viernes, 22 de diciembre de 2017

Desvaríos


Por Juan Manuel Otero Barrigón // Algunos charlatanes que pululan por los medios no pierden ninguna oportunidad para involucrar "sectas" inexistentes en cuanto crimen, delito o misterio sin resolver se suceda por ahí. Lo hacen sin ningún tipo de formación en salud mental, experiencia, o estudio serio e interdisciplinar sobre un tema tan complejo, sino tan sólo partiendo de sus convicciones militantes y experiencias personales, que son siempre parciales y subjetivas.Lamentablemente, suelen tener mucho eco en espacios ávidos por el escándalo fácil y recelosos de lo que apunte a promover reflexiones más profundas sobre la realidad. Apelan a una prédica incendiaria para llevar agua para su molino, que no es sino el llamado a la sanción de una "urgente y necesaria ley antisectas que proteja a la población frente al accionar de grupos que cometen delitos aberrantes", y otros eslóganes tremendistas de ese estilo. Si no tienen pruebas de la relación entre los hechos que denuncian y el fenómeno sectario, no importa, la inventan, o cuando menos, la sugieren. Banalizan con su catastrofismo, y con sus ansías de figurar, un tema que para ser entendido, necesita ser abordado desde distintas aristas. Y abren la puerta a la caza de brujas de aquellos que no piensan como ellos, invistiéndose además con el rol de determinar, cúal grupo es sectario, y cúal no. Es decir juegan, como "representantes antisectas", un juego parecido al que denuncian, confundiéndose frecuentemente con sus enemigos.

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