lunes, 19 de septiembre de 2016

"Karma Yoga" y grupos sectarios orientalistas




"Karma Yoga" y grupos sectarios orientalistas, por Juan Manuel Otero Barrigón

En Occidente, solemos considerar al Yoga meramente en su aspecto de disciplina físico-espiritual orientada al logro de la relajación, la paz y el equilibrio interior. Pero de acuerdo a la rica tradición hindú, además de una técnica, el Yoga involucra ante todo, y al mismo tiempo, una filosofía y una psicología acerca del hombre. Su marco teórico espiritual es el Vedanta, la filosofía transmitida en los Vedas (escrituras sagradas hindúes), cuya enseñanza básica es que la naturaleza del hombre es divina. Dios, en tanto realidad esencial, existe en todos los seres, por lo que la religión es la búsqueda del conocimiento personal del Ser, es decir, la búsqueda de Dios dentro del corazón del hombre.

Para alcanzar tal objetivo, la tradición vedántica reconoce como válidos diferentes caminos o vías, destacando la importancia del esfuerzo individual a fin de realizar interiormente la propia divinidad. Son estos caminos o métodos los denominados ‘yogas’ que nos llevan a la unión con lo divino. La sabiduría hindú reconoce, en ese sentido, fundamentalmente cuatro:

Bhakti Yoga: o ‘yoga de la devoción‘, cuya esencia consiste en una relación devocional con la divinidad a través de la oración, el rito y la adoración.
Gnana Yoga: o ‘yoga del conocimiento‘, la disciplina intelectual que conduce a la Realidad única.
Raya Yoga: también llamado ‘yoga de la meditación‘, cuya meta es poner a la mente en sintonía con la divinidad a través de diversos ejercicios de contemplación y meditación. (De aquí se deriva la práctica tal como es conocida en Occidente).
Karma Yoga: o ‘camino de la acción desinteresada‘.

En esta oportunidad, nos detendremos en el cuarto camino o método del yoga, dado su frecuente uso y especial tergiversación en grupos sectarios destructivos.

Originalmente, el Karma Yoga o yoga de las acciones, es concebido como una práctica universal que lleva al practicante a la purificación del espíritu. De acuerdo a la filosofía Vedanta, todas las acciones, buenas o malas, producen resultados, seamos o no concientes de ello. El alma individual (atman) recibe los resultados y las consecuencias de sus acciones anteriores. Este es el fundamento básico de la doctrina de la reencarnación. Cada ser humano nace con su karma, es decir, es resultado de sus acciones anteriores, y se encuentra en este sentido en condiciones particulares de su evolución. Un mal karma hunde al ser humano en un estado de ignorancia, mientras que un buen karma lo impulsa progresivamente hacia su realización y hacia la consecuente ruptura del ciclo de reencarnaciones (mokhsa). Por lo que, el propósito inmediato de dicho yoga es impedir la acumulación de efectos kármicos desfavorables e invertir los efectos del karma existente.

El Karma Yoga es considerado por todos los sistemas filosóficos de la India como una disciplina fundamental, en la que lo esencial es el cumplimiento del dharma (‘deberes religiosos), manteniendo una actitud de desapego frente a los resultados de la acción. La enorme epopeya del Mahabharata relata como los hombres que realizan bien sus deberes alcanzan su conocimiento espiritual y llegan así a la realización. Cuenta la historia de un carnicero que pertenecía a una casta inferior y que aunque hubiera podido considerar sus condiciones de existencia desfavorables para su vida espiritual, logró cumplir tan bien su deber que alcanzo la liberación, por medio de la acción no egoísta hacia los demás, tan solo ofrendada a la divinidad.

El Bhagavad Gita, que establece los fundamentos de dicho camino, recomienda:

Sé desprendido y cumple la acción que constituye tu deber, ya que cumpliendo la acción de modo desprendido el hombre alcanza lo Supremo”. (BG, III, 19).

Ahora bien, cuando indagamos en la dinámica de manipulación y abuso instrumentada por grupos destructivos de contenido y doctrinas orientales es común observar la relevancia que la práctica del ‘karma yoga’ adquiere para estos grupos. Claro que, hay que aclararlo, poco tiene que ver con el espíritu del método concebido originalmente en la tradición hindú. Para el Vedanta, como se ha visto, el karma yoga es un camino de liberación, que involucra la acción desinteresada hacia los demás y ofrecida a Dios, libre de motivaciones egoístas y de apego a los resultados, pero que nada tiene que ver con la sujeción total a una autoridad encarnada en la figura de un líder o maestro, y cuyo ejercicio se circunscriba, además, y tal como ocurre en las sectas destructivas, al marco grupal que la promueve.

En los grupos sectarios destructivos, el ‘karma yoga’ es tergiversado para ser reinterpretado en términos de ‘servicio’ exclusivo al grupo, lo que en la práctica se traduce como trabajo gratuito para la secta. Con frecuencia el adepto, tras realizar los primeros cursos o seminarios que se le proponen, se ve seducido por el grupo y especialmente por su líder, a incrementar el nivel de dedicación y compromiso en su propio “desarrollo espiritual”, con la justificación que brinda el ‘karma yoga’ distorsionado por el grupo sectario , y que lleva al adepto a encontrarse, progresivamente, dedicado exclusivamente al grupo, tras abandonar su trabajo, sus estudios o actividades previas, a cambio de un fuerte sentido de pertenencia y de la convicción, inducida a través del engaño, de estar en una senda genuina de crecimiento interior.

A veces, cuando estos grupos sectarios son denunciados ante la Justicia, dicha práctica puede ser fundamento para la acusación formal por ‘reduccion a la servidumbre’.

Digamos para finalizar que no solamente los grupos sectarios orientalistas manipulan a sus miembros para que terminen dedicándose en forma exclusiva al grupo. Cada grupo fundamentará en ese sentido, y de acuerdo a su propio contenido doctrinal, los motivos que irán esclavizando al nuevo miembro haciéndolo trabajar gratis, y volviéndolo por ende, cada vez más dependiente, hasta en términos literalmente económicos. No obstante, la doctrina del karma yoga brinda una excusa eficaz para estos grupos, a lo que se añade, además, el hecho de que muchos buscadores espirituales interesados en Oriente quizás desconocen a priori el sentido y los fundamentos originales de estas disciplinas, acercándose a estos grupos precisamente con la motivación de aprender, pero sin poder darse cuenta que el camino espiritual prometido desembocará finalmente en una verdadera prisión psicológica.


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