El problema de ciertos activistas "antisecta" es que actúan movidos por el prejuicio hacia lo que ignoran, y desde allí generalizan sin distinguir entre experiencias espirituales o religiosas genuinas, y abusos reales. Y el problema de quienes los cuestionan en defensa de la "libertad religiosa", es que en su afán de proteger la diversidad, minimizan los riesgos de las dinámicas sectarias.