sábado, 1 de octubre de 2016

Victimología (I)

por Juan Manuel Otero Barrigón

Hay ciertas características que pueden incidir en que una persona sea captada por un grupo sectario abusivo, independientemente de su edad o nivel económico y sociocultural. Entre ellas, la presencia de cierto grado de angustia e insatisfacción en la vida, la falta de un sistema de creencias o valores sólidos, o la pertenencia, sobre todo entre los jóvenes, a un sistema familiar disfuncional, donde exista una pobre comunicación con los padres, falta de atención y guía, una situación de conflicto permanente, o la generación de vínculos sobreprotectores que dificulten un desarrollo autónomo.

A ello se agregan a veces ciertos rasgos de personalidad individual que incrementan el riesgo de captación, en personas con baja tolerancia a la ambigüedad, que perciben la realidad en términos de blanco o negro, con tendencia a establecer vínculos dependientes y cierta inmadurez afectiva.
Para que pueda darse la captación sectaria, la víctima debe ser abordada en un momento de vulnerabilidad o crisis personal, traducida en una situación desestructurante.

Toda grupo sectario abusivo proporciona, a costa de la pérdida de grandes espacios de libertad e individualidad, un marco absoluto de creencias, valores, prácticas y metas, que simplifican la vida y otorgan un sentido de pertenencia y de misión, al que por ello no siempre es fácil renunciar.

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