sábado, 8 de octubre de 2016

Simón el Mago y la IURD


Uno de los relatos más curiosos del Nuevo Testamento, conjunto de libros sagrados para el mundo cristiano, es el del enigmático personaje conocido como Simón el Mago. El capítulo 8 de los ‘Hechos de los apóstoles’ nos cuenta la historia de un pretendido profeta y predicador que, contemporáneo a Jesús de Nazareth, polemizó larga e intensamente con los primeros apóstoles, especialmente con Pedro. Pero quizás lo más llamativo de esta figura, sea el hecho de que, al igual que Jesús, Simón obraba numerosos milagros públicos que maravillaban a las multitudes, entre ellos el hacer caminar a las estatuas o entrar en las ciudades rodeado de espectros. Al menos eso es lo que cuenta la historia.

Simón, que no era sino junto con Jesús, uno de los tantos “profetas” y predicadores que pululaban por Jerusalén en aquellas épocas, se declaraba asimismo también el verdadero Cristo y hasta la emanación directa de Dios. Y si bien en algún momento pidió incorporarse a las filas de los primeros cristianos, muy pronto quedo relegado de ellas, ya que, según parece ser, trato de sobornar al apóstol Pedro para obtener el poder de imponer las manos. Muchos habrán oído quizás hablar de la 'simonía', aquel delito sagrado que consiste en la compra o venta de las cosas espirituales a través de bienes materiales. Un tributo con el que la teología y el derecho canónico recuerdan a aquel que pretendió ocupar el lugar del fundador del cristianismo.

Caminando por la avenida Rivadavia, a la altura de la Plaza Miserere, encontramos uno del más de un centenar de templos con los que cuenta la Iglesia Universal del Reino de Dios, de origen pentecostal, en nuestro país. Entro, y tratando de aparentar curiosidad y avidez espiritual, saludo a los dos ‘hermanos’ que hacen las veces de recepcionistas/patovicas y que, sonrisa mediante, y calurosamente, me dan la bienvenida. Me invitan a pasar, contándome que la ‘cadena de sanidad’ esta a punto de comenzar, pero no sin antes regalarme un pequeño algodón mojado con "aceite de Israel", lleno de propiedades espirituales. Que incrédulo. Y yo que había osado creer en la cámara oculta de Telenoche Investiga, cuando en 2001 habían mostrado como adquirían en un supermercado el famoso aceite.
El salón, con capacidad para más de doscientas personas, está prácticamente lleno. Los rostros mezclas de entusiasmo, ansiedad y preocupación, son lo que domina la escena. Hasta cuando aparece el pastor, claro. Es ahí, por primera vez, que me siento algo incomodo en el salón. Todos aplauden y cantan, vitorean al pastor, que mezcla de telepredicador de los años 80’ y de estrella de rock de la era actual, saluda y bendice a los presentes. Yo miro, mientras levanto tímidamente los brazos, tratando de mimetizarme con los demás. Tengo que reconocerlo, este brasileño de camisa blanca y corbata oscura parece un poco más divertido que aquellos que inundan las pantallas de televisión a la medianoche.

Es martes, y como todo martes, el corazón de las oraciones y de la prédica apuntan al tema de la sanidad. La semana en la Iglesia Universal tiene un día dedicado a un argumento diferente. El lunes, la Conferencia empresarial, el martes, la Cadena de la Sanidad, el Miércoles es el turno del Estudio de la Palabra de Dios, y así hasta terminar la semana.
La Iglesia Universal del Reino de Dios nace en el año 1977 en Brasil, gracias a la inspiración de su fundador, Edir Macedo, quien creció en el seno de una familia católica, tuvo un acercamiento a la religión umbanda, para finalmente desembocar en el cristianismo pentecostal. Junto a algunos amigos abrió un local en un barrio pobre de Río de Janeiro y se autodeclaró “Obispo”. Su carisma, característico de todo líder de este tipo de grupos, las afortunadas primeras donaciones y su propia ambición, hicieron el resto. Hoy, la Iglesia Universal, cuenta con más de 10 millones de seguidores en todo el mundo, y son dueños entre otras cosas, y solamente en Brasil, de un Banco, 35 emisoras de radio, dos periódicos y una red televisiva propia (Silleta, Alfredo. Shopping Espiritual, 2007; Seselovsky, Alejandro. Cristo llame ya!, 2005). Su sede mundial se encuentra en Río de Janeiro.

Son dos los momentos que, pese a que ya estaba al tanto de la doctrina y el funcionamiento del grupo, me llaman especialmente la atención durante la ‘Reunion de Sanidad’. El primero de ellos ocurre pasados los primeros veinte minutos, cuando el pastor, con un tono estridente y jactándose del mismo poder de autoridad con el que los evangelios caracterizaban a Jesús en estos casos, centra su predica y sus dardos espirituales en la figura del demonio, una entidad que, para la teología de la Iglesia Universal, es casi omnipresente. Problemáticas como las adicciones, la delincuencia, la violencia familiar junto con otros flagelos bastante comunes son causa, según los predicadores de la Iglesia, de las “fuerzas malignas” que atrapan a la gente, y de las cuales hay que liberarlas. Y es entonces cuando en respuesta a las oraciones del pastor, y que los fieles responden en voz alta con un sonoro “Amen”, la mirada de este se dirige hacia uno de los costados, donde una señora de unos sesenta años es subida al escenario por alguien que parece ser un familiar, junto a un “obrero”, asistentes del pastor que se encargan desde revisar el sonido hasta ordenar la ubicación de los fieles. Ya una vez arriba, la mujer relata sus problemas, no muy distintos a los del resto de los mortales. El pastor, presto para el rito de liberación, pone una mano sobre la cabeza de la mujer y cerrando los ojos como para establecer comunicación directa con el poder lo Alto, hace girar su mano y pone en evidencia a ese ser invisible que esta allí y que es responsable de todos los males de la señora: “ Confesá, confesá, desgraciado, enemigo del genero humano…que está haciendo. Contesta, contesta maldito!”. La guerra espiritual está declarada. La señora, o el demonio que “habita” en ella lanza pequeños gemidos y responde con un: “No, no, nunca, nunca”. El pastor insiste. Grita cada vez más fuerte. Mira a la platea y explica lo que allí esta teniendo lugar. Es un demonio, perteneciente a la casta de aquel que el mismo Jesús vio caer desde el cielo como un rayo” el que esta presente allí, en un intento por mantener a la mujer en la esclavitud. Pero el pastor no se rinde, y sigue luchando y gritando, exigiendo que el demonio se retire, pero con la serenidad y la cintura suficientes como para hacer participar al publico del mismo rito de liberación. Lo cierto es que pasados dos mil años de historia, pareciera que muchos ‘exorcistas’ aprendieron a conjugar la importancia del rito con la magia del espectáculo. No hace falta decir que pasados unos minutos de intensa lucha, oraciones y gritos, y en un combate casi épico al estilo del Gladiador de Ridley Scott, la mujer es salva y oficialmente “liberada”. Todo podría quedar ahí, pero ese es tan solo un caso. Dos o tres personas más pasan por la misma experiencia. Y empiezo a inquietarme un poco al pensar que compartí la sala con al menos cuatro poseídos por el demonio. Ahora bien, y si tenemos en cuenta que la celebración se repite de igual forma tres o cuatro veces durante la jornada, podríamos calcular un total de al menos ocho exorcizados al final del día. Toda una envidia para Pedro y Pablo, que ni en sus mejores días exorcizaban quizás a tanta gente.

"El conflicto de Pedro con Simon Magus", de Avanzino Nucci

El segundo momento ocupa gran parte del total de la reunión, y se encuadra en el contexto de la llamada ‘Teología de la prosperidad’, el otro de los pilares sobre los que se asienta toda la doctrina del grupo. De acuerdo a esta corriente, la prosperidad económica y el éxito en los negocios serían ‘signos externos’ del favor de Dios. Sus defensores, entre los que se encuadran muchos grupos de origen pentecostal, suelen sostener que uno de sus objetivos de fondo es la financiación de predicadores alrededor del mundo y la consiguiente evangelización, basada en versículos de la Biblia, tales como Deuteronomio 8:18 que dice: “Antes acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día”, o bien Mateo 7:20 "Por sus frutos los conoceréis". Pero seguramente sea el mismo Obispo Macedo, quien indudablemente "Paró de sufrir", a juzgar por las varias propiedades que posee, quien explicó los fundamentos de esta doctrina con mayor claridad: “Yo no sigo a un Dios pobre. Si su Dios es pobre es porque sus pensamientos son pobres. La pobreza es del Diablo, no de Dios”. Lo cierto es que en base a estas ideas, se fundamenta uno de los motivos principales de las celebraciones en la Iglesia Universal, la recaudación de dinero, bajo el ropaje de diezmo. Con habilidad propia de vendedores y bajo la premisa de que el dinero que uno brinde redundara en beneficios aquí en la tierra, los pastores de la iglesia están capacitados para lograr que personas aun de bajos recursos donen una importante parte de sus ingresos a las arcas del templo. ‘¿Quien da mas?’ parece por momentos ser la premisa, mientras la mirada del pastor recorre una y otra vez todos los sectores del teatro.

Y es allí que la imagen y la historia de Simón el Mago me vinieron a la memoria. Simón se unió a las filas de los seguidores de Jesús con el objetivo de adquirir un poder con el cual podría cobrar un precio altísimo para sanar cualquier enfermedad e incapacidad. Es decir, con el afán de explotar la fe. "No habrá resucitado…" pensé cuando me iba del templo al terminar la Cadena de sanidad,…"...pero no hay dudas que Simón el Mago, dos mil años después, también sigue inspirando discípulos por todas partes".

Juan Manuel Otero Barrigón, escrito en 2009. 

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