sábado, 25 de abril de 2020

Sobre espiritualidad y pseudoespiritualidad en los tiempos de la Imagen


Por Juan Manuel Otero Barrigón // No es lo mismo tener un espíritu pobre que ser “pobre en espíritu”. Esta distinción sutil entre las expresiones es importante para la mayoría de las tradiciones ascéticas y místicas, que ven en lo primero una muestra de soledad, desaliento y falta de perspectiva profunda de la vida; y en lo segundo, la disposición personal necesaria para recorrer un camino genuino de apertura a la interioridad y al Misterio. El fenómeno de la pseudoespiritualidad es una pandemia casi tan global como la que actualmente vivimos, que intoxica la consciencia con las oscuras expresiones del Ego. Pandemia, afortunadamente, de consecuencias menos nocivas para la vida física, aunque sus frutos ilusorios sean varios, y conduzcan, entre otros, al autoengaño existencial. En los tiempos actuales del imperio de la Imagen, encuentra formas renovadas para expresarse. La pseudoespiritualidad es la ilusión de que todo aquello que no encarnamos, nos lo podemos inventar. Que el “parecer” espiritual derrota al “ser” espiritual. Que lo importante es mostrarse y ser visto. Que un espíritu pobre, pero rodeado de sahumerios para la foto, es igual a un pobre en espíritu. Esa sola convicción es todo lo que pesa.

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