viernes, 9 de agosto de 2019

Apuntes para repensar a "La Familia", el Culto de Charles Manson (Parte 6)



por Juan Manuel Otero Barrigón
(Prof. Cátedras "Psicología Social" 
y "Psicología de la Religión" - Universidad del Salvador, Buenos Aires)


Estamos en Los Angeles, agosto de 1969. 
Hace unas semanas, el hombre llegó a la Luna, Judy Garland murió en Londres, los disturbios de Stonewall impulsaron el movimiento gay, y Richard Nixon comenzó a retirar tropas de Vietnam. En las pantallas, "Easy Rider" y "Butch Cassidy". También Scooby Doo tuvo su primera emisión por esos días. Y el 8 de agosto, horas antes del asesinato de Sharon Tate, los Beatles cruzaron Abbey Road y se inmortalizaron con una foto.
La madrugada del Sábado 9 de Agosto de 1969, hace exactamente 50 años, 
Charles Manson envió a cuatro miembros de "La Familia" a la vieja mansión de Cielo Drive 10050, en Benedict Canyon. Allí vivía Sharon Tate, la hermosa actriz y modelo casada con el cineasta Roman Polanski, famoso por su película "El Bebé de Rosemary", y que en ese momento estaba en Londres trabajando en los preparativos de un nuevo film que jamás llegó a rodarse. Tate, embarazada de ocho meses, disfrutaba de la noche de verano junto a tres amigos, el peluquero Jay Sebring, la heredera de la empresa Cafés Folger, Abigail Folger, y Voytek Frykowski, amigo de Polanski, y por entonces pareja de Abigail.  Hacia la medianoche la escena se iba a tornar dantesca: Susan Atkins (alias Sexy Sadie), Patricia Krenwinkel y Tex Watson entraron en la casa armados con cuchillos y un rifle. Afuera esperaba Linda Kasabian, una adolescente desorientada y recién integrada a "La Familia", que no participó directamente de los hechos, pese a que más tarde sería una pieza clave en la estrategia de la fiscalía para lograr la condena de todos los involucrados en los crímenes. "Soy el Diablo, y estoy acá para hacer la obra del Diablo", fueron las palabras de un Tex Watson enajenado frente a la sorpresa de Sharon Tate y los demás. Esa noche, la locura terminó con la vida de cinco personas, incluida la de Steve Parent, un chico de 18 años cuyo único error fue el de transitar por el lugar equivocado a la hora equivocada. Apenas un día despúes, "La Familia" daría un nuevo golpe en la residencia del matrimonio Leno y Rosemary LaBianca, crímenes en los que participó otra joven integrante de la Comuna: Leslie Van Houten. En total, el raid criminal con el que Manson pretendía, según algunos, desencadenar el Helter Skelter, y según otros, desviar la atención de la policía y conseguir la liberación de Bobby Beausoleil,  incluyó la muerte de 9 personas, aunque las investigaciones más recientes vinculan a "La Familia" con otros más de veinte crímenes.

Para el periodista Tom O´Neill, autor de una reciente investigación que cuestiona fundadamente la teoría oficial de "Helter Skelter", "la plena dimensión del mal no está en lo que sabemos de Manson, sino en lo que no sabemos". En su libro "Chaos" (2019), sugiere una tesis inquietante:  Manson pudo haber sido entrenado por la CIA, obsesionada por entonces con el uso del LSD como modo de influir en la psique humana. Al respecto, O’Neill llega a afirmar que la agencia estaba haciendo con sus conejillos de indias de la Haight-Ashbury Free Medical Clinic de San Francisco exactamente lo mismo que Manson hacía con sus seguidores. También se replantea por qué Manson fue arrestado en su rancho por la policía de Los Ángeles apenas tres días después de los asesinatos, implicado en la posesión de drogas y corrupción de menores, para ser dejado luego en libertad por un tecnicismo legal. Y por si fuera poco, involucra de manera mucho directa en el caso a Terry Melcher, el productor musical que se negó a grabar un disco de su autoría, desatando así su violencia, e incluso a Dennis Wilson, el Beach Boy que mantuvo una relación cercana con los miembros de "la Familia".

Cielo Drive 10050, residencia de Sharon Tate y Roman Polanski

La música de "La Familia": "Ride Away", The Family Jams, 1970
* Escenas de Archivo en el rancho Barker *


Son muchas las razones por las que, a 50 años de los hechos, la figura de Charles Manson sigue despertando fascinación. Una de ellas es, probablemente, la trama infinita de pequeños acontecimientos que se fueron sucediendo hasta terminar en un baño de sangre. Es una historia con tantos detalles que difícilmente alguien sería capaz de inventarlos. Hay fama, crueldad, estrellas de rock, belleza, drogas, psicopatía, religión, contracultura, conspiracionismo, vulnerabilidad.
Lo tiene todo.
Por otro lado, los intentos por comprender las sutilezas psicológicas de la personalidad de Manson fueron desde el comienzo, casi una constante. Cabe decir que nunca hubo un diagnóstico oficial de su estructura psíquica. Sin embargo, algo en lo que coincidieron la mayoría de los analistas es que en él se hacían presentes dos dimensiones muy claras: frustración y conflicto.
Una infancia de maltratos, de carencias, y unos servicios sociales que lo descuidaron por completo, lo empujaron de manera temprana a intentar sobrevivir a través del delito. El desafio continuo y el desprecio a la autoridad fueron algo permanente en su vida. Más tarde desplegaría su megalomanía, su personalidad psicopática y lo que desde la psiquiatría clásica se llama el Síndrome de Kakon o de la Gran Angustia. En este sentido, "lo que el sujeto trata de alcanzar en el objeto al que golpea no es otra cosa que el kakon de su ser". Kakon es un término griego que significa "el mal". Para Jacques-Alain Miller, el kakon es una denominación del objeto como éxtimo. Es decir, el ser lastimado en el exterior es el ser mas íntimo del sujeto. En tanto objeto real, el mal es el kakon, que se corporiza en la relación imaginaria con el otro. Mal, comprendido lacanianamente, como goce masivo al que se accede a través de una trasgresión. El das Ding, la Cosa, es así el objeto primordial oculto por la acción del ideal.
A partir del examen por parte de Freud del amor al prójimo, Lacan concluye una de sus tesis proponiendo que el goce es un mal, dado que entraña el mal del otro y, de esta manera, el llamado del precepto bíblico de amar al prójimo ignora la tendencia del ser humano a la maldad, a la agresión, a la destrucción y a la crueldad. Esta teoría del mal no plantea el recurso de lo imaginario como vía de acceso a lo real, sino que el real queda ya integrado en el das Ding. En tanto el goce como mal se vincula al semejante nos encontramos con la "maldad".
Manson cristalizó el final de una época: con él, se apagaron las ilusiones encendidas durante el "Verano del Amor". El desastre del concierto de Altamont, apenas unos meses despúes, terminaría de cerrar una etapa. Woodstock, cuyo medio siglo se celebra también por estos días, fue una fiesta con sabor a despedida. La despedida de un sueño hermoso que duró demasiado poco. 
El tsunami de violencia generalizada que desató Manson en nombre del amor, evidencia que en la subjetividad yace lo más oscuro del ser, y es por eso que no se puede obviar una lectura penetrante del síntoma de lo violento. Lo violento tiene los objetos del deseo del sujeto, cuya elección se refiere a poseer lo que el otro tiene o lo que el otro es, aunque poco le sirva. La violencia pone punto final a la ilusión de igualitarismo y fraternidad. El kakon fragmenta radicalmente a los sujetos. Así, y en tanto sustituto secundario de una carencia original, la Familia terminó por deshacerse. Develada  la trama subterránea del juego social que pretendía denunciar, a Charles Manson sólo le restó apuntar contra sí mismo

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