo es utilizado por los servicios de inteligencia para descifrar mensajes secretos", dijo Daniele Abate, director del Museo a The Times.

Convento de Palma di Montechiaro, en Sicilia, Italia

Según explicó Abate, el proceso de "traducción" no fue sencillo. Compararon los símbolos de la epístola con caracteres del griego, del árabe, del alfabeto rúnico o del latín, entre otros. La conclusión del especialista fue que "la monja había utilizado una mezcla de dialectos para crear la 'Carta del Diablo', algunos, de su propia invención".

Finalmente, lograron descifrar unas 15 líneas de la carta, en la que la monja aseguraba que la religión vivía una época de decadencia, que estaba basada en un sistema corrupto, que la Santísima Trinidad era un lastre y que Dios es un invento del ser humano.

La carta completa

Para Abate el contenido no revela una verdadera posesión demoníaca y sostiene la hipótesis de que Isabella Tomasi padecía un desorden bipolar, posiblemente esquizofrenia, lo que la llevó a crear la carta sin darse cuenta.

Su teoría está basada en que desde su ingreso al convento, en 1645, cuando tenía 15 años, la monja estudió diferentes idiomas, que se "podrían haber mezclado en su mente de forma involuntaria" durante la escritura epistolar.

Fuente original: Infobae.

sábado, 9 de septiembre de 2017

Inviabilidad clínica de la oposición weberiana

Max Weber

Por Juan Manuel Otero Barrigón // La clásica distinción entre secta e iglesia que propuso originalmente el sociólogo alemán Max Weber, señalaba a las sectas como comunidades pequeñas, cerradas y dinámicas, estrictas en sus prácticas y a las cuales uno pertenecía, mayoritariamente, por elección, luego de un proceso de rigurosa evaluación por parte del grupo. En contraposición, uno formaba parte de la Iglesia, fundamentalmente, por nacimiento, heredando así una identidad cultural. Si bien entonces la palabra secta ya era de uso común en el lenguaje de la sociología y de la religión, su significado tomó una nueva dimensión a partir del caso del Templo del Pueblo, punto de partida para la reflexión psicológica sobre el fenómeno sectario. Es, en este sentido, que desde una concepción anclada en la salud mental, la conocida oposición weberiana deja de tener significancia, dado que, como es sabido, no todos los grupos sectarios tienen un contenido religioso y/o espiritual, siendo que permanecer bajo ese paradigma acarrearía, entre otros problemas, el riesgo de enlodazarse en disputas doctrinales intrascedentes para el psicólogo o psiquiatra, amén de ser además susceptible de ser utilizado en desmedro de las minorías religioso/espirituales. La verdadera oposición en términos clínicos no es, entonces, entre iglesia y secta o entre religión y secta, sino entre grupos psicodinámicamente sanos y grupos estereotipados y abusivos, cualquiera sea su origen y contenido. Este es un aspecto que los profesionales de la salud mental dedicados al tema deben tener siempre muy presente, y que bien asimilado, desactiva gran parte de las controversias que el vocablo secta ha desatado entre sociólogos, antropólogos y psicólogos de la religión

viernes, 1 de septiembre de 2017

Y en el fondo, la incertidumbre...


Por Juan Manuel Otero Barrigón // Winston Churchill se refería al fanático como "aquel que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema". Para la psicología analítica, el fanatismo es una sobrecompensación de la duda, lo que supone, que en realidad, la aparente convicción vital del "fanaticus" se tambalea sobre arenas movedizas, fe hambrienta de un perpetuo reaseguro. Es lo que, desde el refranero popular, se nos enseña al decirse "dime de lo que alardeas, y te diré de lo que careces".




sábado, 26 de agosto de 2017

En la mente del fanático



En la mente del fanático, por José Angel Martos

¿Qué tienen en común un ultra futbolero capaz de emprenderla a golpes con los aficionados del equipo rival, un cruzado medieval que recorrió Europa y atravesó el Mediterráneo para recuperar Tierra Santa espada en mano y, por último, una mujer musulmana que acepta convertirse en bomba humana para hacer explotar una escuela llena de niños?

Por muy diferentes que parezcan estas tres personalidades y sus motivaciones, todas tienen un aspecto en común: el fanatismo. Esto es, la adhesión incondicional a una causa, sin límites ni matices, hasta el extremo de realizar cualquier tipo de acción en su favor, incluso matar o morir por ella. Es un fenómeno tan viejo como la humanidad, pero no hace tanto que los científicos de diversas disciplinas se han dado cuenta de que hay mecanismos idénticos de asunción individual del fanatismo, más allá del contexto social, político o religioso en que actúa cada uno.

Por eso, existen varias especialidades que están investigando para saber más sobre un aspecto clave: cómo funciona el cerebro de un fanático. Algunas de las primeras hipótesis y conclusiones son sorprendentes. Un neurotransmisor químico llamado dopamina podría jugar un importante papel en los procesos cerebrales que conducen a los comportamientos fanáticos, independientemente de la forma en que se expresen. Las neuronas que manejan la dopamina están muy relacionadas con las emociones que experimentamos y se activan cuando el organismo obtiene placer con alguna acción. Pero, y esto es un descubrimiento clave, lo hacen en mucha mayor medida cuanto más inesperada sea dicha recompensa, como la llama la neurociencia. Solemos pensar en el placer como algo muy vinculado a contextos como las relaciones sexuales o la buena comida, pero hay muchas más motivaciones, y algunas de ellas son las que lindan con el fanatismo.

Los aficionados de un equipo de fútbol, por ejemplo, obtienen un gran placer cuando su equipo gana, pero esta sensación se multiplica si la victoria es inesperada, ya sea porque el contexto racional invitaba a desechar la posibilidad –el equipo colista que vence por sorpresa al líder– o porque el transcurso del acontecimiento deportivo también había conducido a desestimar la posibilidad de victoria –la remontada final tras tener el partido perdido–. En esos momentos excepcionales se libera mucha más dopamina y se experimenta una felicidad considerablemente más intensa.

Pero quizá lo más importante de todo sea que el cerebro se acostumbra enseguida a esperar estas neurorrecompensas. Una de las zonas del sistema nervioso en las que más dopamina se produce es la llamada sustancia negra, que está situada en el cerebro medio y tiene como una de sus principales funciones el aprendizaje. La repetición de las recompensas acaba por crear una señal permanente en los circuitos cerebrales, que invita a los individuos que viven tales satisfacciones a buscarlas de nuevo. Serían, por tanto, sus sesos los que les dictan, desde las profundidades de las neuronas, la necesidad de volver a alcanzar estos impredecibles momentos de éxtasis a los cuales el deporte, por el azar que le es inherente, resulta más propenso que otras actividades.

La religión y la política son una cantera para el fanatismo

Estas constataciones sobre el funcionamiento neuroquímico de nuestra materia gris podrían explicar en parte el comportamiento de los fans, término que vale la pena recordar que es el acortamiento de la palabra inglesa fanatic. Pero aunque quizá en las sociedades occidentales hoy se asocie a los fans con el deporte o la música, es evidente que otras actividades importantes para el ser humano como la religión y la política son una cantera para el fanatismo. “Mientras las personas no fanáticas tienen ideas, los fanáticos tienen creencias, que son funciones adaptativas para lograr certidumbre y seguridad”, dice Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco, que ha estudiado los fenómenos del terrorismo y del suicidio en España. Echeburúa tipifica al terrorista suicida como “una variante del fanático político, sin duda la forma más extrema, y para llegar a ella hay que haber pasado por una situación muy intensa”.

La intensificación del terrorismo suicida yihadista, hoy máxima expresión del comportamiento fanático sin límites, está siendo analizada hasta la extenuación en clave política y religiosa. Pero los psicólogos y los expertos en el estudio de la violencia creen que hay también otros factores decisivos, que estarían más bien en el ámbito de la mente y que se manifiestan en fanáticos violentos de muy diversa índole. Echeburúa recuerda el caso de los religiosos vascos que en el pasado se convirtieron en terroristas de ETA para ejemplificar que “es más fácil pasar de ser fanático de una cosa a fanático de otra que pasar de fanático a tolerante”. Lo atribuye a que los fanáticos “ya han adquirido una estructura mental característica”.

Esta configuración del pensamiento fanático suele mostrar unas peculiaridades conocidas como distorsiones cognitivas. Se trata de errores en el procesamiento de la información característicos de muchos trastornos mentales, como los de personalidad o la depresión. “Una distorsión cognitiva muy común entre los terroristas –y, en general, entre las personas que hacen uso de la violencia para conseguir sus fines– es pensar dicotómicamente, en términos de blanco o negro. Así tienden a dividir el mundo entre nosotros y ellos”, explica el experto en estudios de la violencia José Sanmartín Esplugues, catedrático de la Universidad de Valencia y autor del libro "El terrorista. Cómo es. Cómo se hace".

Si no estás conmigo, estás contra mi

El pensamiento dicotómico suele ir acompañado de otra distorsión según la cual “los terroristas se perciben a sí mismos como víctimas”, explica Sanmartín, y por ello se ven obligados a luchar, ya sea por la presunta opresión que padece su pueblo, por el deterioro de su forma de vida a causa de los valores de la cultura occidental o por muchas otras razones que suelen aducir en cualquier parte del mundo. De esta forma, justifican ante los demás y ante sí mismos su apelación a la violencia como una autodefensa con base moral. La combinación de ambos factores los lleva a trasladar la responsabilidad de cuanto les afecta negativamente del nosotros –su etnia, su religión…– al ellos –los enemigos de la patria, los infieles, etc.–. El conjunto resulta un auténtico cóctel explosivo en la mente del terrorista, que acaba por desarrollar lo que se conoce como rigidez cognitiva.

Echeburúa añade a las distorsiones un rasgo mental común en los fanáticos: la sobrevaloración afectiva de sus creencias. Esta consiste en vivirlas con una intensidad muy alta. “Por eso se enfadan si los contradices, y esto puede llevar a actitudes violentas y a terrorismo, porque les hace ver a los discrepantes como enemigos”, explica Echeburúa. El tránsito del fanatismo hasta el terrorismo pasa entonces por la construcción del enemigo, que, como dice Echeburúa, “implica rebajarlo a la condición de cosa –cosificarlo–, y eso significa verlos como algo subhumano”. Ahí surge el menosprecio con el que clasifican a maricones, moros o infieles, por utilizar algunos de los adjetivos con los que despachan a sus enemigos.

La consecuencia principal de esta cosificación del enemigo es, según explica Sanmartín, que “les permite –y esto es algo terrible– tapiar con prejuicios y estereotipos sus reacciones naturales de compasión hacia las víctimas. Aprenden a despersonalizarlas y así pueden neutralizar sus reacciones ante el disparo a bocajarro en la cabeza de la víctima”. Y añade: “Al no ver personas, sino medios o instrumentos cuya destrucción los acerca algo más a la consecución de sus nobles objetivos, los terroristas no tienen, en definitiva, con quién empatizar, de quién compadecerse”. Echeburúa resume este concepto con una imagen: “La cosificación les ayuda a volver a casa y comerse una hamburguesa tranquilamente tras haber cometido una acción violenta o un asesinato”.

Para curarles hay que reconfigurar su cerebro

En lo que coinciden ambos expertos es en que no estamos ante enfermos psiquiátricos que padecen un trastorno cerebral de origen biológico. “No suelen tener enfermedades mentales: ni esquizofrenia, ni psicopatías”, explica Echeburúa. Y pone el ejemplo de muchos terroristas que “dentro de su grupo son capaces de mostrar cariño, de divertirse… Un psicópata nunca se comportaría así con nadie”. Por su parte, Sanmartín añade que “si los terroristas fueran personas afectadas por graves trastornos mentales o de la personalidad de origen biológico, estaríamos quizá algo más tranquilos. Pero no. Su enfermedad es otra. Su trastorno ha sido culturalmente adquirido a través de un aprendizaje que, a menudo, se inicia en la propia cuna”.

Aquí volvemos a esas vivencias que van forjando la personalidad de los terroristas fanáticos. Por ejemplo, es más habitual que el terrorismo suicida se dé cuando hay precedentes en la familia, como ocurre con las viudas negras del Cáucaso, que se lanzan a inmolarse en acciones terroristas tras haber perdido a algún miembro varón de su familia a manos de las tropas rusas.

Con todo este trasfondo psicológico y de distorsiones cognitivas en el fenómeno del fanatismo y sus manifestaciones más graves, una de las potenciales soluciones que se plantean es si puede reprogramarse la mente de estas personas. Sanmartín opina que resulta difícil, porque “es preciso que dejen de ver el mundo al revés” y, para ello, hay que “reconfigurar su cerebro con un aprendizaje alternativo. Pero nuestro cerebro tiene una cierta dosis de plasticidad, y aprender tiene efectos que cada vez están concitando mayor atención”. La complicación es, aun así, mayor porque “el terrorista no solo tiene afectada la facultad intelectiva que le hace percibir el mundo como lo percibe. Además tiene profundamente afectada su esfera emocional. Es difícil hacerlo cambiar, muy difícil…, pero no imposible”.


Imágenes: Granjero estadounidense, miembro del Ku Klux Klan (Paul Walsh vía Flickr / CC); homenaje a las víctimas del atentado contra Charlie Hebdo (CC0); hinchas de fútbol (CC0).