viernes, 17 de noviembre de 2017

La mística del ocultamiento

David Brandt Berg, fundador de "The Family International", y maestro en el arte del ocultamiento

Por Juan Manuel Otero Barrigón // Muchos líderes de culto tienen perfectamente asimilado un principio básico de la psicología social: la distancia física equivale a distancia psicológica. Juegan a calibrar, en base a ello, una distancia calculada respecto tanto de sus seguidores, como así también, de la misma cotidianeidad, con sus complejidades, dificultades y problemas. Esto los preserva no sólo de quedar expuestos ante la mirada de los demás frente a eventuales traspiés o equivocaciones, que como todo mortal, pudiesen tener; sino que por otro lado, permite revestirlos  de un aura especial, devenida como fruto de su alejamiento de las situaciones mundanas. El líder abusivo procura mantenerse siempre a un prudente margen de la realidad, cultivando un halo de misterio, secreto y santidad, que consolida su carisma, y acentúa su condición de "ser alguien especial", alejado de las banalidades, en contraste con la mayoría de los mortales. Esto se hace más evidente, incluso, en aquellos casos en los cuales el grupo (a instancias del líder) tiene establecidos "rituales" especiales celebrados en días y horarios concretos, en los cuales los discípulos pueden tener contacto directo con su maestro (físico, o al menos, visual),  para luego retornar este a su ostracismo místico. Logra despertar, con estos encuentros dosificados, todo tipo de fantasías entre los miembros del grupo, que lentamente comienzan a valorar esos escasos momentos compartidos como verdaderas teofanías con las que orgullosamente se sienten bendecidos. Algunos líderes llevan esta técnica más lejos, para establecer contacto con sus seguidores sólo mediante correspondencia, o a través de intermediarios, acentuando así, aún más, su condición cuasi divina. Sin embargo, esto último no es lo más común. Lo esencial, cualquiera sea el grado de lejanía que el líder cultive respecto de quienes lo sigan, es enfatizar, en todo momento, la inmensa distancia que separa su status del de las demás personas, al tiempo que consolidar, entre sus seguidores, la condición privilegiada que supone formar parte, junto a él, de una misma comunidad de elegidos. 

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