lunes, 19 de septiembre de 2016

Flautistas contemporáneos

The Pied Piper of Hamelin’, por George John Pinwell (1871)


Flautistas contemporáneos, por Juan Manuel Otero Barrigón


En el año de 1284 en el día de Juan y Pablo 
siendo el 26 de junio 
por un flautista vestido con muchos colores, 
fueron seducidos 130 niños nacidos en Hamelin 
y se perdieron en el lugar del calvario, cerca de las colinas” 
Antiguo verso alemán.

La conocida leyenda del flautista de Hamelin, atribuida a los hermanos Grimm, nos cuenta la historia de un enigmático personaje que con la cautivante melodía de su flauta provocó la desaparición de ciento treinta niños en aquella ciudad del norte de Alemania, a mediados del siglo XIII.
De acuerdo al relato, Hamelin se encontraba invadida por una plaga de ratas, cuando sus habitantes, sin poder encontrar ninguna solución, decidieron ofrecerle una gran suma de dinero a un misterioso y desconocido flautista que afirmaba poder acabar con el problema que aquejaba a los habitantes del lugar. De gran estatura, vestido con ropas de intensos e inusuales colores, y con un sombrero puntiagudo según lo ha popularizado el folclore, el flautista se dirigió hacia la plaza central y acercando sus labios a la flauta, comenzó a soplar.
Inmediatamente, todas las ratas de la ciudad se congregaron alrededor del flautista, el cual se dirigió seguido por los roedores hacia las afueras y hasta llear al río Weser, donde hipnotizadas por aquellos sonidos, y siguiendo al misterioso encantador, murieron ahogadas.
Solucionado entonces el problema, el flautista volvió a Hamelin a exigir la recompensa pactada, pero tanto el alcalde como los pobladores, se negaron a cumplir con su parte del contrato, hasta negar incluso haberlo visto alguna vez. Pero es entonces que el flautista, resentido por aquel desdén, prometió convertir aquella ciudad en un valle de lagrimas
La leyenda, con ciertos visos de realidad histórica, nos cuenta que breve tiempo después, y tomando su flauta una vez mas, volvió a Hamelin tocando una nueva y suave melodía que hechizó a todos los niños de la ciudad, mientras los adultos se encontraban en la iglesia. Los niños dejaron sus juegos y todo aquello que estaban haciendo en ese momento y salieron al encuentro del flautista, quien al igual que había hecho anteriormente con las ratas, salio de la ciudad guiándolos, según la mayoría de las versiones, en dirección a una cueva, después de lo cual nunca mas se los volvió a ver.

Pasaron varios siglos ya de la época en que esta situado nuestro relato, pero aun tanto tiempo después sigue habiendo entre nosotros flautistas que con la melodía de sus palabras y su carisma consiguen reunir tras de si cientos de personas dispuestas a seguirlos en un similar estado de hipnotismo que aquel que tenían aquellos niños de la leyenda. Estos modernos seductores, que hacen gala de un aura de misterio y enigma que encubre en realidad una personalidad de tintes autoritarios, y en muchos casos perversa o psicopática, son los numerosos líderes de grupos de manipulación psicológica y abuso emocional, que se aprovechan de los incautos para someterlos y convertirlos en agentes utilizables para sus propios fines.

Así como aquella plaga de ratas que motivó el pedido de ayuda al flautista por los habitantes de la ciudad de Hamelin, hoy el mundo actual vive otras “plagas” con las crisis contemporáneas que incrementan un sentimiento de angustia intenso en muchas personas. El desempleo, la exclusión motivada por las crisis económicas, los conflictos armados, la nuclearización del planeta provocan en mucha gente una sensación de desamparo ante la cual no tienen respuestas, en épocas en las que la religión, las ideologías, y otros instrumentos simbólicos ya no parecen poder brindar soluciones satisfactorias que sirvan de dique y contención para seguir adelante con la vida. Ante esta situación, no pocos deciden entonces entregar su confianza y la solución de sus problemas a estos modernos encantadores que sin necesidad de usar ropas multicolores ni sombreros puntiagudos, y aun sin requerir de una flauta como el personaje de la leyenda, logran el mismo poder hipnotizador para convencer a los desprevenidos de que son ellos quienes si pueden brindar esas soluciones y respuestas que no pudieron conseguir en otro lugar.

Los líderes abusivos son personajes carismáticos, seductores, hábiles para detectar las necesidades de los demás; pero todo ello no sería malo por sí solo, ya que al fin y al cabo, esas mismas cualidades son comunes también a aquellos líderes saludables que son capaces de llevar adelante transformaciones positivas en su ámbito de influencia. El líder abusivo está, además, caracterizado las más de las veces por una psicopatología de base que sustenta su creencia y su accionar, y que encuentra su refuerzo al lograr someter la voluntad de aquellos que lo siguen, retroalimentándose a sí mismo.

Theodor Adorno, destacado miembro de la Escuela de Frankfurt, habló de la personalidad autoritaria al estudiar uno de los componentes esenciales de los sistemas totalitarios, entre los cuales nosotros podemos agregar a los grupos abusivos como un ejemplo de ellos. Según dicho autor, existiríaa una cierta estructura de personalidad con una dinámica y conflictiva propias que se exterioriza en conductas sociales prejuiciosas y autoritarias. Dichas personas tienden a percibir el medio social como caótico y desordenado, son interiormente inseguras y poseer una estructura mental rígida, intolerante a la ambigüedad. Pero además, proyectan su intensa hostilidad interior, fruto de las de la brecha generada entre sus ideales y sus reales capacidades, y al proyectarla, hacen responsables a otros de sus propias frustraciones; por lo que, prejuicio y autoritarismo concluía Adorno, están al servicio de necesidades profundas y cumplen una función estabilizadora para evitar la desintegración y mantener la identidad personal.

A diferencia de los flautistas contemporáneos, aquel de la leyenda no demostraba poseer una personalidad autoritaria, aunque sí vengativa; y su capacidad para brindar soluciones parecía ser real – acabó con la plaga de ratas -, pero tanto uno como los otros exigen un alto costo a cambio de ello, siendo capaces de cualquier cosa para lograr sus fines, y encontrar cualquier justificación útil para excusarse a sí mismos y a sus acciones.

Los flautistas contemporáneos podrán pasar más desapercibidos que aquel con sombrero y llamativos colores, pero lo que importa al fin y al cabo no es como se ven, sino lo que son: hábiles manipuladores, y falsos depositarios de un pretendido conocimiento divino o de una verdad revelada cuyas consecuencias, para sus seguidores, pueden ir desde la prisión psicológica y el daño a la propia salud, hasta desembocar en tragedias como las ocurridas décadas atrás en Guyana o en Waco, donde cientos de personas perdieron la vida, incluidos niños, en un final muy similar al de aquellos inocentes de nuestra leyenda.

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