Hay ciertas características que pueden incidir en que una persona sea captada por un grupo sectario abusivo, independientemente de su edad o nivel económico y sociocultural. Entre ellas, la presencia de cierto grado de angustia e insatisfacción en la vida, la falta de un sistema de creencias o valores sólidos, o la pertenencia, sobre todo entre los jóvenes, a un sistema familiar disfuncional, donde exista una pobre comunicación con los padres, falta de atención y guía, una situación de conflicto permanente, o la generación de vínculos sobreprotectores que dificulten un desarrollo autónomo.
A ello se agregan a veces ciertos rasgos de personalidad individual que incrementan el riesgo de captación, en personas con baja tolerancia a la ambigüedad, que perciben la realidad en términos de blanco o negro, con tendencia a establecer vínculos dependientes y cierta inmadurez afectiva.
Para que pueda darse la captación sectaria, la víctima debe ser abordada en un momento de vulnerabilidad o crisis personal, traducida en una situación desestructurante.
Toda grupo sectario abusivo proporciona, a costa de la pérdida de grandes espacios de libertad e individualidad, un marco absoluto de creencias, valores, prácticas y metas, que simplifican la vida y otorgan un sentido de pertenencia y de misión, al que por ello no siempre es fácil renunciar.
Toda grupo sectario abusivo proporciona, a costa de la pérdida de grandes espacios de libertad e individualidad, un marco absoluto de creencias, valores, prácticas y metas, que simplifican la vida y otorgan un sentido de pertenencia y de misión, al que por ello no siempre es fácil renunciar.
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