viernes, 11 de agosto de 2017

Sobre yihadismo y grupos sectarios


Por Juan Manuel Otero Barrigón // En los últimos años, con el auge y la propagación del yihadismo islámico no sólo en Oriente Medio, sino ahora también en Europa, algunos especialistas en temáticas de abuso psicológico en grupos sectarios se ocuparon de señalar las semejanzas que vinculan dicho fenómeno con los grupos terroristas. En realidad, hablar del yihadismo supone atender a la complejidad de un acontecimiento con raíces sociológicas e históricas muy profundas. Entre aquellos que son reclutados por estos grupos terroristas, abundan los chicos y jóvenes que han experimentado una fractura profunda de su identidad, por la migración familiar, por la carencia de identificaciones sólidas, tanto con su cultura de origen como con la occidental, por la sensación de sentirse ni en uno ni en otro lugar, a la deriva, "en tierra de nadie". En ese contexto de desolación, el adolescente recibe, por parte del ocasional reclutador, la invitación a convertirse en un mejor "musulmán". quien lo introduce en grupos, foros, y redes sociales, es decir, en diversos espacios, que atractivos, apuntarán a tocar la fibra emocional del joven, explotando su desencanto cultural y su condición de víctima desechada por el sistema, en el marco de un relato épico que le brindará la posibilidad de sentirse valorado y partícipe de una misión trascendente. Al igual que ocurre en los grupos sectarios abusivos, los grupos yihadistas comparten procesos de captación y adoctrinamiento similares, nutridos por una ideología fanática y totalitaria, que abarca todos los aspectos de la vida y la conducta de sus seguidores. También se trabaja con la infusión de temor, castigando toda manifestación de crítica y desobediencia a la "misión". No obstante, no hablamos de dos fenómenos plenamente asimilables. Existen ciertas diferencias. En los grupos sectarios, el liderazgo se presenta centralizado en una única figura, las más de las veces insustituible, mientras que en el yihadismo el líder es intercambiable, y depende de la coyuntura y el devenir histórico grupal. Un líder cae, y es sustituido por otro, lo que protege al grupo del colapso, ya que la fuente de cohesión principal está en el enemigo común a combatir, obstáculo que se interpone con la meta fantaseada. Sus formas de organización también son distintas. Los grupos sectarios reconocen, de acuerdo a sus diversas características, distintos esquemas de funcionamiento, si bien lo principal es que ningún elemento funcione de manera autónoma. En los grupos yihadistas, la conformación es en células, por supervivencia y estrategia. Por otra parte, en los grupos sectarios se fomenta la total ruptura con los lazos familiares de origen. En cambio, en los grupos yihadistas, hay mayor flexibilidad en este sentido. Esta reflexión es apenas una síntesis. Pero como podemos ver, el yihadismo radicalizado exhibe en su dinámica interna ciertas semejanzas con el funcionamiento de los grupos sectarios clásicos. No son exactamente lo mismo, aunque en el juego de comparaciones, los parecidos están presentes.

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