lunes, 19 de septiembre de 2016

10 obstáculos psicoespirituales (por Mariana Caplan)

Partiendo de la base de que “el oro falso existe porque hay oro auténtico”, la psicóloga transpersonal Mariana Caplan reflexiona sobre las trampas y decepciones en las que con frecuencia puede estancarse el camino espiritual. A veces, no es necesario pertenecer a un grupo abiertamente abusivo: incluso círculos de estudio o de afinidad pueden tener dinámicas vinculares que los vuelven poco saludables para el desarrollo psicoespiritual.


En su libro “Con los ojos bien abiertos”, Caplan menciona 10 obstáculos psicoespirituales que voy a sintetizar:

1. Espiritualidad de Comida Rápida

Mezclar la espiritualidad con una cultura que celebra la velocidad, la multitarea y la gratificación instantánea suele dar como resultado una espiritualidad de comida rápida. Esta surge de la fantasía, comprensible pero ilusoria, de que el alivio del sufrimiento humano puede lograrse de forma veloz y sencilla. Una cosa es clara: la transformación psicoespiritual no ocurre a través de soluciones instantáneas.

2. La espiritualidad de imitación

La espiritualidad de imitación es la tendencia a hablar, vestirse y actuar como creemos que lo haría una persona espiritual. Es una forma de espiritualidad que simula la realización interior del mismo modo en que una tela estampada imita la piel real de un leopardo.

3. Motivaciones confusas

Aunque nuestro deseo de crecer sea genuino y puro, a menudo se mezcla con otras motivaciones: el anhelo de ser amados, de pertenecer a un grupo afín, de llenar un vacío interior, la creencia de que el camino espiritual nos va a liberar del sufrimiento, o la ambición espiritual —el deseo de ser especiales para otros, de ser mejores que los demás, o de sentirnos “el elegido”.

4. Identificarse con las experiencias espirituales

En este obstáculo, el ego se apropia de las experiencias espirituales y se confunde con ellas, llevándonos a creer que encarnamos ciertas verdades o ideas que surgieron en momentos puntuales. Aunque este estado no suele ser permanente, puede prolongarse durante largos períodos en los que la persona se percibe a sí misma como iluminada o asume el papel de maestro/a espiritual.

5. El Ego Espiritualizado

Ocurre cuando la estructura del ego se entrelaza de forma profunda con conceptos e ideas espirituales. El resultado es un ego “a prueba de balas”: cuando se espiritualiza, nos volvemos invulnerables a la ayuda, a nueva información o a la retroalimentación constructiva. Nos transformamos en seres impenetrables y detenemos nuestro crecimiento espiritual, todo en nombre de la espiritualidad o del grupo al que pertenecemos.

6. La producción en masa de los maestros espirituales

Hoy en día hay varias corrientes espirituales de moda que hacen que mucha gente crea estar en un nivel de iluminación o maestría mucho más alto del que realmente tiene. Es como una especie de cinta transportadora espiritual: te metés en cierta luz, tenés una visión, y ¡zas!, ya estás iluminado y listo para iluminar a los demás. El problema no es que enseñen, sino que se presenten como si de verdad hubieran alcanzado la maestría espiritual.

7. El orgullo espiritual

El orgullo espiritual aparece cuando alguien, después de años de esfuerzo, realmente logra cierto nivel de sabiduría, pero usa eso como excusa para cerrarse a seguir aprendiendo. Esa sensación de “soy más espiritual que los demás” es otro síntoma de esta trampa. Se siente como esa idea sutil de “yo soy mejor, más sabio, y estoy por encima porque soy espiritual”.

8. La mente del grupo

También se conoce como pensamiento de grupo, mentalidad de culto o “enfermedad de ashram”. La mente de grupo es un virus silencioso que incluye muchos aspectos de la codependencia tradicional. En un grupo espiritual, hay acuerdos sutiles e inconscientes sobre cómo se debe pensar, hablar y actuar. Tanto los individuos como los grupos afectados por esta “mente de grupo” rechazan a quienes no encajan con las normas —que a menudo ni están escritas— del grupo. Por eso es tan común que se enfatice la idea de “unirse solo con gente afín”.

9. El complejo del pueblo elegido

Es la creencia de que “nuestro grupo (sea cual sea, no necesariamente religioso) está más evolucionado espiritualmente, es más fuerte, inteligente y, en pocas palabras, mejor que cualquier otro”. Hay una diferencia importante entre reconocer que uno encontró el camino, el maestro o la comunidad adecuada para sí mismo, y creer que se ha encontrado “al elegido”.

10. El virus mortal: “Yo He Llegado”

Este obstáculo es tan poderoso que puede ser fatal para nuestro camino espiritual. Es la creencia de que “ya llegué” al final del camino. Cuando aceptamos esa idea, nuestro crecimiento se detiene. En su libro, Caplan cita a Marc Gafni, quien decía que: “la esencia del amor es la percepción; por eso, amarse a uno mismo es poder verse claramente. Solo puedes amar a alguien que puedes ver con claridad, incluido tú mismo. Amar es tener ojos para ver.” Siguiendo esta enseñanza, una parte clave del camino espiritual es reconocer la tentación del autoengaño que está siempre presente. Ahí es cuando más necesitamos apelar al sentido del humor y al apoyo de amigos espirituales genuinos. Al enfrentar nuestros bloqueos, a veces es fácil caer en la desesperanza. Pero tenemos que mantener la fe en nosotros y en los demás para poder realmente dejar huella en esta tierra. 


Lectura sugerida: “Con los ojos bien abiertos: la práctica del discernimiento en la senda espiritual“, Mariana Caplan, Ed. Kairós.

1 comentario:

  1. Hola, quisiera comunicarme con el autor del blog para consultar x un caso personal. Gracias

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