jueves, 8 de noviembre de 2018

Reflexiones a propósito de Jonestown (#1)


Por Juan Manuel Otero Barrigón// Está próximo a cumplirse el 40 aniversario del suceso que sirvió de punto de partida a la investigación psicológica profunda en torno al fenómeno sectario. Me refiero a la tragedia de Guyana, ocurrida el 18 de Noviembre de 1978. Ese día se quitaron la vida casi un millar de personas, un tercio de ellas menores de edad criadas en la Comunidad de Jonestown, instigadas por su líder Jim Jones, un verdadero paradigma de la figura del líder de culto. En rigor, lo ocurrido en Guyana fue una mezcla de suicidio con asesinato en masa, ya que muchos de quienes fallecieron aquel día (incluyendo a la totalidad de aquellos niños y niñas) fueron presionados casi a punta de pistola para que aceptaran dar el paso y consumaran, así, "un suicidio revolucionario en protesta por las condiciones de un mundo inhumano", tal como expresó Jones en ese fatídico momento. El caso Guyana resulta un disparador interesante para reflexionar sobre distintos aspectos de este tema tan complejo. Empecemos por uno, guiados por la siguiente afirmación: lo ocurrido en Guyana constituye la excepción y no la regla. En su enorme mayoría, los cultos no alcanzan los extremos del Templo del Pueblo. No todos los cultos son iguales, y dentro del amplio abanico de este tipo de grupos, el caso de Jonestown se ubica en uno de los extremos, lo que lo singulariza como un caso verdaderamente atípico.

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