jueves, 1 de diciembre de 2016

La persona humana en los grupos abusivos


La persona humana en los grupos abusivos, por Juan Manuel Otero Barrigón

Las grupos sectarios abusivos, en su dinámica de control y abuso emocional, pretenden abarcar la totalidad de la persona humana, atentando contra la individualidad de sus miembros y reemplazándola por el colectivo sectario que no tolera señales de ninguna clase de autonomía e independencia.

La clásica definición de Boecio, posteriormente retomada por Tomás de Aquino, definía a la persona como ‘substancia individual de naturaleza racional’. Supuesto que, en cuanto tal, refiere un todo completo, unitario, cuyos aspectos fundamentales son la individualidad y la subsistencia, siendo su constitutivo formal el ‘esse’, el acto de ser personal. No obstante, y más allá de los innumerables enfoques filosóficos, religiosos y psicológicos que se han propuesto a lo largo de la historia del pensamiento para comprenderla, puede bien ser concebida a partir de la integración de siete niveles, a saber:

Físico
Químico
Biológico
Psicológico
Social
Ético-Moral
Espiritual

Siete niveles de integración, cada uno de los cuales, en escala ascendente, suponen al anterior hasta llegar a la dimensión espiritual, tan solo accesible, hasta donde sabemos hoy, a la condición humana.

Ninguno de estos aspectos queda fuera del dominio de los grupos sectarios abusivos. La dimensión biológica, incluyendo en ella los aspectos físico-químicos que constituyen el organismo, es sometida mediante diversas tecnologías de control, que incluyen dietas, ayunos, intensa actividad laboral y manipulación del sueño, con el fin de generar desorientación, pérdida del sentido crítico, y alteraciones en la memoria y el pensamiento, dando lugar de esta manera a una mayor disposición para subordinarse y obedecer.

Sin embargo, quizás sea en el terreno psicológico el más conocido de los campos en los cuales tiene lugar la batalla por el control de la víctima de los grupos abusivos. Son numerosas las técnicas de coerción y manipulación empleadas por dichos grupos en este terreno, con la pretensión de desestabilizar el sentido de sí mismo que tiene la persona, conseguir que la misma reinterprete su cosmovisión y su visión del mundo, y acepte, de esta manera, un nuevo ‘relato’ sobre la realidad.

Debe aclararse que no deja de ser algo ficticia la discriminación entre manipulación psicológica y fisiológica recién planteada, si consideramos la unidad psique/soma que constituye la persona humana, con la consiguiente conjunción de ambas dimensiones y su constante interacción.

Todo grupo abusivo se posiciona frente a la sociedad. Pretende constituir, de hecho, la reserva moral y salvífica frente a un mundo que se concibe como corrupto y oscuro, considerándose en ocasiones inútiles los esfuerzos por pretender modificarlo, y aspirando en otras a su reconstrucción utópica. La moral sectaria, aferrada a un rigorismo que entroniza la letra antes que su espíritu, conlleva una percepción maniquea de la realidad y el mundo, donde todo aquello que no pertenece al grupo es asumido como maligno, por lo que se procura deshacer progresivamente los lazos que unen al miembro sectario frente a todas y cada una de sus relaciones anteriores a la vida en el grupo y a sus actividades personales y profesionales, ahora reinterpretadas negativamente, como propias de un pasado vergonzante.

Cualquier miembro sectario posee una innegable convicción de estar siendo sujeto de una experiencia espiritual trascendente. Son, en ese sentido, “esclavos felices”*, cuya individualidad, severamente dañada por las practicas coercitivas de estos grupos, facilita la reconstrucción de una nueva identidad de la cual emerge, al decir winnicotiano, un 'falso self' que obstaculiza el genuino crecimiento personal y espiritual de sus miembros, al tiempo que les impide el libre ejercicio de sus derechos fundamentales.


* "Los esclavos felices", título original de una Opera en dos actos de Juan Crisóstomo Arriaga, de 1820. También es el nombre de la primer película argentina integramente dedicada a la problemática sectaria, estrenada en 2004.

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