viernes, 23 de septiembre de 2016

Fanatismo como factor criminógeno: dos casos

por Juan Manuel Otero Barrigón

Aunque trasciende el estricto ámbito del fenómeno sectario, comenzaremos a plantear un tópico que será el eje de numerosas y continuadas reflexiones en este blog. Esto es, la importancia que en ocasiones pueden tener las creencias como factor criminógeno, sobre todo cuando están mediadas por el fanatismo de sus detentores.

Días atrás se conoció el caso de una joven de 33 años, Geneva Gómez, que fue asesinada por su madre en Oklahoma, Estados Unidos, al serle introducido un crucifijo en la boca y recibir varios golpes, para terminar colocado su cuerpo en posición ritual. Según lo que informan distintos medios, la madre confesó haber cometido el filicidio debido a que su hija estaba "poseída por Satanás". En los registros policiales dice que ella admitió haber "golpeado a su hija y haberle introducido a la fuerza un crucifijo por la garganta hasta que empezó a salirle sangre por la boca. Juanita vio a su hija morir y luego dispuso su cuerpo en forma de cruz".

Juanita Gómez, la mujer acusada de matar a su hija en un ritual de exorcismo

Algunas semanas antes, se había conocido otro caso, esta vez en Polokwane, República de Sudáfrica, donde un pastor terminó matando a una feligresa de su iglesia en un acto que pretendía demostrar el poder de Dios.

Según informó The Southern Daily, el pastor, llamado Lethebo Rabalango, organizó una noche de culto en una iglesia donde trató de demostrar el poder de Dios, afirmando que si Jesús pudo caminar sobre las aguas, él también podría hacer algo gracias a la fe. Fue en ese momento cuando llamó a una mujer joven del grupo de parroquianos y le pidió que se acostara sobre el suelo, para luego colocarle un gran altavoz sobre el estómago.  El pastor se subió en la parte superior del altavoz, añadiendo presión sobre el cuerpo de la mujer por espacio de unos minutos. Cuando se levantó, la mujer se había desmayado. Inmediatamente, y según informa el mismo medio,  el pastor pidió a otros presentes que le aplicaran primeros auxilios a la mujer, quien finalmente  murió a causa de lesiones internas causadas a sus pulmones. El pastor culpó a la mujer y la acusó de falta de fe ya que "no pudo soportar una tarea muy sencilla".

El pastor Lethebo Rabalango y la mujer "víctima por su falta de fe"

Estos dos hechos que repasamos aquí, no son sino dos acontecimientos recientes de un sinnúmero de sucesos similares que ocurren de tanto en tanto, y en los cuales la certeza de estar cumpliendo una misión divina, o bien de actuar guiado por un poder sobrenatural, juegan un papel clave en su desenlace trágico.

La brutalidad del primer caso podría hacernos pensar en un posible cuadro psicótico que desembocó en la creencia delirante de la posesión (delirante en este caso puntual, ya que entendida en su generalidad, la creencia en la posesión espiritual es un fenómeno sumamente complejo y transcultural, no expresión necesaria de psicopatología) y la necesidad de combartir al Mal sin importar los costos para ello.

El caso del pastor, por otra parte, involucraría, mínimamente, la convicción otorgada por la creencia fanática de que bajo el designio divino, o con su protección, cualquier cosa sería posible, quedando marginada de esta manera toda forma de aprehensión racional de la realidad. (La falta de información adicional sobre la personalidad y la biografía del pastor dificultan cualquier otro tipo de presunsión diagnóstica responsable).

Lo que resulta indudable es que más allá de los diagnósticos diferenciales en la singularidad de cada hecho, ambos comparten indudablemente una creencia fanática, irreductible, que en los casos en los que es canalizada a través de una pauta religiosa puede desembocar en situaciones lamentables.

Las relaciones entre el fanatismo y distintas patologías psíquicas son un tema de estudio que viene siendo abordado desde comienzos del siglo xx.

El psiquiatra E. Kretschmer, aunque no se planteó directamente el problema del fanatismo, en su obra "Korperbau und Character" (1921) estableció una relación entre los comportamientos intransigentes y el temperamento esquizotímico. Describió al individuo esquizoide como "hermético autista", propenso a las "ideas delirantes fantásticas" y oscilante entre la hipersensibilidad y la insensibilidad. Inadaptado socialmente y con una "rigidez afectiva" que hace incongruentes sus sentimientos con sus reacciones motoras. Es interesante notar que otros autores como Muhlmann y Wyrsch encontraron, por su parte, cierta conexión entre fanatismo y esquizofrenia.

Otros estudiosos, clásicos como Kurt Schneider y autores contemporáneos también, trabajaron la relación entre fanatismo y otras categorías nosológicas como el paranoidismo. La paranoia es una idea fija(delirante) que hace que el individuo sienta que está en peligro y se atente contra él. El fanático religioso es propenso, a causa de la necesidad compulsiva de defender sus creencias, a odiar todo aquello que atente contra ellas. 



Está claro que no todo fanático padece un trastorno psicológico grave, pero igualmente cierto es que cuando la psicología inherente al fanatismo se articula en un cuadro psicopatológico, las consecuencias pueden ser imprevisibles.

Aún sin llegar al límite que suponen las psicosis, la convicción irreductible que exhibe el fanático religioso lo ciega por completo y lo coloca a sufrir lo que algunos autores denominan "filtraje". El filtraje es una distorsión cognitiva que consiste en que el individuo solo abstrae un aspecto del conjunto y olvida todo el contexto. Por tal motivo, el fanático religioso abstrae lo que para él es la verdad plena de su fuente de creencias, y asume que el resto está equivocado.

Si al filtraje y a la necesidad de defender sus creencias contra todo y contra todos se le agrega la obsesión, en tanto conjunto de ideas fijas de salvación, pecado, virtud, verdad y sacrificio que lo estructuran fijamente, entonces podemos afirmar que estamos ante la configuración de una psicopatología.

El fanatismo religioso no es un diagnostico psicopatológico per se, pero los síntomas que conlleva, implican las más de las veces un claro trastorno de personalidad.

lunes, 19 de septiembre de 2016

"Karma Yoga" y grupos sectarios orientalistas




"Karma Yoga" y grupos sectarios orientalistas, por Juan Manuel Otero Barrigón

En Occidente, solemos considerar al Yoga meramente en su aspecto de disciplina físico-espiritual orientada al logro de la relajación, la paz y el equilibrio interior. Pero de acuerdo a la rica tradición hindú, además de una técnica, el Yoga involucra ante todo, y al mismo tiempo, una filosofía y una psicología acerca del hombre. Su marco teórico espiritual es el Vedanta, la filosofía transmitida en los Vedas (escrituras sagradas hindúes), cuya enseñanza básica es que la naturaleza del hombre es divina. Dios, en tanto realidad esencial, existe en todos los seres, por lo que la religión es la búsqueda del conocimiento personal del Ser, es decir, la búsqueda de Dios dentro del corazón del hombre.

Para alcanzar tal objetivo, la tradición vedántica reconoce como válidos diferentes caminos o vías, destacando la importancia del esfuerzo individual a fin de realizar interiormente la propia divinidad. Son estos caminos o métodos los denominados ‘yogas’ que nos llevan a la unión con lo divino. La sabiduría hindú reconoce, en ese sentido, fundamentalmente cuatro:

Bhakti Yoga: o ‘yoga de la devoción‘, cuya esencia consiste en una relación devocional con la divinidad a través de la oración, el rito y la adoración.
Gnana Yoga: o ‘yoga del conocimiento‘, la disciplina intelectual que conduce a la Realidad única.
Raya Yoga: también llamado ‘yoga de la meditación‘, cuya meta es poner a la mente en sintonía con la divinidad a través de diversos ejercicios de contemplación y meditación. (De aquí se deriva la práctica tal como es conocida en Occidente).
Karma Yoga: o ‘camino de la acción desinteresada‘.

En esta oportunidad, nos detendremos en el cuarto camino o método del yoga, dado su frecuente uso y especial tergiversación en grupos sectarios destructivos.

Originalmente, el Karma Yoga o yoga de las acciones, es concebido como una práctica universal que lleva al practicante a la purificación del espíritu. De acuerdo a la filosofía Vedanta, todas las acciones, buenas o malas, producen resultados, seamos o no concientes de ello. El alma individual (atman) recibe los resultados y las consecuencias de sus acciones anteriores. Este es el fundamento básico de la doctrina de la reencarnación. Cada ser humano nace con su karma, es decir, es resultado de sus acciones anteriores, y se encuentra en este sentido en condiciones particulares de su evolución. Un mal karma hunde al ser humano en un estado de ignorancia, mientras que un buen karma lo impulsa progresivamente hacia su realización y hacia la consecuente ruptura del ciclo de reencarnaciones (mokhsa). Por lo que, el propósito inmediato de dicho yoga es impedir la acumulación de efectos kármicos desfavorables e invertir los efectos del karma existente.

El Karma Yoga es considerado por todos los sistemas filosóficos de la India como una disciplina fundamental, en la que lo esencial es el cumplimiento del dharma (‘deberes religiosos), manteniendo una actitud de desapego frente a los resultados de la acción. La enorme epopeya del Mahabharata relata como los hombres que realizan bien sus deberes alcanzan su conocimiento espiritual y llegan así a la realización. Cuenta la historia de un carnicero que pertenecía a una casta inferior y que aunque hubiera podido considerar sus condiciones de existencia desfavorables para su vida espiritual, logró cumplir tan bien su deber que alcanzo la liberación, por medio de la acción no egoísta hacia los demás, tan solo ofrendada a la divinidad.

El Bhagavad Gita, que establece los fundamentos de dicho camino, recomienda:

Sé desprendido y cumple la acción que constituye tu deber, ya que cumpliendo la acción de modo desprendido el hombre alcanza lo Supremo”. (BG, III, 19).

Ahora bien, cuando indagamos en la dinámica de manipulación y abuso instrumentada por grupos destructivos de contenido y doctrinas orientales es común observar la relevancia que la práctica del ‘karma yoga’ adquiere para estos grupos. Claro que, hay que aclararlo, poco tiene que ver con el espíritu del método concebido originalmente en la tradición hindú. Para el Vedanta, como se ha visto, el karma yoga es un camino de liberación, que involucra la acción desinteresada hacia los demás y ofrecida a Dios, libre de motivaciones egoístas y de apego a los resultados, pero que nada tiene que ver con la sujeción total a una autoridad encarnada en la figura de un líder o maestro, y cuyo ejercicio se circunscriba, además, y tal como ocurre en las sectas destructivas, al marco grupal que la promueve.

En los grupos sectarios destructivos, el ‘karma yoga’ es tergiversado para ser reinterpretado en términos de ‘servicio’ exclusivo al grupo, lo que en la práctica se traduce como trabajo gratuito para la secta. Con frecuencia el adepto, tras realizar los primeros cursos o seminarios que se le proponen, se ve seducido por el grupo y especialmente por su líder, a incrementar el nivel de dedicación y compromiso en su propio “desarrollo espiritual”, con la justificación que brinda el ‘karma yoga’ distorsionado por el grupo sectario , y que lleva al adepto a encontrarse, progresivamente, dedicado exclusivamente al grupo, tras abandonar su trabajo, sus estudios o actividades previas, a cambio de un fuerte sentido de pertenencia y de la convicción, inducida a través del engaño, de estar en una senda genuina de crecimiento interior.

A veces, cuando estos grupos sectarios son denunciados ante la Justicia, dicha práctica puede ser fundamento para la acusación formal por ‘reduccion a la servidumbre’.

Digamos para finalizar que no solamente los grupos sectarios orientalistas manipulan a sus miembros para que terminen dedicándose en forma exclusiva al grupo. Cada grupo fundamentará en ese sentido, y de acuerdo a su propio contenido doctrinal, los motivos que irán esclavizando al nuevo miembro haciéndolo trabajar gratis, y volviéndolo por ende, cada vez más dependiente, hasta en términos literalmente económicos. No obstante, la doctrina del karma yoga brinda una excusa eficaz para estos grupos, a lo que se añade, además, el hecho de que muchos buscadores espirituales interesados en Oriente quizás desconocen a priori el sentido y los fundamentos originales de estas disciplinas, acercándose a estos grupos precisamente con la motivación de aprender, pero sin poder darse cuenta que el camino espiritual prometido desembocará finalmente en una verdadera prisión psicológica.


Cine(2): Kumaré



"Kumaré", por Juan Manuel Otero Barrigón

El ser humano tiene arraigada en su naturaleza la necesidad de formar sistemas de creencias y buscar un poder superior que gobierne la realidad –que llene el vacío del caos. Esta tendencia evolutiva –que incluso podría ser parte de nuestra arquitectura biológica, como sugiere la neuroteología– puede ser también usada, tal como venimos sugiriendo en este blog, como una forma de explotación y abuso emocional. Por otro lado, sabido es que muchos presuntos “líderes religiosos” también son hábiles políticos que tienen conciencia de las inseguridades de sus seguidores o que son capaces de alimentar su propia imagen o hasta hipertrofiarla apelando más a hábiles estrategias marketing que a revelaciones místicas.

El caso de Vikram Gandhi es un excelente ejemplo de esta conciencia de la experiencia religiosa como mercancía pasible de venta, especialmente si se tiene una idea en la que creemos. Gandhi es el autor del falso documental Kumaré, en el cual él mismo protagoniza el proceso de convertirse en un gurú espiritual de la India y reunir a un grupo de seguidores. Gandhi nació en Nueva Jersey, en una familia de inmigrantes en la que se practicaba el hinduismo. Crecer en medio de los dioses de los Vedas a la vez que estaba expuesto a la cultura pop estadounidense, lo llevó a cuestionar su propia educación y las creencias de sus padres. “La religión de la India está llena de historias, lo que me hizo compararla con los cómics y las historias de superhéroes que veía; eran para mí dos formas mitológicas similares”, afirma.

Sorprendido por el boom de la industria del yoga, que supera los 5 mil millones de dólares anuales sólo en Estados Unidos, Gandhi planeó hacer un documental sobre los maestros espirituales y el yoga. En el proceso conoció a numerosos maestros occidentalizados y viajó a la India, donde entabló contacto con otros supuestos maestros espirituales. Su experiencia le hizo descubrir que lo único que realmente define a un líder espiritual es que otra persona cree que él tiene todas las respuestas. Por otro lado, las experiencias religiosas tienen la particular naturaleza de ser inefables, por lo que difícilmente pueden ser mensuradas. Esto le dio la idea de crear un personaje, Kumaré, y penetrar en el mundo del yoga en Estados Unidos como un maestro espiritual y probar que una religión falsa tiene los mismos efectos como una religión verdadera.

Gandhi, bajo la figura de Kumaré, empezó a dar clases de yoga en Phoenix, uno de los centros del new age, y su éxito logró congregar a una serie de seguidores que lo percibían como un poderoso maestro espiritual. Se ganó la confianza de un grupo de personas ávidas de transformarse y experimentar lo numinoso. Para poder dar verosimilitud a su personaje diseñó un sitio web, utilizó el acento hindi de su abuela, se tomó fotos con viejos gurús de la India, adoptó un disfraz (la vestidura naranja y un tridente) y aglutinó todo bajo la idea fundamental de que el gurú es como un espejo: “Todo es un reflejo de lo que queremos ver en nosotros”. Así, Kumaré se posicionó mezclando técnicas de marketing con su experiencia mimetizando gurús, lugares comunes (como la reiteración de una luz azul o de “sentir la energía”), sinsentidos y mantras sonoramente plausibles.

La religión falsa funcionó especialmente bien porque en vez de decirles a sus alumnos que su religión era falsa y la suya verdadera les dijo que todas eran una ilusión pero que ellos tenían el poder, que podrían crear su propia historia.

Trailer de "Kumaré"

Al final, el documental narra una experiencia de transformación, una metanoia. Esto es parte del arco dramático de toda buena historia –la necesidad de que nos conmueva. Kumaré, el falso gurú, hizo que varios de sus alumnos –y él mismo– tuvieran una experiencia de transformación y se dieran cuenta que el poder y la verdad que buscan están dentro de ellos. Pero no agregaremos nada más para no arruinar la sorpresa; el documental está disponible para mirar en la Web, y funciona como una buena herramienta pedagógica para entender mejor la naturaleza humana, y los peligros que en algunos casos puede acarrear una sincera búsqueda espiritual.

"Jesus He Knows Me"




El genio creativo de Phil Collins compuso esta sátira sobre los telepredicadores norteamericanos a principios de los años 90´, cuando muchos de estos personajes comenzaban a ser investigados en la Justicia por hacer promesas a sus fieles seguidores a cambio de dinero. Más de veinte años despúes, y como suele ocurrir con la obra de los grandes artistas, el mensaje que quiso transmitir no pierde actualidad: el camino a la ruina y a la explotación económica y espiritual muchas veces se esconde bajo el manto de las “buenas intenciones”. ¡Cualquier parecido con aquellos que nos gritan “Pare de sufrir” no es ninguna coincidencia!

¿Es necesaria una ley antisectas?


IMAGEN: ALINA ANTARES

En el último tiempo algunas voces del denominado Movimiento Antisectas vienen llevando adelante distintas campañas e iniciativas con el fin de instalar la necesidad de que el Congreso Nacional sancione una ley que ayude a “proteger” a la población del accionar de los grupos abusivos (comúnmente denominados sectas). En la provincia de Córdoba, funciona desde el año 2011 el "Programa de Prevención y Asistencia a la Víctimas de grupos que usan técnicas de Manipulación Psicológica", que con el foco en la concientización y el asesoramiento integral, brinda asistencia a los/as afectados/as. El debate por una ley nacional, aunque intermitente, está abierto, pero los intentos de reprimir legal y específicamente el accionar de estos grupos podrían implicar más peligros que beneficios. Uno de los principales riesgos sería el de deslizarse hacia una llana e injustificable caza de brujas, donde las minorías religiosas y los grupos heterodoxos, sospechosos de toda la vida, siempre llevan las de perder. 

Y es que, ¿quien le pone el cascabel al gato? ¿Con qué pruebas? ¿Bajo qué criterios consensuados? 

La discusión sobre la conveniencia de legislación específica en esta materia, por sus diversas aristas, requeriría una amplia participación interdisciplinaria en la que estuvieran involucrados no solamente psicólogos, abogados, y médicos, sino también cientistas sociales como sociólogos y antropólogos. Respecto a lo que ocurre en otras partes del mundo, en Europa, el Parlamento Europeo recomendó a los países que modificaran las leyes para combatir el accionar de los grupos considerados sectarios. En Francia, en el año 2001, se aprobó la ley About-Picard que modificaba una serie de artículos del código Penal para sancionar a las personas y a los grupos sectarios involucrados en posibles actividades inconstitucionales. La ley reforzó la prevención y la represión de los movimientos sectarios que vulneraban los derechos humanos y las libertades, creándose el delito de manipulación mental. En todo caso, el tema es complejo, y no es sugerible que se impulsen legislaciones de este tipo basadas en argumentos sensacionalistas ni en exageraciones amplificadoras de las reales dimensiones de la problemática. Junto a otros estudiosos del tema, compartimos cierta suspicacia respecto a leyes extraordinarias para prevenir o condenar posibles delitos que ciertos grupos, o sus líderes, pudieran cometer. Nos preguntamos si no basta con aplicar las leyes existentes cuando se tiene la sospecha fundada de que se ha cometido algún delito. Fue por esta vía, por ejemplo, que se llegó a la condena, entre otros personajes, en casos como el de Juan Unger (líder de las 8 reinas, en 1998), Ricardo J. Ocampo (más conocido como el Maestro Amor, en 2014), Néstor Corsi (alias "profeta Kropp", en 2017) y la pareja de Jesús Olivera y Estefania Heit (en cuyo caso incluso un juez hablo de manipulación mental para someter a la víctima, sin necesidad de una ley especial, en 2014). 

Por otra parte, huelga decirlo, no pocas veces encontramos en algunos referentes del Movimiento Antisectas actitudes tan fanáticas, estigmatizantes e intransigentes como aquellas que se denuncian en el otro lado del mostrador.

Las legislaciones represivas, además, y como señala la socióloga Eileen Barker, tienen por añadidura una desventaja no menor: suelen fomentar en grupos cerrados la tendencia a “ponerse a la defensiva”, espiralizando vivencias persecutorias que algunos de estos grupos experimentan, pudiendo ser el detonante, en situaciones, de finales lamentables e impredecibles.

Otro tema vinculado al anterior es el relativo al denominado Registro de Cultos, proveniente en su versión actual de la última dictadura cívico-militar, y destinado a tramitar el reconocimiento frente al Estado de las distintas comunidades y confesiones religiosas. Aunque su importancia en lo relativo al fenómeno sectario es parcial, dado que ya señalamos en varias oportunidades que muchos de estos grupos no presentan ningún contenido religioso, sostenemos que su vigencia en un país libre es francamente inútil (artículo 14 de la Constitución Nacional). Tiempo atrás, distintos grupos considerados sectarios descubrieron que inscribiéndose allí podían argumentar ante la sociedad su supuesta “legalidad”, además de recibir los beneficios de tener exenciones impositivas para sus templos. Y si bien es cierto que en un contexto de cierta estigmatización social frente a las minorías religiosas, estar inscriptos en el Registro puede asegurar cierta forma de reconocimiento por parte del Estado, si alguien comete un delito no lo comete por su condición de practicante religioso o ministro de culto, sino por ser una asociación o un ciudadano infractor de las leyes. Ni en México ni en Brasil, ni en la mayoría de los países europeos hay registros de Culto. Si alguien comete un delito, se hace funcionar el Código Penal y el Civil para todos los ciudadanos por igual. Sostenemos, junto a otros investigadores, que en un país democrático no debería existir ningún Registro de Cultos. 

Hay un último aspecto que interesa señalar, y cuyo desarrollo será motivo de futuras publicaciones. A menudo los estudios sobre “grupos sectarios” han transitado por dos carriles paralelos sin punto de encuentro en ninguna parte: por un lado, el de ciencias sociales como la Sociología y la Antropología de la Religión; por el otro, el de la Psicología, en articulación con el Derecho. Raramente se ha intentado un acercamiento entre estas disciplinas en lo referente al tema, proponiendo el debate de modelos de análisis, e intentando embarcarse en la fructífera búsqueda de algunos criterios comunes. Prejuicios, soberbia intelectual de ambos lados, pretensiones de superioridad en la comprensión del fenómeno, y también la dificultad para desprenderse momentáneamente de los propios paradigmas, constructos teóricos y herramientas conceptuales, dificultaron enormemente todo intento de reflexión conjunta e interdisciplinaria. La idea comúnmente reflejada en gran cantidad de escritos sociológicos y antropológicos sobre la problemática, esto es, que la cuestión del denominado sectarismo y su abordaje desde la Salud Mental no son sino intentos de darle un barniz “científico” a la estigmatización de grupos religiosos minoritarios, tiene antecedentes históricos que la validan parcialmente, pero que no alcanzan para explicar la totalidad del fenómeno. Lo mismo vale para ciertas visiones sesgadas que desde la Psicología han visto con recelo, y cuando no con actitud inquisidora, a cualquier grupo heterodoxo y divergente de la norma sociohistórica/cultural/religiosa validada por consenso. Vale aclarar que, predominantemente, esta última distorsión partió por lo general de estudios sobre el tema anclados de base en posturas parcializadas o confesionales, centradas equivocadamente en las creencias de los grupos señalados, y no en sus métodos y dinámicas, que es lo que esencialmente los define como abusivos.

El debate, de tanto en tanto, recobra vigencia, si es que alguna vez se abrió de forma genuina y desprejuiciada.

Juan Manuel Otero Barrigón

Cine(1): "Mysterious Two"



Mysterious Two, por Juan Manuel Otero Barrigón

Marshall Applewhite y Bonnie Neetles habían decidido unir sus vidas luego de que el primero, profesor de música y cantante de ópera, conociera a la entonces enfermera de cuarenta y cinco años, en ocasión de ser hospitalizado. Neetles, que era cuatro años mayor que su compañero, estaba casada al momento de aquel fortuito encuentro, pero no dudó en abandonar a su esposo y a sus cuatro hijos para seguir a ese hombre enigmático que le proponía salvar a la humanidad. Según refiere Jacques Vallé en su libro “Messengers of Deception” (1979), habían decidido fundar un grupo al cual transmitirle sus enseñanzas, considerándose a sí mismos como “Los Maravillosos Dos“, es decir, los dos testigos de los que se habla en el libro del Apocalipsis (11:3) de la Biblia cristiana (“Y otorgaré autoridad a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos sesenta dias, vestidos de cilicio“). Organizaron una magna reunión para el día 14 de septiembre de 1975, en el estado de Óregon, donde iban a explicar a la gente allí reunida el modo en que los elegidos podrían desarrollar la transición a un nivel transhumano. Aquella reunión y aquel pequeño grupo inicial que conformaron fruto de sus charlas y conferencias por todo Estados Unidos, no provocó sin embargo el impacto que buscaban, y Applewhite y Neetles desaparecieron momentáneamente de la escena. Hasta 1985. Aquel año, Applewhite retomó su actividad pública, pero esta vez en soledad. Su compañera había fallecido de cáncer poco tiempo atrás, y él, que creía estar directamente relacionado con Jesús, prometió persistir en su objetivo de enseñar a un grupo de elegidos el camino para avanzar a un nivel transhumano. Esta vez, numerosos entusiastas de mediana edad se acercaron seducidos por su mensaje. El grupo, que inicialmente había sido conocido como Human Individual Metamorphosis, tuvo distintos nombres a lo largo del tiempo, hasta llegar a ser conocido finalmente como “Heaven´s Gate“, denominación con la cual trascendió en el mundo. Los miembros de Heaven´s Gate creían que el planeta Tierra estaba a punto de ser “reciclado” (limpiado, renovado, restaurado y rejuvenecido) , y que la única posibilidad de escapar de ese proceso era abandonándolo definitivamente. Applewhite impuso una férrea disciplina, de renuncia total a los antiguos lazos familiares y sociales. Su doctrina era un mezcla de elementos del cristianismo (sobre todo las ideas de salvación y apocalipsis), conceptos como el de avance evolutivo y la creencia en seres extraterrestres, cuyo papel escatológico en su sistema de ideas era fundamental. Sostenía que antiguos seres extraterrestres habían visitado la Tierra en el pasado y que eran responsables, en distintos grados, del desarrollo de las culturas humanas, las religiones y la tecnología. Ahora, según Applewhite, había llegado el momento en que los extraterrestres vendrían a recoger la cosecha de su trabajo en individuos evolucionados espiritualmente que se unirían a las filas de las tripulaciones OVNI. Hacía falta una señal que anunciara el momento indicado para emprender el viaje. Y esa señal llegó con el cometa Hale Boop, de paso próximo a la órbita de la Tierra, a fines de Marzo de 1997. Applewhite estaba convencido de que detrás del cometa viajaba una nave extraterrestre, a la cual podrían tener acceso los miembros del grupo si se desprendían de sus envolturas físicas y avanzaban “más allá del nivel humano”. Treinta y ocho de sus seguidores decidieron acompañarlo, para lo cual se prepararon ritualmente. Ayudados por un cóctel a base de alcohol y fenobarbital, en algunos casos utilizaron bolsas de plástico para inducir asfixia y facilitar el proceso de abandono de los recipientes corporales. Todo había sido cuidadosamente preparado, en un proceso que demoró varios días, y para lo cual no se descuidó ningún detalle, incluida la vestimenta especial preparada para la ocasión. Treinta y nueve personas murieron, incluido Applewhite, en el último suicidio ritual en masa vinculado al fenómeno religioso en Estados Unidos, al menos hasta hoy. En posteriores publicaciones iremos desplegando y profundizando los detalles del caso y la historia de este grupo, abundante en notas de color para el análisis. Hoy, esta breve sinopsis tiene como fin introducir una sugerencia fílmica, la primera de una larga lista por venir, para acercarnos al estudio de los grupos pseudoreligiosos desde otra óptica, la artística en este caso.

Fotograma de "Mysterious Two" (1982), de Gary Sherman

Película completa

Mysterios Two” es una película para TV protagonizada por John Forsyte y Priscilla Pointer y estrenada a principios de los años ochenta. Inspirada en los primeros movimientos de la pareja Applewhite/Neetles, narra la historia de dos extraterrestres que llegan a la tierra, tomando apariencia humana, para ir en busca de personas a las cuales reclutar para un viaje a su planeta. Aunque la teología de Heaven´s Gate evolucionó con el paso del tiempo, y sobre todo a partir de la muerte de Bonnie Neetles (y el duro golpe que significó para Applewhite), la película, de bajo presupuesto, es efectiva creando una atmósfera enigmática en torno a los dos protagonistas. Pueden encontrarse allí algunos elementos propios de la doctrina inicial de He and She (pronombres con los que se da a conocer la pareja, inspirados en el Do y Ti reales) y su cosmovisión. Sin duda alguna, esta muestra de cine clase-B va a resultarle atractiva a aquellos interesados en el imaginario de Heaven´s Gate. Sobre los detalles de la historia de este grupo, y la de sus líderes, ya tendremos oportunidad de volver próximamente. 
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Marshall Applewhite y Bonnie Neetles en 1975

Reflexión huxleyana


La eficacia de una propaganda política y religiosa depende esencialmente de los métodos empleados y no de la doctrina en sí. Las doctrinas pueden ser verdaderas o falsas, pueden ser sanas o perniciosas, eso no importa. Si el adoctrinamiento esta bien conducido, en la etapa adecuada de postración nerviosa tendrá éxito. En condiciones favorables, prácticamente todo el mundo puede ser convertido a lo que sea.” 
Aldous Huxley, (1894-1963) novelista, ensayista, crítico y poeta inglés.

La Verdad

Social Fanaticism“, pintura de Kristina Stuokaite

La Verdad: Breves consideraciones a propósito del discurso autoritario en los líderes de grupos de manipulación psicológica, por Juan Manuel Otero Barrigón

Todo discurso autoritario supone una identificación masiva frente a aquello concebido como La Verdad. En los grupos de riesgo con características manipuladoras, cuya dinámica de abuso psicológico y emocional pretende abarcar por completo la vida de sus miembros, dicha Verdad se cristaliza en fundamento último de la existencia del grupo y del individuo; si es que puede hablarse de individuo en estructuras que forcluyen las esferas de la intimidad y la identidad personal a favor de su disolución en la totalidad colectiva.

Remontándonos al modelo clásico de transmisión de la información, el discurso autoritario, sin importar el ámbito social en el que lo encontremos, presupone siempre a un emisor que se considera a sí mismo como garantía de verdad de aquello que enuncia. Por lo tanto, no hace falta confirmar lo que el emisor dice, no es necesario; la autoridad y la veracidad se confunden a su servicio. Su palabra es palabra plena, dado que la misma tiene su fuente y fundamento en un Otro infalible, absuelto de toda posibilidad de error, y a través del cual el emisor habla. Ese Otro es aquel tercero garante, al que se refería Roman Jakobson.

La voz del líder
Será la figura del líder, representante contemporáneo del legendario “flautista de Hamelin”, quien asumirá la transmisión de laVerdad en estos grupos; y cuya aceptación, sin disenso, será aquella puerta de entrada que conduzca a sus seguidores a la esperada trascendencia. Líder que, como ya se ha señalado en numerosas ocasiones, se erige como una figura carismática y dueña de un poder sagrado y fascinador, cuyos mandatos deben ser obedecidos sin oportunidad de réplica. Y es ese mismopoder del líder el que va a permitir, a posteriori, la instrumentación de actitudes de desprecio, humillación, intimidación y exigencias hacia los miembros del grupo, manipulando sus sentimientos de culpa y otorgándoles el perdón, según la obediencia o rebeldía que muestren frente a sus mandatos divinos.

La personalidad autoritaria
Merece recordarse, en este contexto, aquel antológico escrito de Theodor Adorno, “La personalidad autoritaria”, que concebido para proporcionar una aproximación al psiquismo de los líderes totalitarios del siglo XX, encuentra total actualidad en nuestro tiempo a la hora de trazar un perfil de los líderes de los grupos de manipulación psicológica. Partiendo de la tesis de que debajo de todo fundamentalismo (ya sea político o religioso) subyace una mentalidad autoritaria, Adorno se proponía demostrar que existe una cierta estructura de personalidad, con una dinámica y conflictiva propias, que se exterioriza en conductas sociales prejuiciosas y reaccionarias hacia los demás. Entre dichas características de personalidad señalaba: su visión caótica del medio social, su moral rigorista apegada a la letra, su hostilidad interior proyectada, sus creencias persecutorias y su dificultad para apreciar las individualidades, como rasgos típicos al servicio de necesidades profundas que cumplirían una función imprescindible para que el líder logre conservar su sensación de integración e identidad personal, en personalidades íntimamente frustradas, y frecuentemente decepcionadas con sus propias capacidades. Podrían hallarse allí, y en los casos más extremos, las raíces de la pulsión masoquista destinada a aportar su cuota de seguridad por el mecanismo de disolución del yo: la personalidad original, que rechazada, termina siendo disuelta en una entidad superior y poderosa (Dios, o cualquier otra entidad similar).

La escucha ausente
La transmisión unidireccional de la Verdad por parte del líder, conlleva además el olvido de su capacidad de escucha. Al decir de Roland Barthes, pareciera que los lugares de la misma ya estuvieran ocupados de antemano. Nos referimos, especialmente, a los dominios del creyente y del discípulo, tal como los señalara en “Lo obvio y lo obtuso”. Su posesión de la Verdad obtura la posibilidad de un verdadero diálogo. La escucha queda tapada, negada, anulada por su saber obtenido. Solo queda el monólogo, enhebrado en su discurso autoritario.

Los razonamientos paralógicos
Otro aspecto característico del discurso totalitario del líder en estos grupos radica en la estructura de su mensaje. La sutileza del mismo responde al equilibrio entre razonamientos inverosímiles y una demostración, pretendidamente irrefutable, de los acertados fundamentos de sus tesis. La elaboración de este discurso se basa en la construcción de razonamientos paralógicos que, partiendo de una premisa correcta, se desenvuelven hasta distorsionarse, para desembocar en conclusiones cuasi delirantes. El psiquiatra Jean Marie Abgrall expone un ejemplo característico de este tipo de construcciones discursivas, que aunque tomado de un contexto ajeno a nuestro tema, nos sirve para ilustrar lo distintivo de esta forma de razonamiento: “La naturaleza está amenazada porque están muriendo los árboles. Hay que salvar a los árboles. Ahora bien, los castores derrumban los árboles para hacer sus presas. Para salvar a la naturaleza, hay que matar a los castores. Ustedes, los que aman a la naturaleza, ¡síganme y matemos a los castores!”. Podemos ver que el postulado inicial es exacto, también lo son sus consecuencias, con la sola excepción de que los castores que se pretende eliminar forman parte también del equilibrio natural. Se derrumba con ello toda la lógica del discurso.

Aislamiento
El discurso autoritario puede arraigarse profundamente en la psique grupal, especialmente a partir de la instrumentación progresiva y velada del aislamiento al que son inducidos los miembros del grupo respecto a sus marcos de referencia habituales. Con distintas excusas, se los aleja temporaria o permanentemente de su familia, amigos, trabajo o estudios, lo que al dejarlos inestables, y en una situación de virtual orfandad, los obliga a apelar a nuevos marcos referenciales a los que poder aferrarse, siendo sólo los establecidos por el líder los que en ese contexto se hallan disponibles.

Dinámica maniquea y exaltación del conflicto
No debe dejar de señalarse el hecho de que todo discurso autoritario conlleva la necesaria existencia de un enemigo al que hay que derrotar (sea este la sociedad, el gobierno, o cualquier ente ajeno al grupo). Se trata de la dinámica maniquea característica frecuente de estas agrupaciones, la cual asentada en un tipo de pensamiento blanco/negro, concibe la lucha y el conflicto como las únicas alternativas para el triunfo definitivo de la Verdad. Recurramos nuevamente a Barthes, en su imprescindible “El grado cero de la escritura”, a propósito del lenguaje político, tantas veces afín al lenguaje de los grupos manipuladores: “Encontraremos entonces, en toda escritura, la ambigüedad de un objeto que es a la vez lenguaje y coerción: existe en el fondo de la escritura unacircunstancia extraña al lenguaje, como la mirada de una intención que ya no es la del lenguaje. Esa mirada puede muy bien ser una pasión del lenguaje, como en la escritura literaria; puede también ser la amenaza de un castigo, como en las escrituras políticas: la escritura está entonces encargada de unir con un solo trazo la realidad de los actos y la realidad de los fines. Por ello el poder o la sombra del poder siempre acaba por instituir una escritura axiológica, donde el trayecto que separa habitualmente el hecho del valor, está suprimido en el espacio mismo de la palabra, dado a la vez como descripción y como juicio. La palabra se hace excusa (es decir un otra parte y una justificación). Esto, que es verdadero para las escrituras literarias, donde la unidad de los signos está incesantemente fascinada por las zonas de infra o de ultra-lenguaje, lo es más aún para las escrituras políticas, donde la excusa del lenguaje es al mismo tiempo intimidación y glorificación: efectivamente, el poder o el combate son los que producen los tipos más puros de escritura”. Para Barthes, la exaltación de la lucha, desde un contexto de poder, es paradigma del más absoluto discurso autoritario.


Conocimiento o creencia

En “Cómo leer a Lacan”, el filósofo esloveno Slavoj Zizek destaca, a propósito de la psicología del fanático fundamentalista (todo buen líder manipulador lo es) el curioso hecho de que dichas personalidades no creen “en algo”, sino que lo saben directamente. Para el líder, La Verdad (sea que esta se traduzca en una supuesta revelación divina, en un conocimiento superior de cualquier índole, o en una teoría gradualmente desarrollada) supone una serie de enunciados cuasi empíricos que constituyen un conocimiento directo: no hay otra posibilidad, por lo tanto, que aceptarlos como tales, no requieren comprobación alguna. Curioso hecho que los distancia del más sincero creyente, para quien la fe y la consiguiente duda son las dos caras de una misma moneda. Todo fundamentalista, y todo líder fanático, considera sus principios una modalidad positiva de conocimiento. Es llamativo en ese sentido, tal como señala Zizek, la proliferancia actual de grupos en los cuales los significantes Ciencia o científico forman parte de su misma denominación grupal. Ello viene a señalarnos la pretendida reducción de la creencia al conocimiento positivo. Frente a lo sabido de hecho, solo resta la aceptación.

Aceptación que finalmente, encarnada en una obediencia ciega a los mandatos y propósitos de estos flautistas contemporáneos, procurará desterrar la singularidad y la autenticidad de sus seguidores, los cuales deslumbrados por sus melodías, serán espectadores pasivos de la claudicación del sujeto.

Bibliografía

Abgrall, Jean Marie. Los secuestradores de almas. Editorial Océano, México D.F, 2005.
Adorno, Theodor. La personalidad autoritaria. Editorial Alianza, Buenos Aires, 1963.
Otero Barrigón, Juan Manuel. Sectas destructivas y abuso psicológico. Diario “La voz del interior”, Córdoba, edición del 1 de Julio de 2011.
Barthes, Roland. El grado cero de la escritura. Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 2005. (Paginas 27-28).
Barthes, Roland. Lo obvio y lo obtuso. Editorial Paidos Ibérica, 1986.
Jakobson, Roman. Fundamentos del lenguaje. Editorial Ayuso, Madrid, 1973.
Rodríguez, Pepe. El poder de las sectas. Barcelona, Ediciones B, 1998.
Zizek, Slavoj. Cómo leer a Lacan. Editorial Paidos, Buenos Aires, 2010.

(Artículo publicado originalmente en la revista virtual “El Psicoanalítico”, en su edición de Abril de 2013)

10 enfermedades psicoespirituales (por Mariana Caplan)

Advirtiendo de que “El oro falso existe porque hay oro auténtico“, la psicóloga Mariana Caplan reflexiona de manera lúcida sobre las decepciones y callejones sin salida que en ocasiones aguardan en los caminos de despertar individual. A veces, no hace falta llegar a formar parte de un grupo abusivo, ya que tan sólo grupos de estudio o de personas afines pueden tener una estructura vincular que los tornan poco sanos para el avance psicoespiritual.


En su libro “Con los ojos bien abiertos”, Caplan menciona 10 enfermedades psicoespirituales que aquí reproducimos:

1. Espiritualidad de Comida Rápida
Mezclar la espiritualidad con una cultura que celebra la velocidad, la multitarea y la gratificación instantánea y el resultado es probable que sea espiritualidad de comida rápida. La espiritualidad de comida rápida es un producto de la fantasía común y comprensible que el alivio del sufrimiento de nuestra condición humana puede ser rápido y fácil. Una cosa es clara: la transformación psicoespiritual no se puede tener en una solución rápida.

2. La espiritualidad de imitación
La espiritualidad de imitación es la tendencia a hablar, vestirse y actuar como nos imaginamos que una persona espiritual, lo haría. Se trata de un tipo de espiritualidad que imita la realización espiritual en la forma en que la tela de piel de leopardo imita a la piel real de un leopardo.

3. Motivaciones confusas
A pesar de que nuestro deseo de crecer es genuino y puro, a menudo se mezcla con otras motivaciones, entre ellas el deseo de ser amado, el deseo de pertenecer a un grupo de seres afines, la necesidad de llenar nuestro vacío interior, la creencia de que el camino espiritual nos liberará de nuestros sufrimientos, y la ambición espiritual (el deseo de ser especiales para otro), ser mejor que, y ser “el elegido”.

4. Identificarse con las experiencias espirituales
En esta enfermedad, el ego se identifica con nuestras experiencias espirituales y las toma como propias, y empezamos a creer que estamos encarnando ideas que han surgido dentro de nosotros en determinados momentos. En la mayoría de los casos, no dura indefinidamente, aunque tiende a perdurar por largos periodos de tiempo en los que se creen iluminados y/o que funcionan como maestros espirituales.

5. El Ego Espiritualizado
Esta enfermedad ocurre cuando la propia estructura de la personalidad del ego se mezcla arraigada y profundamente en conceptos espirituales e ideas. El resultado es una estructura del ego que es “a prueba de balas.” Cuando el ego se espiritualiza, somos invulnerables a la ayuda, nueva información o retroalimentación constructiva. Nos convertimos en seres humanos impenetrables y estancamos nuestro crecimiento espiritual, todo ello en nombre de la espiritualidad o del grupo en el que nos hallamos.

6. La producción en masa de los maestros espirituales
Hay una serie de tradiciones espirituales de moda en la actualidad que producen personas que se creen estar a un nivel de iluminación espiritual, o maestría, que está mucho más allá de su nivel real. Esta enfermedad funciona como una cinta transportadora espiritual: ponte en este resplandor, consigue aquella visión, y bam! Estás iluminado y listo para iluminar a otros en forma similar. El problema no es que estos profesores instruyan sino que se presentan como si hubiesen alcanzado la maestría espiritual.

7. El orgullo espiritual
El orgullo espiritual se produce cuando el practicante, a través de años de esfuerzo, en realidad ha alcanzado un cierto nivel de sabiduría y usa ese logro para justificar el cierre a más experiencias. Una sensación de “superioridad espiritual” es otro síntoma de esta enfermedad de transmisión espiritual. Se manifiesta como una sutil sensación de que “yo soy mejor que otros, más sabio, y por encima, porque yo soy espiritual.

8. La mente del grupo
También se describe como pensamiento de grupo, la mentalidad de culto, o la enfermedad de ashram, la mente de grupo es un virus insidioso que contiene muchos elementos de la codependencia tradicionales. Un grupo espiritual tiene acuerdos sutiles e inconscientes con respecto a la forma correcta de pensar, hablar, actuar. Los individuos y los grupos infectados con “mente de grupo” rechazan los individuos, las actitudes y circunstancias que no se ajusten a las normas a menudo no escritas del grupo (de allí la importancia de enfatizar el “unirse entre gente afín” al grupo).

9. El complejo del pueblo elegido
Es la creencia de que “Nuestro grupo (del tipo que sea, no necesariamente religioso) está más evolucionado espiritualmente, es más potente, inteligente y, en pocas palabras, mejor que cualquier otro grupo”. Existe una importante distinción entre el reconocimiento de que uno ha encontrado el camino correcto, el profesor adecuado, o la comunidad correcta para sí mismos, y el haber encontrado “al elegido”.

10. El virus mortal: “Yo He Llegado”
Esta enfermedad es tan potente que tiene la capacidad de ser terminal y mortal para nuestra evolución espiritual. Esta es la creencia de que “he llegado” al objetivo final de la senda espiritual. Nuestro progreso espiritual termina en el punto donde se concreta esta idea en nuestra mente, porque el momento en que comenzamos a creer que hemos llegado al final del camino, un mayor crecimiento se detiene. “La esencia del amor es la percepción”, de acuerdo a las enseñanzas de Marc Gafni, “por lo tanto, la esencia del amor propio es la percepción de uno mismo. Sólo te puedes enamorar de alguien a quien puedes ver claramente (incluido a ti mismo). Amar es tener ojos para ver. Es sólo cuando tú puedes verte claramente que puedes comenzar a amarte a ti mismo”. Es en el espíritu de la enseñanza de Marc que yo creo que una parte fundamental del aprendizaje de discernimiento en el camino espiritual es descubrir la enfermedad del ego y auto-engaño que está en todos nosotros. Ahí es cuando necesitamos sentido del humor y el apoyo de los verdaderos amigos espirituales. Cuando nos enfrentamos a nuestros obstáculos para el crecimiento espiritual, hay ocasiones en que es fácil caer en una sensación de desesperación y disminución-y perder la confianza en el camino. Debemos mantener la fe en nosotros mismos y en otros, con el fin de hacer realmente una diferencia en este mundo.

Extraído de: “Con los ojos bien abiertos: la práctica del discernimiento en la senda espiritual“, Mariana Caplan, Ed. Kairós

El narcicismo espiritual (por Jorge Ferrer)

Nota del autor del blog: agradezco al amigo terapeuta transpersonal Jordi Álvarez Carniego por la recomendación de este texto de Jorge Ferrer.


“Por narcisismo espiritual entiendo un conjunto de distorsiones del camino espiritual relacionadas entre sí, como la inflación del ego (el engrandecimiento del ego alimentado por las energías espirituales), la absorción en uno mismo (la preocupación excesiva por el propio estatus y logros espirituales) y el materialismo espiritual (la apropiación de la espiritualidad para reforzar formas de vida egoicas). Tal como lo veo, el hilo común que une todas estas trampas es lo que llamo narcisismo espiritual (es decir, el mal uso de las prácticas, energías o experiencias espirituales para reforzar formas egocéntricas de existencia). Los principales síntomas del narcisismo espiritual son, entre otros:

Un frágil sentido de poder personal y de amor propio.
Preocupación por comparar el nivel espiritual en el que uno se encuentra.
Hablar constante y repetidamente de las experiencias y logros espirituales propios.
Una fuerte necesidad de reafirmación positiva y de alabanza.
Inquietud por ser especial, afán de ser elegido para algún propósito espiritual distinguido o ser el preferido o preferida de algún maestro o maestra espiritual.
Una idealización o demonización extrema de los maestros espirituales.
Graves dificultades para trabajar con figuras de autoridad.
Una susceptibilidad exagerada y una postura defensiva contra cualquier tipo de crítica”.

(Del libro “Espiritualidad creativa” de J. Ferrer. Ed. Kairós 2003)

Flautistas contemporáneos

The Pied Piper of Hamelin’, por George John Pinwell (1871)


Flautistas contemporáneos, por Juan Manuel Otero Barrigón


En el año de 1284 en el día de Juan y Pablo 
siendo el 26 de junio 
por un flautista vestido con muchos colores, 
fueron seducidos 130 niños nacidos en Hamelin 
y se perdieron en el lugar del calvario, cerca de las colinas” 
Antiguo verso alemán.

La conocida leyenda del flautista de Hamelin, atribuida a los hermanos Grimm, nos cuenta la historia de un enigmático personaje que con la cautivante melodía de su flauta provocó la desaparición de ciento treinta niños en aquella ciudad del norte de Alemania, a mediados del siglo XIII.
De acuerdo al relato, Hamelin se encontraba invadida por una plaga de ratas, cuando sus habitantes, sin poder encontrar ninguna solución, decidieron ofrecerle una gran suma de dinero a un misterioso y desconocido flautista que afirmaba poder acabar con el problema que aquejaba a los habitantes del lugar. De gran estatura, vestido con ropas de intensos e inusuales colores, y con un sombrero puntiagudo según lo ha popularizado el folclore, el flautista se dirigió hacia la plaza central y acercando sus labios a la flauta, comenzó a soplar.
Inmediatamente, todas las ratas de la ciudad se congregaron alrededor del flautista, el cual se dirigió seguido por los roedores hacia las afueras y hasta llear al río Weser, donde hipnotizadas por aquellos sonidos, y siguiendo al misterioso encantador, murieron ahogadas.
Solucionado entonces el problema, el flautista volvió a Hamelin a exigir la recompensa pactada, pero tanto el alcalde como los pobladores, se negaron a cumplir con su parte del contrato, hasta negar incluso haberlo visto alguna vez. Pero es entonces que el flautista, resentido por aquel desdén, prometió convertir aquella ciudad en un valle de lagrimas
La leyenda, con ciertos visos de realidad histórica, nos cuenta que breve tiempo después, y tomando su flauta una vez mas, volvió a Hamelin tocando una nueva y suave melodía que hechizó a todos los niños de la ciudad, mientras los adultos se encontraban en la iglesia. Los niños dejaron sus juegos y todo aquello que estaban haciendo en ese momento y salieron al encuentro del flautista, quien al igual que había hecho anteriormente con las ratas, salio de la ciudad guiándolos, según la mayoría de las versiones, en dirección a una cueva, después de lo cual nunca mas se los volvió a ver.

Pasaron varios siglos ya de la época en que esta situado nuestro relato, pero aun tanto tiempo después sigue habiendo entre nosotros flautistas que con la melodía de sus palabras y su carisma consiguen reunir tras de si cientos de personas dispuestas a seguirlos en un similar estado de hipnotismo que aquel que tenían aquellos niños de la leyenda. Estos modernos seductores, que hacen gala de un aura de misterio y enigma que encubre en realidad una personalidad de tintes autoritarios, y en muchos casos perversa o psicopática, son los numerosos líderes de grupos de manipulación psicológica y abuso emocional, que se aprovechan de los incautos para someterlos y convertirlos en agentes utilizables para sus propios fines.

Así como aquella plaga de ratas que motivó el pedido de ayuda al flautista por los habitantes de la ciudad de Hamelin, hoy el mundo actual vive otras “plagas” con las crisis contemporáneas que incrementan un sentimiento de angustia intenso en muchas personas. El desempleo, la exclusión motivada por las crisis económicas, los conflictos armados, la nuclearización del planeta provocan en mucha gente una sensación de desamparo ante la cual no tienen respuestas, en épocas en las que la religión, las ideologías, y otros instrumentos simbólicos ya no parecen poder brindar soluciones satisfactorias que sirvan de dique y contención para seguir adelante con la vida. Ante esta situación, no pocos deciden entonces entregar su confianza y la solución de sus problemas a estos modernos encantadores que sin necesidad de usar ropas multicolores ni sombreros puntiagudos, y aun sin requerir de una flauta como el personaje de la leyenda, logran el mismo poder hipnotizador para convencer a los desprevenidos de que son ellos quienes si pueden brindar esas soluciones y respuestas que no pudieron conseguir en otro lugar.

Los líderes abusivos son personajes carismáticos, seductores, hábiles para detectar las necesidades de los demás; pero todo ello no sería malo por sí solo, ya que al fin y al cabo, esas mismas cualidades son comunes también a aquellos líderes saludables que son capaces de llevar adelante transformaciones positivas en su ámbito de influencia. El líder abusivo está, además, caracterizado las más de las veces por una psicopatología de base que sustenta su creencia y su accionar, y que encuentra su refuerzo al lograr someter la voluntad de aquellos que lo siguen, retroalimentándose a sí mismo.

Theodor Adorno, destacado miembro de la Escuela de Frankfurt, habló de la personalidad autoritaria al estudiar uno de los componentes esenciales de los sistemas totalitarios, entre los cuales nosotros podemos agregar a los grupos abusivos como un ejemplo de ellos. Según dicho autor, existiríaa una cierta estructura de personalidad con una dinámica y conflictiva propias que se exterioriza en conductas sociales prejuiciosas y autoritarias. Dichas personas tienden a percibir el medio social como caótico y desordenado, son interiormente inseguras y poseer una estructura mental rígida, intolerante a la ambigüedad. Pero además, proyectan su intensa hostilidad interior, fruto de las de la brecha generada entre sus ideales y sus reales capacidades, y al proyectarla, hacen responsables a otros de sus propias frustraciones; por lo que, prejuicio y autoritarismo concluía Adorno, están al servicio de necesidades profundas y cumplen una función estabilizadora para evitar la desintegración y mantener la identidad personal.

A diferencia de los flautistas contemporáneos, aquel de la leyenda no demostraba poseer una personalidad autoritaria, aunque sí vengativa; y su capacidad para brindar soluciones parecía ser real – acabó con la plaga de ratas -, pero tanto uno como los otros exigen un alto costo a cambio de ello, siendo capaces de cualquier cosa para lograr sus fines, y encontrar cualquier justificación útil para excusarse a sí mismos y a sus acciones.

Los flautistas contemporáneos podrán pasar más desapercibidos que aquel con sombrero y llamativos colores, pero lo que importa al fin y al cabo no es como se ven, sino lo que son: hábiles manipuladores, y falsos depositarios de un pretendido conocimiento divino o de una verdad revelada cuyas consecuencias, para sus seguidores, pueden ir desde la prisión psicológica y el daño a la propia salud, hasta desembocar en tragedias como las ocurridas décadas atrás en Guyana o en Waco, donde cientos de personas perdieron la vida, incluidos niños, en un final muy similar al de aquellos inocentes de nuestra leyenda.

Espiral del Abuso



Las técnicas de abuso psicológico son soterradas y sutiles: palabras, miradas, insinuaciones, mentiras, difamaciones, etc. El abusador impone su voluntad (de forma continuada y progresiva), tergiversando la situación desde una posición de fuerza: posee la verdad y el poder.

Fanatismo: cinco breves sentencias

"Víctima del fanatismo", pintura de Mykola Pymonenko (1899)


La verdad a menudo sufre más por el fanatismo de sus defensores que por los argumentos de sus detractores.
(William Penn)

El fanatismo divide, asesinando la inocencia.
(Mille Petrozza)

Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema.
(Winston Churchill)

El fanatismo es una sobrecompensación de la duda.
(C.G.Jung)

El fanatismo consiste en redoblar el esfuerzo cuando has olvidado el fin.
(George Santayana)

Ego, autoimportancia y narcicismo espiritual (por Ramiro Calle)



Hay que aprender a superar la autoimportancia si uno quiere poner los medios para que la consciencia siga evolucionando. Es esencial y necesario. Para ello hay que ir descubriendo los trucos del ego y tener un entendimiento más correcto de este gran falsario, que cuando lo buscamos no lo encontramos y cuando no lo buscamos se nos impone y nos enreda con toda su burocracia, nos encadena y obsesiona, nos turba de tal modo que perdemos la capacidad de lucidez y nos ofuscamos gravemente.

Tenemos que indagar en el ego. Tenemos que ir sabiendo manejarnos con el mismo y conseguir que sea un burócrata fiel. No es fácil. Es muy ladino y se enmascara con facilidad, estando incluso detrás de los sentimientos y actos más nobles. Debido a su comportamiento exacerbado malgastamos nuestras mejores energías, nos tornamos muy vulnerables y susceptibles, nos involucramos en sus tendencias compulsivas y vivimos de espaldas a nuestra esencia. El ego forma la personalidad y la autoimagen, bien diferentes de la esencia o ser. Al alimentar el ego y afirmar la personalidad desmesuradamente, estamos sacrificando el cuidado de nuestra propia y prístina identidad. Es como el actor que tanto se identifica con el papel que interpreta, que se aliena y deja de ser él mismo. Hemos perdido, debido al exceso de apuntalamiento del ego, nuestro soberano interior. Tanto nos hemos volcado en el yo social y la imagen, tanto hemos retroalimentado la burda máscara de la personalidad, de tal modo persiste la importancia de sí, que nos hemos desconectado de nuestro yo más profundo. Esa neurótica tendencia a apuntalar el ego, crea disfunciones psíquicas y frustra la verdadera compasión y el entendimiento correcto. Sin darnos cuenta en ese proceso de enajenación, nos estamos haciendo un flaco favor, puesto que a mayor ego menos dicha interior. A mayor arrogancia, a mayor voluntad por aparentar y envanecerse, a mayor egocentrismo, menos equilibrio psíquico, menos seguridad, menos madurez y una relación menos fecunda con nosotros mismos y con los demás. El ego desmesurado es muerte. Recuérdese y reflexiónese sobre el mito de Narciso.

El ego exacerbado es competencia brutal y voluntad de poder, y dónde hay voluntad de poder nunca puede haber amor y compasión, ni tampoco genuino afecto hacia nosotros ni hacia los demás. El antiguo adagio reza: “Si quieres ver al diablo cara a cara, mira tu propio ego”. Muktananda me decía: “Con demasiado ego nadie puede ser feliz”. Pero como no podemos matar el ego, hay que aprender a canalizarlo con sabiduría y obtener su lado cooperante y constructivo.

El ego comienza a configurarse debido a la identificación con el propio cuerpo , con la mente, con el nombre, las propias ansiedades, expectativas, miedos y afanes. Y mientras vivamos habrá ego, pero puede ser un ego funcional, como un fiel secretario del que nos servimos para nuestro vivir cotidiano, o un ego desmesurado, desorbitado, que nos hace ser extremadamente egocéntricos, narcisistas e incapaces de ver (y menos, por tanto, atender) las necesidades ajenas. Es un obstáculo muy grande en la larga marcha de la autorrealización. Pero hay que ser sabio para saber manejarse con el ego y no estar a su merced. Es un fantasma negro que todo puede anegarlo. Origina ofuscación, avidez, odio, celos, envidia, afán de posesividad, rabia, rencor y altivez. Y cuanto más ego hay, más surge en uno la demanda excesiva y neurótica de seguridad, y uno se siente más inseguro, teniendo que servirse de toda suerte de autodefensas que, al final, de nada nos defienden y lo que hacen es bloquearnos y amurallarnos. El ego nos hace suspicaces, recelosos, heribles. Tiene una afán compulsivo por afirmarse y se aterra cuando se siente negado, rechazado o desconsiderado. Debido al ego uno se cree con derecho a ofenderse por todo y deja que surjan sus tendencias subyacentes de ira, afán de venganza y rechazo. El ego excesivo es intolerante, dogmático, irrespetuoso y proclive a hacer cargos a los demás y culpabilizarlos. Tenemos que ir entrenándonos para que el ego nos sirva y no servirle nosotros a él. La individualidad es hermosa, pero si se desmesura y da riendas sueltas a la autoimportancia y al narcisismo, se torna fea y grotesca.

En una sociedad básicamente narcisista, el ego asoma por todas partes. También abundan, sobre todo en el terreno espiritual y en el a veces muy turbio panorama de la llamada Nueva Era, personas con un ego-rascacielos que entran en el perverso juego narcisista del “yo sé y tu no sabes”, cuando en realidad ni siquiera son capaces de darse cuenta de sus feas y abrumadoras tendencias egocéntricas. No hay peor orgullo que el espiritual, que puede conducir al fanatismo, el ciego proselitismo y la idea paranoide de creerse más que los demás. El ego enfermizo en la mayoría de los políticos o el afán demoniaco de poder de los banqueros, o el estilo pavoneante de muchos famosos o famosillos, todavía no nos llama tanto la atención como el ego desorbitado y esperpéntico que se da en muchos de los llamados gurús, guías espirituales, representantes de terapias alternativas (porque el ego de algunos médicos ya es bien conocido y soportado) y supuestos “conectados” o “iluminados” que se presentan como salvadores de almas o vivos exponentes espirituales. ¡Cuidado con el narcisismo espiritual! Todos somos aprendices y todos tenemos que seguir aprendiendo de todos a lo largo de nuestras vidas.

Ramiro Calle, orientalista español

Fuente: Universo holístico

Love Bombing: Sonrisas, seducción y trampa



Love Bombing: sonrisas, seducción y trampa

*por Juan Manuel Otero Barrigón

En su afán de seducir y acercar nuevos miembros, los grupos abusivos se sirven de distintas técnicas de control y condicionamiento, tanto psíquicas como fisiológicas, cuyo fin no es otro sino el del lograr la completa sujeción de la persona al grupo, anulando su personalidad individual en pos de una identidad grupal que no admite diferenciación alguna.

En dicho sentido, una de las técnicas comúnmente más empleadas por diversos grupos en el inicio de su acercamiento consiste en provocar en el nuevo miembro un verdadero shock psicoafectivo que hará sentir a la persona súbitamente especial, y enormemente valorada como tal. Esta técnica es conocida por los especialistas como “Love Bombing” (Bombardeo de amor).

Recientemente el tema ha vuelto a la mesa de debate, a partir de la divulgación de un corto fílmico de alrededor de siete minutos de duración, dirigido por el cineasta Philip Lepherd y titulado precisamente“Love Bombing”. Dicho film, presentado en el Festival Europeo de Cine Independiente del año 2008 nos muestra a cuatro amigos compartiendo una cena y conversando animadamente sobre esta técnica de control emocional, en tanto tres de ellos demuestran tener un conocimiento tal del tema que sugiere al espectador la posibilidad de que la hubieran puesto en práctica en el pasado.

Originalmente atribuida a la secta Moon, pero popularizada luego en distintos grupos y con algunas variantes, esta eficaz técnica de sensibilización psicoafectiva provoca en aquella persona que se asoma a un grupo por primera vez un verdadero sentimiento de familiaridad y pertenencia, donde todos le prodigan excesiva atención y cariño, abrazos y demostraciones de afecto, sentimientos y sensaciones de fuerte impacto emocional, sobre todo para aquellas personas que han sido o se acercaron al grupo en momentos de vulnerabilidad, baja autoestima o que simplemente están cursando una crisis vital. Pareciera como si el grupo lo hubiera estado esperando. La persona sujeto de este ‘bombardeo de amor’ se siente inesperadamente uno de los seres mas queridos del mundo.

Ubicamos así, a esta eficaz técnica de manipulación, en el primer momento que caracteriza el encuentro grupo-individuo/futuro miembro, instancia de persuasión y captación que tan solo preanuncia lo que será luego la verdadera sumisión de un ser humano hacia un grupo totalitario y un líder psicópata o delirante.

Expertos en el arte de la seducción, los grupos abusivos logran hábilmente generar en la persona que se presenta ante ellas la convicción de que no solo son buenas personas, brillantes, excelentes e inteligentes, sino que al mismo tiempo, siempre han sido seres singularmente especiales, distintos a los demás, siendo ese “algo especial” lo que pudo ver y valorar el grupo, propiciando así la llegada del individuo al grupo, en tanto “hogar especial” por excelencia.

Sabemos, sin embargo, gracias a los aportes de la psicología profunda, que la seducción tiene un segundo componente que es la frustración, constituyéndose de esta manera un doble juego que se da comúnmente en los grupos abusivos (Mussachio de Zan, Amelia, Otra Adicción: las sectas y su logro de inducir a dependencia y servidumbre, Revista Alcmeon, Bs. As, 2000). Sentirse el más querido del mundo es entonces solo el primer paso. La frustración, dada por el retiro de ese afecto masivo y dedicación que una vez tuvo el adepto, descoloca a este, lo deja en el vacío, y le genera la impostergable necesidad de recuperar aquel lugar de privilegio que alguna vez tuvo, cuando era para el grupo, y sobre todo para el líder, alguien realmente especial. Dicha frustración puede estar dada por innumerables causas, pero siempre se desprenderá de algún pensamiento, actitud o comportamiento llevado a cabo por el reciente miembro y reprensible para los códigos del grupo. Y esta necesidad de recuperar aquel lugar que una vez sintió como propio, lo llevara al extremo de la aceptación por sometimiento de castigos y disciplinas con las cuales purgara sus ‘culpas’ para poder así volver a ser aquel que otrora fue querido y amado, generando de esta manera, y sobre todo en personalidades dependientes y necesitadas de constantes refuerzos positivos, un circulo vicioso en donde seducción y frustración se sucederán ininterrumpidamente, quedando la persona presa de una maniobra manipuladora que la congela en el lugar de victima.

Quizás el adjetivo que mejor signifique esta inyección de amor por parte del grupo al futuro miembro sea la palabra “deliberado”. Y es que en efecto, el Love Bombing implica una demostración deliberada de afecto y cariño, nunca espontánea, sino premeditada y con un propósito muy definido: lograr que la persona, emocionalmente desbordada por demostraciones de afecto que no esperaba, descubra en el grupo un refugio y un lugar donde sentirse alguien especial, con un propósito en la vida, o simplemente, alguien real y verdaderamente querido. Es la trampa con cara de sonrisa.

Pero no se trata solamente de una demostración deliberada de afecto y simpatía por parte del grupo hacia el futuro adepto. Dicha demostración, además de premeditada, se nos muestra hábilmente coordinada, generalmente con la aprobación del liderazgo, no constituyéndose en esfuerzos aislados y sin dirección alguna, sino por el contrario inteligentemente dirigidos y orientados hacia el fin buscado, en una verdadera maniobra de condicionamiento mental (Singer, Margaret, Las sectas entre nosotros, Editorial Gedisa, Barcelona, 1997) .


Y es entonces cuando se genera en el individuo un sentimiento de pertenencia, que se producirá inmediatamente una primera y pequeña frustración, tal como veníamos exponiendo. El Dr. Jean Marie Abgrall señala al respecto, que es “aquella que experimenta el iniciado ante la idea de no haber tenido aun acceso a la plenitud del conocimiento que manifiestan tener los demás (…) Desde ese momento, el terreno esta preparado: el grupo emprenderá las manipulaciones afectivas e intelectuales que han de conducir a la conversión” (Abgrall, Jean Marie, Los secuestradores de almas, Ediciones Océano, México, 2005).

Ahora bien, es sabido que en esta primera etapa de bombardeo afectivo, el eje sobre el cual se desarrolla la relación sujeto-grupo es el engaño. La información que recibe la persona sobre las creencias, las actividades y los verdaderos propósitos del grupo se mantienen ocultos, velados, aquí tan solo pareciera importar para el futuro miembro el hecho de “sentirse parte” de un grupo de personas que se presentan diferentes, ajenas a las trivialidades que son propias del mundo en que vivimos y somos, y en el que puede reconocerse a sí mismo, ignorando incluso muchas veces, la naturaleza religiosa o pretendidamente ‘espiritual’ de ese grupo al cual se ha unido (Hassan, Steve, Las técnicas de control mental de las sectas, Ediciones Urano, España, 1990).

Todo esto nos lleva a referirnos al innegable lazo, ya señalado por publicistas, existente entre los estados anímicos positivos y la persuasión. Estudios realizados por Janis, Kaye y Kirschner en Estados Unidos (1965) sobre las relaciones de los estados de ánimo y la psicología del consumidor han revelado que un entorno positivo estimula la seducción y la consiguiente aceptación de consignas que en otras circunstancias nunca podrían hacerse propias. En sus experimentos, ellos indujeron ambientes agradables al ofrecer comida y bebidas a algunos de los participantes mientras le leían a estos mensajes persuasivos acerca de una serie de temas polémicos, mientras que otros solo leyeron esos mensajes en un cuarto común de laboratorio. Los resultados fueron determinantes: los primeros se mostraban mucho más accesibles a cualquier cambio de actitud que aquellos que no habían recibido nada.
En relación a esto, Cacioppo y Pety (1981, 1986) se refirieron al llamado Modelo de Elaboración de Verosimilitud. Modelo comprensivo que diferencia una ruta central a la persuasión y una ruta periférica. La primera sería aquella en donde el cambio de actitud se encontraría dado por argumentos lógicos, convincentes, basados en la información; mientras que la ruta periférica implicaría por el contrario, un cambio de actitud procedente de factores no cognoscitivos, contaminados de elementos irracionales y emotivos, pero también de falsedades deliberadas agregadas por el emisor del mensaje. Ahora bien, en los grupos sectarios se explota fundamentalmente esta segunda ruta periférica, en tanto la primera supone una racionalidad y argumentación lógica que es precisamente aquello que las sectas no pueden ofrecer, sobre todo cuando se trata de incorporar al grupo a personas incrédulas y con suficiente capacidad de análisis. La ruta periférica, supondrá entonces, apuntar a un estrato emocional, donde la recepción de un mensaje ambiguo y confuso es mucho mas asimilable por la persona abordada.

Esto nos lleva a concluir que el Love Bombing tiene como fin, entre otras técnicas utilizadas, de “allanar” el camino, crear las condiciones indispensables y el estado de susceptibilidad y receptividad necesarios que permitirán luego dar lugar al verdadero dominio del grupo sobre la persona.

El Love Bombing se enmarca esencialmente en un primer momento de la relación individuo-grupo en donde el proceso de conversión y adoctrinamiento no se sostiene en la racionalidad sino en una dinámica esencialmente emocional. Es la puerta de entrada al verdadero abuso físico, psíquico, emocional y/o económico que sufrirá una persona posteriormente como consecuencia de su progresivo compromiso con el grupo. Una persona común, que tan solo se encontraba quizás en un camino de sincera búsqueda espiritual, un poco sola o aburrida de la monotonía, o simplemente, transitando por un difícil momento de su devenir, pero que nunca sospechó que el costo de “pertenecer” y “ser especial” sería tan alto, ni mas ni menos que su libertad.

Poesía: El flautista de Hamelin



El flautista de Hamelin (Robert Browning)
I
El poblado de Hamelin está en Brunswick
Cerca de la famosa ciudad de Hanover
El río Weser, ancho y profundo
Moja sus paredes en el lado sur;
Un hermoso cuadro nunca visto;
Pero, cuando empezó mi canción,
Hace casi quinientos años,
¡Que lástima!, ver sufrir a la gente
Por culpa de esos bichos.

II
¡Ratas!
Se peleaban con los perros y mataban a los gatos,
Y mordían a los bebes en sus cunas,
Comían los quesos de los moldes,
Y chupaban la sopa directamente de los cucharones de los cocineros,
Partían los barriles de sardinas saladas,
Anidaban en los sombreros domingueros de los hombres,
Y arruinaban las charlas de las mujeres
Ahogando sus voces
Con gritos y chillidos
En cincuenta diferentes sostenidos y bemoles.

III
Al fin el pueblo en bloque
Se congregó en la municipalidad:
“¡Que quede claro!”, gritaron, “¡nuestro intendente es un inútil;
Y nuestro consejo un escándalo!
¡Pensar que nosotros compramos ropas elegantes
Para imbéciles que no pueden determinar
Lo mejor para librarnos de esta plaga!
¿Ustedes creen que porque son gordos y viejos,
Van a encontrar sus funciones más fáciles?
¡Arriba señores! ¡Den a sus cerebros una sacudida
Y encuentren el remedio que nos está faltando,
O tengan por seguro que los mandaremos a empacar!”
Con esto el intendente y el consejo
Quedaron bajo una terrible consternación.

IV
Una hora se reunieron en consulta
Y al final el intendente rompió el silencio:
“Por una moneda he de vender mi traje;
¡Cómo desearía estar lejos de aquí!
Es fácil ordenarle a uno que se sacuda el cerebro—
Estoy seguro que mi pobre cabeza volverá a dolerme,
Ya la he estrujado, y todo en vano.
¡Ah, que daría por una trampa, trampa, trampa!”
Justo cuando decía esto, ¿qué pudo pasar?
Un suave golpe en la puerta de la cámara.
“¡Por Dios!”, gritó el intendente, “¿qué sucede?”
(Sentado entre los miembros del consejo,
Se le veía pequeño, aunque terriblemente gordo;
Sin brillo en sus ojos, no más húmedos
Que una ostra demasiado larga y abierta,
Salvo cuando su panza sufría turbulencias
Frente a un plato de tortuga verde y gelatinosa)
“¿Son sólo unos pies que se arrastran en la alfombra?
¡Cualquier cosa que suene como una rata
Hace que mi corazón lata violentamente!”

V
“¡Entre!”— Gritó el intendente, incorporándose:
¡Y así entró la figura más extraña!
Su saco largo, tan raro, que iba de los pies a la cabeza
Era mitad amarillo y mitad rojo,
Y él mismo era alto y flaco,
Con ojos azules, penetrantes, cada uno como un botón,
Su pelo claro y suelto, su piel oscura,
Sin patilla en las mejillas, y sin barba en el mentón,
Y labios donde las sonrisas iban y venían;
Sobre sus amigos y parientes, nadie pudo conjeturar:
Ni nadie pudo tampoco admirar lo suficiente
Al hombre alto y su antigua vestimenta.
Uno dijo: “¡Es como si mi tatarabuelo,
Marchando al compás de las trompetas del Día del Juicio Final,
Hubiera hecho este camino desde su colorida tumba!”

VI
Él se aproximo a la mesa del Consejo:
Y, “Con permiso, Su Señoría”, dijo, “yo estoy capacitado,
A través de un hechizo secreto, para atraer
A todas las criaturas que viven bajo el sol,
Que se arrastran, o nadan, o vuelan, o corren,
Atraerlas detrás de mí, en una forma que nunca se ha visto.
Y yo principalmente uso mi hechizo
En criaturas que dañan a la gente,
En el topo, el sapo, el tritón y en la víbora;
Y todo el mundo me conoce por el flautista.”
(Y en este punto ellos notaron alrededor de su cuello
Una bufanda a rayas rojas y amarillas,
Que armonizaba con su saco hecho del mismo paño,
Y en una punta de la bufanda colgaba una flauta;
Y notaron también, sus dedos, que se movían sin pausa
Como impacientes por tocar
En la flauta, que colgaba a baja altura
Sobre su vestidura anticuada)
“Y aunque,” dijo, “parezco un pobre flautista,
El pasado junio, liberé al Reino de Tartaria,
De un enorme enjambre de jejenes;
Alivié en Asia al Nizam
De una monstruosa camada de murciélagos:
Y en cuanto a lo que atormenta sus mentes,
¿Si logro eliminar las ratas de la ciudad,
Me darán ustedes mil monedas?”
“¿Mil? ¡Cincuenta mil!” -fue la exclamación
Que dieron asombrados, el Intendente y su Consejo.

VII
El flautista se paró en la calle,
Sonriendo primero con una pequeña sonrisa,
Como sabiendo la magia que duerme
En su modesta flauta;
Y entonces como un músico experto,
Frunció sus labios para soplar la flauta,
Y sus agudos ojos verde-azules parpadearon,
Como una llama de vela rociada con sal;
Y antes de que la flauta diera tres notas,
Se escuchó como si un ejército murmurase;
Y el murmullo se fue haciendo un estruendo;
Y el estruendo se convirtió en un fuerte retumbo;
Y hacia afuera de las casas las ratas se revolcaban.
Ratas grandes, ratas pequeñas, ratas flacas, ratas fornidas,
Ratas marrones, ratas negras, ratas grises, ratas tostadas,
Serias viejas aplicadas, alegres jóvenes juguetonas,
Padres, madres, tíos, primos,
Con sus colas paradas y sus bigotes erizados.
Familias por decenas y docenas,
Hermanos, hermanas, maridos, esposas-
Siguieron al flautista con gran entusiasmo.
Calle tras calle él sopló avanzando,
Y paso a paso ellas lo siguieron bailando.
Hasta que llegaron al río Weser,
¡Donde todas se zambulleron y murieron!
—Salvo una quién, valiente como Julio Cesar,
Cruzo a nado y sobrevivió para llevar
(Como el conquistador Romano con su manuscrito)
A ‘Ratalandia’, su hogar, el siguiente comentario:
Que decía así, “A la primera nota de la flauta
Escuché un sonido como de tripas que se agitan,
Como de manzanas, maravillosamente maduras
Cayendo dentro de un lagar de cidra,
Y de un abrir de frascos de pickles,
Y de entornar de tapas de conservas,
Y de un descorchar de frascos de aceite,
Y de un romper las cubiertas de los barriles de manteca,
Y de parecer, en fin, como si una voz
(Más dulce que la voz del arpa)
Dijera, ¡Oh ratas, disfruten!
¡El mundo se ha convertido en una gran cocina!
¡Entonces coman, masquen, tomen sus viandas,
Desayuno, almuerzo, cena, refrigerio!
Formando todo un compacto jugo azucarado,
Y justo cuando estaba por alcanzar
Ese compacto barril de delicias,
Que, brillando como el sol,
Parecía decirme: ‘¡Ven, atraviésame!’
—Me vi arrastrada por el río Weser.”

(…)

Pintura de George John Pinwell (1869)